La venta ilegal colapsa Plaza Rocha: desde choripanes a vestidos de novia
Por Nicolás Gallardo.
De lo que comenzó siendo una feria dedicada al intercambio de productos por internet, mediante las redes sociales, que solía realizarse los martes y viernes durante dos horas en Plaza San Martín, poco ha quedado. La necesidad de empleo y el aprovechamiento produjeron que la tónica mutara constantemente a pasos agigantados. Desde hace un año preocupa la situación que se vive en Plaza Rocha, el nuevo sitio elegido “de palabra” entre los feriantes y el Ejecutivo para llevar adelante una actividad que nunca se respetó ni se controló.
El Gobierno municipal se encuentra descolocado ante un escenario que desnuda la falta de trabajo en General Pueyrredon y que evidencia el uso de todos los recursos para subsistir por parte de los puesteros, en su mayoría personas que superan los 40 años de edad y han quedado desempleados en el último tiempo. La pregunta en el Ejecutivo se encuentra en el desalojo o en la legislación. Se lo preguntan hace un año, pero nunca hubo avances. Tampoco de la oposición en el Concejo Deliberante, cuyos ediles se han mostrado “muy preocupados”, pero sin definiciones concretas en las comisiones correspondientes.
El temor por las consecuencias del retiro forzado de los feriantes es un riesgo que ya no quiere cometer el intendente Carlos Arroyo, menos en un año electoral y ante un panorama general que no lo favorece demasiado. Sin embargo, tampoco hay precisiones sobre posibles normas que regulen la actividad. “Estamos expectantes, no se puede controlar por el momento. Depende de la decisión del intendente, con cualquiera de las dos alternativas”, aclara un funcionario, consultado por El Marplatense.
Mientras tanto, la realidad en Plaza Rocha es diversa. Se encuentran las personas que llevan sus libros, sus indumentarias olvidadas de la infancia o adolescencia, artesanías o sus artículos de bazar sin tanto uso. Son infinitas las opciones que se piensan. Los suelen vender en precios económicos y también dan lugar al trueque, una modalidad que recuerda la crisis del 2001. Es un grupo pequeño que asegura respetar el esquema comercial que se había impulsado años atrás. No obstante, la mayoría no lo ve de igual manera.
Es moneda corriente observar decenas y decenas de zapatillas y productos que no corresponden al uso de una familia. Un feriante que tenía centenares de zapatillas exhibidas en la vereda dialogó con El Marplatense: “Es calzado usado que compro por distribuidora en Buenos Aires y las vendo acá y también en Las Américas los fines de semana”. Lo mismo ocurre con la vestimenta, donde se puede conseguir hasta un vestido de novia o trajes. Se pueden ver con frecuencia puestos con distintas remeras, camisetas o buzos con distintos talles. No son todos. Es cierto. Son algunos sectores ubicados en algunas partes de la concurrida plaza Rocha, donde el espacio del transeúnte se transformó en una zona de obstáculos permanentes y, en algunos casos, de suciedad.
Lo que se mantuvo inalterable es el servicio para cada “local”. Se ofrece la utilización de mesas y hasta gazebos para mayores comodidades. Se trató de una oferta atacada en algunas oportunidades por Inspección General pero que no prosperaron en el tiempo.
Uno de los datos más salientes en las últimas semanas hace referencia al incremento de puestos. Hasta el verano se utilizaba la vereda de Avenida Luro entre Dorrego y 14 de Julio. En la actualidad, abarca las cuatro cuadras de la manzana y todo su interior. Otra particularidad es el mantenimiento de los puestos. “Cada uno tiene su lugar asignado, cada uno lo defiende porque es muy importante encontrarse siempre en el mismo lugar, la gente ya te conoce”, aseguran algunos comerciantes que se encuentran por Luro, “la peatonal” de la feria. También llama la atención la división de los puesteros. Se separan en distintos rubros, entre ellos el alimentario: la flamante incorporación. Lejos de cualquier control municipal, la gastronomía tomó fuerza en la plaza. Empanadas, choripanes (más de tres stands), alfajores de maicena, pan casero, pastafrola, bolsones de alimentos no perecederos, pasas de uva, salamines y quesos (con promociones que oscilan los 200 pesos), entre otras ofertas.
Se vive un clima de hermetismo en Plaza Rocha. Cada rubro cuenta con sus referentes, quienes defienden el mantenimiento de su actividad ante propios y ajenos. De hecho, esa división provocó diferencias en las reuniones con los concejales y funcionarios. Cada uno presentó una intención distinta a la hora de hablar sobre la actividad, generando que todo quede en foja cero.
En el marco de esas conformaciones, hay sujetos dedicados a observar los movimientos que no suelen ser habituales. No es sencillo consultar a los comerciantes sobre su situación y mucho menos obtener imágenes. “¿Qué haces sacándole fotos a la comida? ¿Querés escracharnos? ¿Por qué no les sacas fotos a todos? ”, son algunas de las interrogaciones de sectores que aseguran representar al rubro alimenticio. Lo preguntan viniendo de a grupos, en busca de evitar inconvenientes y lograr el rápido retiro de “invitados especiales”.
