"Voy a ser siempre una piedra en el zapato de los asesinos de José Luis"
Gladys Cabezas, la hermana de José Luis, el fotógrafo asesinado hace veinte años en las afueras de Pinamar, dialogó con El Marplatense y aseguró que el crimen de su hermano "fue algo impensado". Actualmente, no hay ningún detenido por el brutal asesinato.
"A José Luis empezó a gustarle la fotografía cuando era adolescente, porque acompañaba a un primo fotógrafo a casamientos y lo ayudaba a cargar las máquinas y las luces, porque antes era todo muy pesado. Ahí le empezó a gustar, hasta que un día dijo 'no trabajo más', se compró una cámara y arrancó a sacar fotos", recuerda, nostálgica, Gladys, quien desde hace veinte años, cuando le arrebataron a su hermano, enarbola la bandera de "No se olviden de Cabezas".

El 25 de enero de 1997, casi once meses después de que saliera en la tapa de la revista Noticias una foto del empresario Alfredo Yabrán caminando por la playa junto a su mujer, asesinaron a José Luis Cabezas. Lo acribillaron de dos tiros en la nuca. Incendiaron el Ford Fiesta blanco en el que viajaba. Y lo abandonaron, en una cava, en cercanías de la Ruta 11. Tenía las manos esposadas, detrás del cuerpo.
Yabrán había sido fotografiado por Cabezas en febrero de 1996. Antes de eso, el empresario había asegurado que, sacarle una foto era como pegarle un tiro en la frente. Y Cabezas lo hizo, aunque las balas apuntaron a otro lado. Meses antes, el entonces ministro de Economía, Domingo Felipe Cavallo, había asegurado que Yabrán era el jefe de una mafia "enquistada en el poder", y nadie le conocía el rostro a tamaña figura. Hasta que el 3 de marzo de 1996, tuvo que dejar de jactarse de que "ni los servicios de inteligencia" tenían una imagen de su cara.

Cabezas había empezado a trabajar en Noticias en 1989, luego de haber capturado la última imagen con vida del primer ministro de Economía de la era menemista, Miguel Ángel Roig. Fue durante una fiesta que José Luis cubrió para su trabajo en la Embajada Francesa, de la que participó el funcionario público. En esa circunstancia le sacó la última foto, dado que, esa misma noche, Roig murió, apenas cinco días después de asumir el cargo. Con ese material, José Luis se acercó a la redacción de la revista y fue así como comenzó a ser parte del medio gráfico.
"Amaba la fotografía, le encantaba, era su pasión", recuerda su hermana con una sonrisa tan marcada que hasta puede oírsela a través del teléfono. El 2017 empezó para Gladys de la peor manera: la Cámara Penal de Dolores decidió concederle la libertad condicional a Gustavo Prellezo. De este modo, el expolicía se convirtió en el último de los condenados en recuperar su libertad.
Después de la publicación de la foto, José Luis recibió numerosas amenazas, pero ni él ni sus familiares suponían que la historia terminaría como terminó. Si bien Yabrán fue investigado como presunto autor intelectual del crimen, nunca se presentó ante un juez: el 20 de mayo de 1998, el empresario apareció muerto de un escopetazo en la boca en una estancia de la provincia de Entre Ríos, a 30 kilómetros de Gualeguaychú, con el rostro deformado. Según los investigadores, se trató de un suicidio, pero a la opinión pública esa hipótesis nunca la convenció. Verdad o no, se creó una alternativa a la versión oficial que aseguraba que el cadáver hallado en la estancia no era el de Yabrán sino el de otra persona, y que, en realidad, el empresario se había mudado a algún otro lugar del mundo, con, incluso, otro rostro, post quirófano.
El 2 de febrero de 2000, la Cámara Penal de Dolores condenó a nueve sospechosos a prisión perpetua por el asesinato, de los cuales, ninguno está detenido. Algunos murieron, y los otros, recibieron beneficiosos como la libertad domiciliaria o condicional. "Estos asesinos, por más de que estén libres, van a ser siempre asesinos, y yo voy a ser una piedra en sus zapatos", anticipa Gladys, con una seguridad asombrosa. "Van a ser asesinos siempre y cada vez que los vea, se los diré", remarca.
"El dolor siempre se transforma en algo que puede ser tristeza, te podés morir del dolor, pero yo lo transformo en lucha, y me parece bien", concluye Gladys, quien asegura que Argentina, no se olvidó (ni se olvidará nunca) de Cabezas.
