La venta ilegal, un aumento desmedido que desnuda la falta de control
La venta ilegal en Mar del Plata aumentó exorbitantemente en el último año. La falta de recursos humanos y administrativos, la ausencia de un plan de trabajo establecido y la creciente necesidad de una alternativa laboral hicieron que la ciudad esté repleta de irregularidades en vía pública.
Si bien los problemas en los controles existieron con claridad en el anterior Gobierno, la escasez de trabajos en la inspección de la venta clandestina estuvo librada a la buena voluntad de cumplir las normas, algo que no suele abundar.
Desde el comienzo de la gestión del intendente Carlos Arroyo, las inspecciones resultaron un problema. Apenas asumió el jefe comunal, se encontró con una temporada de verano a la vuelta de la esquina y con un panorama, ya por entonces, complejo.
La venta ilegal en las playas, en la peatonal, en la salida de boliches bailables y espectáculos deportivos fueron algunos de los dolores de cabeza para los funcionarios del Gobierno, que intentaron ir resolviendo a contrarreloj esas irregularidades. Lo mismo ocurrió con los “Cuidacoches”, con quienes mantuvieron conflictos a diario, en su mayoría con quienes no eran de la ciudad y venían para “trabajar en la temporada”. En tanto, también se puso de resalto el control en las fiestas electrónicas o clandestinas, donde los excesos, en muchos casos, no fueron controlados.
A su vez, otro asunto fue el reclamo de los “Choripaneros”, quienes buscaron ser regularizados, algo que en la actualidad todavía está pendiente en su totalidad. Después se agregó la venta ilegal de garrafas, debido a precios no permitidos, y también de bebidas alcohólicas, fuera del horario autorizado.
Pero los inconvenientes para Inspección General no sólo pasaban por quienes infringen las reglas, sino con quienes la deben hacer cumplir. La falta de horas extras y de personal en las áreas de control provocaron un claro retroceso, con inspectores que tienen que supervisar a pie, y no siendo más de cuatro o cinco en la calle por turno, con una ciudad de casi un millón de habitantes. Desde mitad de año en adelante, los problemas ya conocidos para el Municipio se multiplicaron ante ese presente que el propio Adrián Coalli, titular del área, reconocía.
Sin embargo, el foco de mayor preocupación se centró en Plaza Rocha, más puntualmente en la manzana que contempla la Avenida Luro y San Martín con las calles Dorrego y 14 de Julio. Desde comienzos del año, ha sido el lugar con mayor atención que tuvo la comuna, lo cual no significó el sitio con mayor cantidad de procedimientos, de hecho, casi todo lo contrario. La venta ilegal desvirtuó por completo el origen de aquellas personas que intercambiaban en la plaza, alcanzando una dimensión que, hasta hoy en día, resulta muy difícil revertir.
Para hacer referencia al inicio de la actividad ambulante en Plaza Rocha hace falta recordar otro escenario. Hasta comienzos del 2015, en Plaza San Martín existía los martes y viernes una jornada de intercambio de productos, es decir el trueque de mercancías, algo popularmente conocido por la crisis del 2001.
El truque había empezado a realizarse en ese espacio cerca del 2012, a raíz del éxito de esa modalidad por intermedio de los grupos de Facebook. Por esa razón, un grupo de marplatenses consideró llevar adelante un punto en particular para concretar esos intercambios. Se logró un fenómeno que alcanzó a miles de ciudadanos, que aprovechaban los martes y viernes para aprovechar algún intercambio conveniente, lejos de cualquier comercialización.
La permuta se extendió por más de dos años en Plaza San Martín, frente al Municipio. En septiembre de 2014, el Ejecutivo resolvió trasladar la actividad, que, a priori, pensaba regularizarse, a Plaza Rocha.
Desde fines de año hasta el año pasado se realizó el intercambio de productos, siempre con una notable concurrencia, en búsqueda de oportunidades que eviten un gasto.
No obstante, la permuta quedó en el olvido desde fines del 2015. Aquellas personas interesadas en tener un sitio para poder cambiar sus objetos fue desplazado, al menos en ese tiempo, por la venta de artículos usados. Es decir que aquellos productos que antes se intercambiaban por otro, ahora se vendían “a bajo costo”.
