El comedor de la familia Gutiérrez, un refugio en el barrio Belgrano
En pleno barrio Belgrano, hay un lugar en el que la gente necesitada encuentra refugio. El comedor “El Indiecito”, de la familia Gutiérrez, funciona hace casi 20 años en Arana y Goiri 11222 y cada noche le da de comer a 180 personas. La ayuda llega a los más chicos, pero también a los más grandes. Desde nenitos, hasta abuelos de 90 años. Todos saben que Roberto, responsable del lugar, los espera para que al menos duerman con la panza llena.
Roberto Gutiérrez nació en Balcarce, pero de joven se fue a Buenos Aires a ganarse la vida. No le resultó sencillo: durante un año y medio, durmió en los vagones del tren. Pero siempre se las ingenió para salir adelante. “Hice de todo. Siempre fui un busca. Vendí maíz para paloma, hielo, diarios, billetes… En Mar del Plata, fui uno de los primeros en vender peines en el colectivo, algo que en Buenos Aires ya se hacía. También lustré zapatos en la Paris (NdeR: recordada confitería de Mar del Plata)”, le contó a El Marplatense.
Cuando Gutiérrez explica por qué decidió poner un comedor, las razones las encuentran en su duro pasado. “Cuando estuve en Buenos Aires pasé hambre. Pero nunca robé, por eso me conoce mucha gente. Gracias a Dios, nunca toqué lo que no era mío. Sí he pedido, he dormido un año y medio en los vagones del tren. Por eso cuando vine a Mar del Plata y vi que los chicos no tomaban ni la leche, intenté ayudarlos. Yo compré el terreno en el Barrio Belgrano y terminé de armar mi casa en el Mundial 78, cuando vendí mucho en la calle. Con ayuda de José Lencina, puse el comedor porque me duele que los chicos no tengan un plato de comida”, remarcó.

Roberto formó su familia junto a Mercedes Reyes, más conocida como la salteña. Y pese a que su mujer falleció años atrás, mantiene el comedor junto a sus hijos. Además, junto sus hijos Sergio y Sebastián conformaron una escuelita de fútbol, que provee de jugadores al club General Mitre, donde Roberto coordina las inferiores. “Todos los profes que trabajan en Mitre son excelentes, están en la cancha desde las 8. Quieren a los chicos y tienen paciencia, porque de otra forma conmigo no van. Se gana y se pierde, pero al chico hay que tratarlo bien”, explicó.
Con tantos años de ayuda a la gente del barrio, Gutiérrez inspira confianza por su manera de proceder. “Cuando la mercadería entra al comedor, siempre hay una persona o un chico, para que vea lo que me trajeron. Siempre busco tener un testigo, para que nadie tenga dudas. La gente me ayuda porque me conoce y sabe de mi conducta. Vos nombrás a Gutiérrez, y nadie te va a decir que yo soy un chanta”, destacó.
La familia Gutiérrez alojó a varios chicos hasta la muerte de Mercedes. “Los chicos crecieron y se los di a los padres. Algunos salieron buenos y algunos malos, porque a veces los padres no acompañan en ese proceso de educación”, indicó Roberto.
LA AYUDA, EL OPORTUNISMO POLÍTICO Y EL PROBLEMA DE LAS TARIFAS
No hay nada que le saque la alegría al comedor “El Indiecito”. Cada reunión es una fiesta: hay comida, se juega al metegol y, cuando la mano viene bien, los chicos se llevan juguetes y zapatillas. En tal sentido, Gutiérrez aclaró que “lo único que no agarro es plata”. “Una vez, una señora me quiso dar plata y le dije que no. Le dije que si quería, podía ir a algún lugar y comprar mercadería y yo la retiraba”.
Sobre la ayuda que recibe, agregó que “colabora el Teatro Auditórium, Daniel Fernández (dirigente de San Lorenzo de Mar del Plata) y su familia, que tienen una rotisería, me dan los menudos y las carcasas. En el Registro Civil me ayudan para hacer los documentos. También me ayuda la Liga Marplatense de Fútbol, que me entrega mercadería al final de los campeonatos. La Municipalidad no me ayuda. Se acercan cuando vienen las elecciones. Y yo cuando hay elecciones, no quiero ayuda. Porque me la dan dos días y después, ganen o pierdan, no me ayudan más. Todos quieren ir al comedor y sacarse la foto con los chicos, pero yo no lo permito. Los políticos me han prometido cosas delante de los chicos y después no han cumplido. Y un chico, cuando le prometés algo, no se olvida”.
No obstante, Gutiérrez aseguró que las subas en las tarifas han complicado al comedor. “Ahora me están llegando boletas de 3 mil pesos de gas. Estoy pidiendo ayuda en la Municipalidad, y en distintos lados, pero no me han dado respuestas”, lamentó.