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    La joya de Peñarol, fruto de una historia de amor por el básquet

    19 de enero de 2017 - 18:50
    La joya de Peñarol, fruto de una historia de amor por el básquet
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    Juan Ignacio Marcos ilumina a Peñarol en una etapa de transición. Sin el protagonismo de años anteriores, con Leonardo Gutiérrez cerca del retiro, el público “Milrayitas” se aferra ahora a su diamante en bruto. Con apenas 16 años, “Juani” reavivó la llama de la ilusión. Hace un año que la “rompe” en las categorías formativas y en la Liga de Desarrollo. Ahora, con total naturalidad, hace de revulsivo en el equipo de Liga Nacional. El último lunes, ante el Quimsa del “Che” García, la revolución la hizo el pibe, que agitó las aguas de un partido adverso y posibilitó un vuelco impensado. Con su frescura, su talento y su defensa, erradicó el fastidio del Polideportivo y guió a todos a la victoria.

    “Tenía pensado que, si entraba, algo iba a hacer. No tenía nervios, me sentía muy tranquilo. Pensaba en que, si me tocaba entrar, iba a rendir bien”, explicó “Juani”, en un mano a mano con El Marplatense en el café del club. “Todavía estoy emocionado y sin la capacidad de creer lo que fue el partido. Lo viví de otra manera, porque siempre  me toca estar en el banco, alentando, festejando, agitando la toalla…Ahora me tocó entrar y disfruté”, soltó el chico formado en El Coatí, de Eldorado (Misiones).

    “Juani” Marcos es hijo de dos entrenadores de básquet. Su Papá Mariano dirigía a un equipo femenino de la Liga de Rosario. Mariana, su mamá, era una de sus jugadoras. Se pusieron de novios y formaron una familia en la que todos juegan al básquet. Desde la hija mayor, Lucía (18), hasta la menor, Delfina (8). “Juani” es el del medio. “Empecé a los 3 años en Rosario. Después me mudé a Chaco a los 6 y estuve hasta los 10 años. Después, desde los 10 hasta los 15 jugué en Misiones”, contó el base, mientras papá Mariano y mamá Mariana, de vacaciones en Mar del Plata, esperaban para acompañarlo al entrenamiento en el Polideportivo.

    -¿A qué edad empezaste a jugar al básquet?

    -Empecé a los 3 años en Rosario. Después me mudé a Chaco a los 6 y estuve hasta los 10 años. Después, desde los 10 hasta los 15 jugué en Misiones.

    -¿Por qué empezaste de tan chiquito? ¿Fue por tu papá?

    -Sí, mi viejo me llevó. En realidad, mi viejo era entrenador de mi mamá.  Jugaban en la primera local femenina de Rosario y, cuando entrenaban, yo iba con la pelota abajo del brazo y me ponía a practicar en todos lados mientras ellos dirigían y jugaban.

    -¿Te dejan tranquilo o están muy encima con el básquet?

    -No, ellos me dejan ser. Siempre me aconsejaron. Me dicen que si quiero llegar a ser jugador de básquet, hay cosas que hacen los chicos de 16 años que yo tengo que tratar de no hacerlas. Siempre trato de cuidarme con todo: estoy cambiando mi alimentación y tratando de tomar otros hábitos.

     

    Foto: Bernardo Rolón - Prensa Peñarol

    LEO GUTIÉRREZ, CLAVE PARA CONVENCERLO

     -¿Cómo fue tener que venir a vivir solo a Mar del Plata a los 15 años?

    -Al principio costó mucho la adaptación.  Pero una vez que vivís acá, con la pelota de básquet, y con todos los dirigentes que te hacen parte de la familia de Peñarol, es más fácil. Es un club familiar, te ayudan mucho.

    -¿Te costó tomar la decisión de alejarte de tu familia?

