El equipo investigativo del área de Paleontología del Museo Municipal de Ciencias Naturales anunció en las últimas horas el hallazgo en la formación geológica de Chapadmalal de restos fósiles de tres aves prehistóricas, que tienen una edad de entre 5.5 a 3 millones de años atrás.
Desde el Museo aseguraron que el descubrimiento tiene un "carácter inédito e invaluable a nivel mundial" y destacaron la labor de los investigadores ya que explicaron que "encontra restos de aves es muy difícil porque poseen muy frágiles por estar constituidos por paredes finas y extensas cavidades aéreas internas que son rápidamente destruidos".
Según se precisó, los fósiles hallados provienen de la formación geológica Chapadmalal con una edad entre 5.5 a 3 millones de años atrás (edad Chapadmalalense). Por aquel entonces el paisaje de Mar del Plata era muy diferente, la fisonomía era similar al del Palmar de Entre Ríos, con suaves lomadas acribilladas por madrigueras de roedores y armadillos, donde las sierras de Tandilla se verían más imponentes que en la actualidad. En este contexto es que vivió una de las faunas más atrapantes de la prehistoria sudamericana y que hoy agranda su familia.
Desde el Museo de Ciencias Naturales informaron que en esta ocasión se encontraron restos de un "ave del terror", un cóndor prehistórico y un águila de gran porte. El ave del terror pertenecería a un juvenil de Mesembriornis milneedwardsi, que sería el Fororraco de mayor porte que viviera en la prehistoria de Mar del Plata, alcanzando 1.8 metros de altura convirtiéndolo en el predador tope de ese entonces.
Por su parte se suma a los cielos de la edad Chapadmalalense un cóndor prehistórico, cuyo humero (primer hueso del ala que conecta con el cuerpo) posee una longitud de 33 cm. Esta especie de Cóndor habría aprovechado los vientos constantes y paradores elevados de las sierras de Tandilia para hacerse de la amplia oferta de carroña que ofrecía la fauna chapadmalalense y que incluía una gran variedad de animales que pesaban más de 1000 kgr., entre ellos perezosos terrestres y armadillos gigantes.
La "nota de color", según explicaron los expecialitas, está vinculada con el ave rapaz, en este caso un águila prehistórica que sería según las primeras observaciones, algo más grande que un águila coronada (Harpyhaliaetus coronatus).
Los restos muestran que poseía poderosas garras en sus patas prensoras que le permitirían dar caza a una amplia gama de presas como ungulados nativos y roedores de muy variado tamaño presentes en los últimos albores de las grandes llanuras sudamericanas.