Raúl, el marplatense por adopción que celebró 100 años de vida
Rodeado de su familia y amigos, transformó la residencia de adultos en una fiesta.
Raúl Galguera le hizo una promesa a su familia y cumplió. Hoy celebró 100 años de historias, de momentos compartidos, alegrías y tristezas. 100 años de vida.
La residencia de adultos Casa de Oración estaba de fiesta, globos decoraban las paredes, en el centro, iluminada por la luz que ingresaba desde la ventana, dos mesas con sándwiches de miga, alfajores de maicena y una torta con velitas brillantes que formaban el número 100.
Sentado en su silla de ruedas estaba Raúl, con una maraca en la mano y un sombrero de colores decorando por momentos su cabeza. Su familia había llegado, los residentes del primer piso se reunieron en el comedor junto con los que llegan a pasar el día. Todos celebraban.
“Es una alegría enorme para todos porque es algo que él deseaba mucho. Yo hace varios años que formo parte de la familia como nieta política y en cada cumpleaños él decía que quería llegar a los 100 años, tenía mucha convicción en eso”, aseguró Roxana en diálogo con El Marplatense.
Raúl llegó a Mar del Plata a los 18 años, “trabajó de albañil y carnicero, y estuvo en una fábrica de azúcar y remolacha en la Ruta 88, hizo de todo. Se puso de novio con mi mamá y formaron la familia, estuvieron casados desde el año '50 hasta que falleció mi madre”, según contó Mirta, su hija.
Pasó grandes momentos con su familia, vio crecer a sus hijos, nietos y bisnietos. “Vivió un tiempo en mi casa hasta que tuvo un ACV y quedó en silla de ruedas. En ese momento ya quedó en el hogar”, explicó.
Raúl ingresó a la residencia el 19 de mayo de 2016. Por el paso del tiempo y el deterioro de su cuerpo fue cambiado de sector, lo que permitió conocer a más personas, a los que él llama “mi gente”.
“Se adaptó bien, todos los abuelos lo quieren, sus pares. Mucha gente que viene al centro de día viene y comparte con Raúl”, resaltó Flor, encargada del lugar.
Al principio es difícil, “cuesta, vienen acá porque tienen atención 24 horas, actividades, servicio de emergencias, médica, nutricionista, talleres, entonces la gente está contenida”, añadió.
Gracias a que “estamos ahí para ayudarlos, sostenerlos, tenemos los profesionales para contener tanto a las familias como a los residentes, entre los familiares se hablan y todos celebran los cumpleaños”, aseguró.
Flor recuerda que hace un tiempo atrás “él le hizo una promesa al hijo, cuando le pidió que llegue a los 100 años porque iban a celebrar y él dijo que sí, voy a llegar. Lo cumplió, para todas nosotras es algo increíble, la promesa”.
Por lo que “cuando hoy le dábamos el desayuno le dijimos que era su cumpleaños y no podíamos creer que dentro de su deterioro cognitivo, estaba ubicado en tiempo y espacio”, definió.
En este contexto de fiesta, “la señora, los hijos, nietos y bisnietos vinieron. Mayormente siempre lo han llevado para las ocasiones especiales o festejaba su cumpleaños acá y el domingo lo llevaban a almorzar. Siempre participó y es una familia muy presente”, agregó.
Lo más sorprendente es que “ha pasado la pandemia, un montón de enfermedades, hace unos meses lo operaron de la vesícula y no esperábamos que pudiera salir adelante, pero lo hizo con toda la fuerza de siempre”, destacó Roxana.
“Él jamás perdió ni el apetito ni la alegría, siempre fue una persona de pocas palabras, pero muy presente. Contentos porque las cuatro generaciones están juntas”, continuó.
“Los nietos han convivido, compartían casa de por medio, se han dedicado mucho en su adolescencia a estar juntos. Tiene muchos momentos compartidos con su abuelo, ir a trabajar juntos de albañil, tener un comercio, la verdad que tienen lindos recuerdos y por eso vienen hoy a acompañarlo”, concluyó.
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