    -Sí, mucho. No sabía si ir a Regatas Corrientes o venir acá. Regatas me quedaba cerca de mi casa, entonces tenía dudas. Pero tuve contacto con Leo Gutiérrez, con Sergio Hernández, con Juan Gatti (NdeR: exasistente de Sergio Hernández y amigo del padre de “Juani” Marcos). Me decidí por Peñarol por el básquet. Dejar la familia de lado por el básquet fue algo muy difícil.

    -¿Influyó mucho que Juan Manuel Gatti sea amigo de tu papá?

    - Más o menos, porque siempre estuve complicado con la decisión. No sabía qué hacer, porque no tenía ningún conocido que me dijera cómo eran los reclutamientos de Peñarol. Pero después estuve muy contento con la decisión que tomé.

    -Te llamaron Leo Gutiérrez y Sergio Hernández. Peñarol armó un operativo para convencerte…

    -Sí, algo así. Me llamaron una vez cada uno y me acuerdo un mensaje que me dijo Leo Gutiérrez: “Si querés jugar al básquet, tenés que hacer sacrificios. Uno de esos sacrificios es alejarte de tu familia”. Yo tomé ese mensaje, me lo metí acá (se señala la cabeza). Todavía tengo grabado ese mensaje. Fue clave para tomar la decisión.

     

    "CUANDO NO ME DIVIERTO, NO ME SALEN LAS COSAS"

    -¿Alguna vez tuviste nervios cuando te tocó entrar?

    -Y… el día del debut estaba nervioso (NdeR: fue el 16 de enero de 2016, ante Argentino de Junín en el Polideportivo), pero las cosas me terminaron saliendo igual, no sé como hice. Después, siempre me sentí suelto, tranquilo a la hora de jugar.

    -¿En cuánto influye que te destaques en la Liga de Desarrollo para entrar con confianza en la Liga Nacional?

    -Creo que influye bastante. No sé si se nota, pero me parece que eso es importante, me da confianza.

    -Sos nuevo en el club, pero te ganaste rápido el cariño de la gente.

    -Sí, no sé cómo pasó eso. Cuando estaba haciendo las entrevistas y empezaron a cantar por mí, se me ponía la piel de gallina. Estaba hablando y me apuraba, me ponía nervioso, no sabía qué hacer. Y una vez que terminé de hacer las entrevistas salí corriendo al vestuario y me abracé con todos. Estaba muy contento.

    -Se te ve jugar con mucha naturalidad. ¿Sos de pensar poco, de dejarte llevar?

    -A veces pienso y a veces soy bastante alborotado. Contra Quimsa, cuando tomé el primer tiro, entré en confianza. Después, vi que en el pick and roll no eran buenos defendiendo, algo que también habíamos hablado en las prácticas anteriores. Entonces logré sacar ventaja de esa situación para mí o para generar juego para mis compañeros. Ahí aproveché y estuve bastante suelto.

    -En cada pick and roll quedabas frente a Battle, que es enorme. ¿Qué pensabas en ese momento?

    -¡Todavía estoy soñando con el doble que hice cuando me saltó a marcar! En ese momento dije: “acá me tapa y me estampa a mí contra el tablero”. Por suerte terminó entrando. Cuando veo el video me pregunto: “¿cómo hice para meterla?”. También hubo otra en la que corté por el fondo, se me vino Battle y por suerte estaba el  “Toro” (Acuña) para pasársela y que la meta.

    -¿Disfrutás en la cancha?

    -Sí, disfruto y trato de divertirme. Cuando no me divierto, no soy el mismo, no me salen las cosas.

    -¿Y cuándo es que no te divertís?

    -Cuando me peleo con los árbitros, con mis compañeros o con los rivales. Eso hace que me vaya del partido, que no me divierta y que no disfrute.

    -¿Tenés alguna fórmula o secreto para no caer en esa?

