Más de 20 personas, incluidos varios niños y dos mujeres embarazadas, fueron asesinadas en los últimos días en varios enfrentamientos tribales en Papúa Nueva Guinea. El recién nombrado primer ministro de esta nación, James Marape, prometió castigar con dureza a los responsables de los ataques.

El relato sobre lo sucedido y la cifra de fallecidos en la remota provincia de Hela todavía es confuso. “Se ha confirmado la muerte de 24 personas a lo largo de tres días, pero podrían ser más hoy. Todavía estamos esperando el informe de nuestros funcionarios sobre el terreno”, aseguró este miércoles el administrador provincial, William Bando, a France Press.

El gobernador de esa provincia, Philip Undialu, aseguró al medio australiano ABC que el acto de violencia más reciente tuvo lugar el lunes, cuando 16 personas fueron asesinadas en la aldea de Karida. Al parecer, esta matanza se produjo en represalia por una ataque previo en el que murieron siete personas. Por su parte, el diario local Post-Courier maneja unas cifras de muertos similares, y aseguró que no se trata de una disputa tribal en la que las aldeas enemigas se enfrentan en campo abierto, sino de una guerra de guerrillas en la que los grupos se esconden y emboscan a sus enemigos.

La mayoría de las víctimas son originarias del mismo distrito electoral del que proviene el primer ministro Marape. “¿Cómo puede funcionar en una provincia de 400.000 personas la ley y el orden con menos de 60 polícias?”, se quejó en redes sociales el mandatario. “A todos los que tienen armas, matan y se esconden detrás de la máscara de la comunidad, que sepan que no tengo miedo a usar las medidas más estrictas que recoge la ley”, advirtió, en referencia a la pena capital. Por ahora, no hay noticias de que haya ninguna persona arrestada por lo sucedido.

En Papúa Nueva Guinea, decenas de tribus habitan zonas remotas y aisladas. La violencia entre diferentes comunidades rivales es algo habitual, dado que el poder el Estado es prácticamente nulo y sus pobladores recurren a la venganza para reparar afrentas previas (como un robo, una violación, un asesinato o diferencias sobre los límites territoriales) que en ocasiones se remontan lustros en el tiempo.

Fuente: La Vanguardia

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