Si bien el origen de la iniciativa perdía su sentido, los puesteros señalaban que resultaba “una gran posibilidad de conseguir buenas cosas a bajo precio, en tiempos en los que cuesta mucho conseguir buenos precios para mantener a una familia”.
El movimiento de personas no se redujo, sino que aumentó notoriamente, al punto de tener que utilizar, casi, las cuatro veredas de la manzana, a excepción de los tradicionales artesanos, que hace años se desempeñan en la calle San Martín.
Pasaron los meses y la falta de controles municipales se mantuvo, motivo por el cual también se incorporaron a la plaza la venta de alimentos elaborados por los propios manteros, entre otros artículos que se alejaban de una prenda de vestir, algún juguete u otro objeto que puede tenerse en un hogar.
Ante ese descontrol, en mayo el Municipio tomó la decisión de intervenir. Si bien dio aviso días antes para interrumpir con dicha comercialización, ante el caso omiso actuó con un férreo operativo policial en horas del mediodía.
El arribo de agentes generó momentos de tensión con los manteros, quienes resistieron a ser desalojados, confrontando con personal policial y hasta cortando la Avenida Luro. Debido a la negativa de los puesteros, los funcionarios dieron marcha atrás con el inminente desalojo y plantearon regular la actividad. Previo a ello, se hicieron presentes concejales oficialistas y del Frente para la Victoria, estos últimos descontentos ante el accionar del Municipio.
Tanto funcionarios como ediles habían puntualizado que, ante el planteo de los puesteros, iban a llevar a cabo una mesa de trabajo en conjunto también con otras entidades para legislar medidas que den un marco regulatorio a esa práctica, fundamentada ante la crisis económica vivida en esos primeros meses del 2016, al menos para los sectores más vulnerables de la sociedad.
Pese a las diversas declaraciones a favor y en contra de aquellos episodios, nadie hizo nada. Nunca existieron avances de ningún tipo, salvo alguna reunión inmediatamente posterior a los incidentes de mayo. La mesa de trabajo nunca se concretó, los concejales de todos los espacios nunca realizaron un solo proyecto para atender la temática y el Ejecutivo siempre se excusó de responsabilidad, aclarando que el poder deliberativo tenía la posibilidad de cambiar el panorama en Plaza Rocha.
Con ese contexto, hasta comienzos de diciembre no hubo novedades. Tras el cambio de autoridades en Inspección General, a través de la llegada de Emilio Sucar Grau, funcionario a cargo del Registro de Bebidas Alcohólicas, el objetivo del Municipio fue reflotar la problemática, aunque ante un escenario aún más complejo.
En primer término, la comuna logró secuestrar un camión que proveía tablones a los manteros, un servicio que tenía un valor de 30 pesos diarios. Al respecto, el director de Inspección General dijo:
Sin embargo, la noticia no era sólo esa. En el lugar ya se vendían artículos nuevos, en clara desventaja con quienes aún mantienen su comercialización de objetos usados. Indumentarias deportivas y de distinto tipo, zapatillas, bazar, libros, maquillajes y hasta comida, eran algunas de las cosas que fueron hallando los inspectores, tras realizarse un operativo en conjunto entre Inspección General, Transporte y Tránsito.
Se trató de un operativo con una metodología distinta a la concretada en mayo. Lejos de la arremetida policial, el trabajo que se llevó a cabo constó en secuestrar los vehículos que llegaban a plaza con mercadería. Se sancionó a aquellos rodados sin documentación y a los productos, cuya procedencia no podía ser explicada. En ese sentido, Sucar Grau, explicó:
En tanto, el intendente Carlos Arroyo se pronunció sobre el operativo en Plaza Rocha:
Si bien hubo discusiones y ciertas confrontaciones, la estrategia del Gobierno no fue desbaratar la actividad por completo, al menos no de aquellas personas que necesitaban vender sus artículos para poder vivir. La finalidad del Ejecutivo fue atacar uno de los eslabones más determinantes, como lo es un grupo de personas que venden productos nuevos, utilizando un sector de la plaza exclusamente y con recursos que sorprenden a propios y ajenos, como autos de alta gama y otros transportes.
Tras ese operativo, en la plaza se vive incertidumbre. Los puesteros reconocieron que la actividad en la plaza “se desvirtuó”, sobrepasando el espacio que originalmente ocupaban y con personas que no afrontan las necesidades que la mayoría de allí sufre a diario.