    -No, no tengo ningún secreto, pero empecé a cambiar. A principios del año pasado, cuando llegué, era un papelón. Me peleaba con todos. Pero ahora trato de no pelearme más con los árbitros ni con nadie. Trato de mejorar esa parte de mi juego, que es la que no me gusta. Tomás Sirochinsky, que fue mi entrenador en formativas, me ayudó mucho a modificar eso. También Leo Gutiérrez, cuando viene a ver los partidos en formativas, me habla y  me aconseja.

     

    LA ADMIRACIÓN POR VILDOZA Y EL EQUILIBRIO ANTE LAS REDES SOCIALES

    “Juani” Marcos vive con otros cinco chicos reclutados por Peñarol. Junto a Juan Martín Fernández, Lucas Gorosterrazú, Joaquín Valinotti, Vittorio Fazzini y Nicolás Franco, conviven en un departamento con tres habitaciones, con la inestimable ayuda de una señora que les cocina. “Nosotros apenas tenemos que prender el horno”, reconoció. “Somos una familia”, agregó el pibe, que fue subcampeón del Argentino U17 y que ya jugó un torneo internacional para la Selección Argentina U16 en Turquía.

    -¿Hay tiempo para la salida, para la Play Station?

    -Tampoco es que no salis y no jugás a la Play. Yo trato de salir cuando no entreno, cuando no juego, cuando no hago nada. A la Play juego de vez en cuando. La tenemos en casa y nos divertimos con los chicos.

    -¿Cómo te manejás con el colegio?

    -Voy al colegio de 7 a 13. Estudio y después a la tarde entreno. Siempre tengo una horita libre antes de comer y aprovecho para estudiar. Ahora me quedaron dos materias, pero voy bien.

    -¿Qué bases te gustan? ¿En quién te referencias?

    -A mí me gusta mucho tener la bola en la mano. No veo muchos bases de Liga que jueguen con mi estilo, pero si hay uno que me gusta es Luca Vildoza. Quedo mal en decirlo porque es de Quilmes, pero me gusta su estilo de juego. Después, me gustan los de la NBA, como Stephen Curry, Kyle Irving, también me gustaba mucho Steve Nash.

    -¿Te da un poco de miedo que la gente ya se ilusione con un nuevo Campazzo en el club?

    -No, no sé si me da miedo, confío en la gente de Peñarol y espero que ellos confíen en mí. Vamos a esperar un poco. Yo no siento presión, recién tengo 16 años.

    -¿Te sacás los nervios defendiendo?

    -Sí, contra Quimsa tuve que ponerme a defender, a correr al base para que no acomode tan tranquilo el juego.  Lo pude hacer bien, no me fui del juego.

    -A veces, a los talentosos no les gusta defender. Pero vos lo hacés bien…

    -No me gusta defender, pero tengo ganas. Sé que lo tengo que hacer y lo hago. En realidad, más que no gustarme, creo que no sé hacerlo, me cuesta mucho la técnica para defender. Por eso lo estoy entrenando todos los días con el “Negro” (NdeR: Osvaldo Echevarría).  No puedo hacerlo bien, pero el otro día me salió.

    -¿Entrenás horas extras?

    -Sí, hago horas extras de gimnasio y, cada vez que está libre la cancha, me vengo al club a tirar al aro. Entreno en Liga, Liga de Desarrollo, Juveniles y Cadetes. Así que estoy bastante cargadito.

    -Ya tuviste una experiencia en la Selección, ¿es tu máximo sueño?

    -Sí, tengo ganas de estar en la Selección toda mi vida. Es lo que quiero. Pero se requiere esfuerzo para eso. Si no, no se llega a nada.

    -¿Cómo hacés para mantenerte equilibrado ante tanto elogio?

    -Me ayuda mi viejo. Veo las redes sociales y trato de no hacerle mucho caso a eso, porque te puede cambiar la cabeza. Pienso, trato de ser inteligente con eso. Trato de no prestarle mucha atención: leo un poquito por arriba y listo.

     


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