Al respecto, una puestera, dedicada a la venta de indumentaria, dialogó con este medio:
-¿Cómo vienen llevando adelante la feria?
-En este momento, realmente estamos bien. No nos molestan. Estamos cumpliendo con el reglamento que nos han dado ellos, que es el martes y los viernes. Tratamos de que la gente no venga los demás días, pero como hay tanta necesidad, por ahí alguno se le escapa y se viene. Hay que entender la situación también. Queremos hablar para ver si el Municipio entiende que necesitamos un día más. Tenemos martes y viernes y queríamos un miércoles o jueves porque a veces llueve y no podemos venir. Es perdido, el día de lluvia no viene nadie porque no podés vender, porque está al aire libre. Se te arruina la ropa, los zapatos, las cosas que uno trae, que trae lo mejor para que la gente se lleve lo mejor y en buen precio".
-Veo cada vez más puestos. ¿Cómo está siendo el día a día?
-Es una realidad de lo que vive el país. Cada vez hay menos fuentes de trabajo. Entonces, no queda otra cosa. La gente viene, sabe que está esto y va a venir a vender sus cosas. Esas cosas que por ahí no las usan más y sirven. Y la gente las compra. Viene mucha gente. Nosotros estamos acá porque hay alguien que consume lo que nosotros vendemos. Vendemos cosas muy buenas y en buen precio.
-¿Vienen por estricta necesidad a vender?
-Por estricta necesidad. Yo hablo por mí y por muchos compañeros que están sin trabajo. Yo hace un año y medio que estoy sin trabajo y tengo un título y no lo puedo ejercer porque no hay trabajo. Soy una señora que voy a cumplir 60 años. No queda otra cosa que hacer esto y no me avergüenza.
-¿Cómo está notando el consumo?
-La gente compra mucho, porque unas zapatillas que valen 1500 pesos, acá las podés conseguir a 200 o 250, en unas condiciones de primera.
-¿La familia compra en cantidad?
-La gente aprovecha. La semana que viene la gente cobra y va a venir a buscar zapatillas para niños, mochilas para la escuela, camperas, abrigos.
-¿Resulta difícil la situación con familias que les cuesta pagar los productos que venden?
-A veces dicen que no les alcanza y, viendo el caso, les decimos que se lo lleven. El precio se habla, la peleamos entre todos. Vos traés mercadería y te llevás algo, ósea trueque. Lo hacen mucho las chicas que están por internet. Es cuestión de ayudarse uno al otro y ser compañeros. Estamos tratando de respaldarnos porque si no nos respetamos nosotros que estamos acá, y esta fuente de la Plaza Rocha, sé que no es lindo, pero tampoco es lindo estar sin trabajo y no tener nada que llevar a tu casa, eso es peor.
-¿Hay alguna estimación de la cantidad de puestos?
-No. Acá vos estás sin trabajo y viene gente y dice ´dónde me puedo poner´. Bueno, buscate un lugarcito.
-¿Se colocan tradicionalmente siempre en el mismo lugar?
-Sí. Hace años que estoy acá. Yo hace rato que estoy acá luchando y peleando bien el lugar y la fuente de trabajo.
-¿Hay más puestos de distintos rubros como el de la comida?
-Sí. Hay mucha gente que trae comida. Sabe cocinar y trae eso, empanadas, tartas. Se está ganando su peso también. Hay que entenderlos. Sé que no se quería que se vendieran esas cosas pero es imposible de decirle que no lo hagan, no somos quiénes.
-¿Han hablado con concejales?
-Estamos tratando de hablar con los concejales del Frente para la Victoria, pero el señor Arroyo se ha portado muy hasta ahora. Hay que agradecer también, no hablar mal.
-Una de las alternativas que se hablaban era reubicarlos. ¿Lo ven posible?
-No sé realmente. Sé que es una plaza de ferias. No sé qué es lo que van a hacer. Hasta ahora estamos trabajando bien. Mientras la gente se porte bien, que es lo que más deseamos, y que se vendan cosas como las que se tienen que vender, y no cosas raras, está todo bien. Hay gente y gente.
El Ejecutivo local se encuentra ante una realidad complicada. Tiene que mover una pieza, como en una jugada de ajedrez. La decisión la tiene el intendente, quien, en diciembre, había remarcado la necesidad de que “la Plaza Rocha vuelva ser la plaza que fue siempre”, señalando que se fue “muy permisivo” durante los últimos años. Sin embargo, su respuesta no llegó para los comerciantes de la zona, que han cuestionado en reiteradas ocasiones la competencia ilícita y sus problemas para llegar en buenas condiciones a fin de mes debido al esfuerzo impositivo mensual.