Asimismo, mostraron su preocupación ante una nueva inspección, enfatizando que es su única fuente de ingreso familiar, y que, en caso de poder continuar con la venta ambulante, prefieren seguir haciéndolo en esa plaza, cuya transitabilidad resulta una importante posibilidad para vender.
Al respecto, un repaso de las declaraciones de los feriantes:
Desde la comuna mantienen una doble postura. Se muestran cautos ante los próximos pasos a seguir pero ratifican que la venta ilegal en la plaza tiene que terminar, con el temor que en la temporada pueda expandirse aún más.
En el mientras tanto, el Gobierno también define detalles lo que será otro verano complejo. La venta ilegal no sólo ocurre en la plaza Rocha, sino que se agudizó en la Peatonal San Martín, en la costa, en los espectáculos masivos y en las avenidas Luro e Independencia, donde los controles nunca estuvieron.
Sobre la venta ambulante y lo ocurrido en Plaza Rocha, Radio Mitre consultó a los concejales de cada bloque político a ver qué opinión tienen acerca de la situación social y el rol del Ejecutivo, como a su vez también cuales proyectos presentaron en este año. Ante la última pregunta todos coincidieron: ningún concejal presentó alguna iniciativa para regular la venta ilegal.
Repasemos:
La concejal oficialista Patricia Serventich esto dijo con respecto a la venta ambulante:
Por su parte, Marcos Gutiérrez, concejal del Frente para la Victoria, expresó:
En su turno, Marcelo Fernández, edil de Acción Marplatense, también habló con este medio:
En tanto, el concejal Alejandro Carrancio, del Frente Renovador, así se pronunció:
Por último, el concejal Balut Tarifa Arenas, respondió:
Además, a los concejales se les consultó sobre la actividad puntual en Plaza Rocha. Desde cómo se actuó desde el Municipio hasta sí hubo alguna iniciativa para cambiar este presente. Mantenemos el orden. Al respecto, Serventinch, de Cambiemos, manifestó:
Posteriormente, es el turno del concejal kirchnerista, Marcos Gutiérrez
Acto seguido, el concejal de Acción Marplatense, Marcelo Fernández, afirmó:
En su intervención, el concejal massista Alejandro Carrancio, indicó:
En el final de las entrevistas, el concejal Balut Tarifa Arenas, esto señaló sobre lo que ocurre en Plaza Rocha:
Sin demasiados nuevos recursos, pero aceptando algunas horas extras más por parte de la Secretaría de Gobierno, Inspección General y el resto de las áreas de control buscarán afrontar una temporada con los problemas que ya se vivieron en la anterior, pero con un contexto aún más grave ya que hay más personas que debió recurrir a alguna actividad carente de normas para poder comer. Esa cifra aumenta con quienes viven en la ciudad y ante quienes opten por ir a Mar del Plata aprovechar la afluencia turística.
En el primer año de gestión del intendente Arroyo, las inspecciones tuvieron un 2016 para el olvido. Se perdió un año, aseguran algunas fuentes que se desempeñan en las áreas de control. La incapacidad de funcionarios, sus escasos recursos y planificaciones, sumado al incremento de la venta ilegal producto de la necesidad de las clases más vulnerables, hacen que el resumen del año sea claramente negativo en la materia. La ausencia del Estado se notó y contrarrestó contra el discurso de orden que ha enaltecido en diversas ocasiones Carlos Arroyo, quien, lejos del micrófono, lamentó la falta de organización.
La venta ilegal preocupa y mucho, pero también habrá otros difíciles objetivos para el verano, como la importante cantidad de fiestas clandestinas, cuyos operativos recién ahora se están formando. Serán muchas tareas para un personal que no variará demasiado del que hasta ahora se ha desempeñado.
Hay dos materias pendientes para el Gobierno. La firmeza en los controles, que hasta ahora no ocurrió, y las gestiones para atender una realidad social, otra cuenta pendiente que requiere un trabajo a mediano y largo plazo. Párrafo aparte para los concejales, que sólo han atinado a desligar responsabilidades al Ejecutivo y de hacer declaraciones mediáticas que se han contrapuesto con sus acciones en su labor deliberativa.
Sin controles, Mar del Plata está desprotegida, permitiendo que la ilegalidad se haga presente en todos los ámbitos posibles. Si esto persiste, será imposible lograr el progreso que la ciudad y sus habitantes requieren.