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    Ramón Cabrera, un olímpico de la vida

    24 de septiembre de 2017 - 13:54
    Ramón Cabrera, un olímpico de la vida
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    Para la gente que viaja en auto, colectivo o camina por Mario Bravo y Edison, Ramón Cabrera es un vendedor ambulante correntino que se las rebusca para llegar a fin de mes con sus changas y su jubilación mínima, pocos saben de su rica historia. Su pasión es correr, toda su vida corrió, fue maratonista de élite y representó a Argentina en los Juegos Olímpicos de Munich 1972. El Marplatense dialogó con el ex corredor para repasar su vida y rescatar a un deportista por naturaleza.

    "Tuve una sola novia y quiso que dejara de correr. No lo hice", recuerda con nostalgia Ramón. Eso lo define y distingue al hombre correntino de 79 años que corrió 104 maratones y sólo abandonó 3 veces. Su amor por correr lo llevó desde los 14 años hasta estos días a seguir disfrutando del deporte.

    "Yo debuté con 14 años, el 17 agosto de 1952 y corrí los 5 mil metros, salí tercero, descansé una hora y gané los 10 mil metros. En esa época corríamos con las Pampero", comenta entre risas Ramón.

    De chico comenzó a correr por las amplias galerías del Colegio San Rafael Don Bosco en Curuzú Cuatiá,  ya presentaba condiciones "hasta dando ventaja siempre les ganaba a mis amigos", rememora.

    Los hermanos Cabrera nacieron para correr, su familia cobijaba el gen atleta. Su hermano competía representando al club Boca y a su hermana también le gustaba correr.

    Al tiempo, en los 70', "decidí venirme a Buenos Aires y seguir con el atletismo ahí para mejorar mi entrenamiento y seguir de cerca las competencias", apunta el correntino.

    Con el correr de los años, Cabrera ya sabía que además de trabajar en un taller mecánico iba a correr para siempre y soñaba con representar a la Argentina en el mundo. Y esa oportunidad llegaría.

    En 1972, Ramón Cabrera hizo 42 kilómetros en 2 horas 24 minutos y 50 segundos, la marca fijada para llegar a la cita olímpica fue  de 2 horas 28 minutos. El correntino había logrado su cometido y clasificó para representar al país en los juegos de Munich de 1972.

    LA EXPERIENCIA OLÍMPICA

    Con una marca de 2 horas 42 minutos 37 segundos, Ramón pudo llegar a la meta en Munich y se ubicó 55.

    “Me sentía bien”, recuerda, “quería pasar a un venezolano que me encerraba”. Pero en el kilómetro 35 tomó agua en un puesto de abastecimiento, y ahí todo cambió: “Se me acalambraron los gemelos, cuadriceps y testículos”, agrega. Se detuvo, caminó, “los alemanes me alentaban”, se emociona hasta hoy Ramón; y al final -arrastrando una de sus piernas-, terminó la carrera gracias a un grito en la multitud que dijo: "¡Vamos Argentina!"

    LA MASACRE DE MUNICH DE "SEPTIEMBRE NEGRO"

    El 4 de septiembre de 1972, 11 miembros del equipo olímpico israelí fueron tomados rehenes y asesinados por un comando del grupo terrorista Septiembre Negro, una facción de la Organización para la Liberación de Palestina, entonces liderada por Yasir Arafat. Todo esto pasó en plena Villa Olímpica, donde se encontraba Ramón junto a la delegación argentina.

    Los miembros del comando demandaban la liberación de 234 prisioneros alojados en cárceles israelíes, como también la liberación de los fundadores de la Fracción del Ejército Rojo, Andreas Baader y Ulrike Meinhof, encarcelados en Alemania.

    Los atacantes, que contaron con asistencia logística de grupos alemanes neonazis, asesinaron a once atletas y entrenadores israelíes y a un oficial de la policía de Alemania Occidental. Cinco de los ocho miembros de Septiembre Negro resultaron muertos por la policía durante el fallido intento de rescate de los rehenes. Los tres secuestradores que sobrevivieron fueron detenidos, pero liberados tan solo 53 días después, tras el secuestro de un avión de Lufthansa.

    El atleta argentino estaba tranquilo, durmiendo en su habitación para la gran carrera como el resto de sus compañeros cuando escucharon los primeros disparos durante la madrugada. Escuchó ruidos y bajó al primer piso. La policía lo sacó del lugar inmediatamente por seguridad.

    “Quedamos todos encerrados. Habrán pasado unas tres horas sin saber nada, sólo escuchábamos los disparos. Nos alojábamos enfrente de la residencia de las víctimas que fueron tomadas como rehenes”, recuerda horrorizado Ramón.

    "Me había comprado una cámara y estaba filmando cuando me sacaron el aparato. Los tenía a todos filmados con las armas, pero por seguridad, el personal me sacó la cinta de la súper 8", agrega el deportista correntino.

    El Comité Olímpico Internacional (COI) decidió que el show debía continuar. Y Cabrera, a pesar de todo, seguía en competencia. “Nosotros queríamos correr, pero estábamos raros, aturdidos por todo lo que había pasado. Se había terminado la confianza por todo lo que había pasado”.

    LA VIDA DESPUÉS DE LOS JUEGOS

    Con 34 años y la experiencia olímpica culminada, Ramón siguió corriendo maratones en diferentes puntos del país. En Buenos Aires, ya estaba instalado definitivamente en Paseo Colón, trabaja en el taller y entrenaba doble turno.

    "En ese momento no podías agarrar plata, no había sponsors por ejemplo que faciliten algunas cosas o apoyo económico estatal, por eso yo seguía trabajando", remarca el atleta correntino.

    Cuatro años más tarde, Mar del Plata aparecería en la vida del maratonista, es que un amigo le ofreció instalar un lavadero de autos en la ciudad y que él estuviera a cargo. Cabrera aceptó y se mudó a "La Feliz".

    Ramón continuó con su vida de trabajo y deporte, siguió cosechando logros en distintas carreras profesionales y luego como veterano. De hecho, en 2003 se consagró en esa categoría.

    Hoy con 79 años, Ramón ya está jubilado y no se olvida de los que siempre le dieron una mano como el ex atleta Oscar Raimo, quien hoy trabaja en el EMDER y lo ayudó con los trámites jubilatorios. Y José Luis, el almacenero de Mario Bravo y Edison, que lo "banca" como dice él con la cuenta del local, hasta que cobra su jubilación y puede cancelarle las deudas de las compras que hace ahí para vivir.

    "NO DA CAMINAR"

    El último domingo de noviembre, se llevará a cabo la tradicional maratón de Mar del Plata y los vecinos y amigos que conocen la historia de Ramón, lo están ayudando para que pueda competir en los 10K del evento deportivo con zapatillas e indumentaria adecuada.

    "Oscar ya me dijo que estoy inscripto y estoy entrenando, pero me falta. Hasta ahora estoy haciendo un tiempo de 3 horas 20 minutos. ´Aunque camines no importa´, me dicen, pero yo quiero correr, no da caminar", afirma Cabrera.

    Todas los días Ramón entrena con bastante ropa para deshidratarse y encara su circuito de entrenamiento por avenida de los Trabajadores hasta plaza España y de ahí vuelve trotando hacia Mario Bravo y Edison, para seguir con la venta ambulante.

    El correntino entrena como vive, no descansa, trabaja muy duro para mantenerse en carrera hasta estos días y no aflojar, porque como dice él: "No da caminar".

     

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