8 de enero: Día del Gauchito Gil
por Luciano Colángelo
Un nuevo año comienza y, por ende, una nueva conmemoración a Antonio Mamerto Gil Núñez, más conocido como el Gauchito Gil, llega este lunes 8 de enero.
El santo popular argentino, oriundo de la zona de Pay-Ubre o Paiubré (hoy Mercedes, Corrientes) es venerado por muchos argentinos que vienen desde distintos rincones del país para realizarle un petitorio, pero la leyenda indica que, a cambio, se le debe hacer una promesa y cumplirla y, de esa manera, se realizará el pedido. Su santuario se ubica a 8 kilómetros de la ciudad de Mercedes.
La historia de este santo, devoto de San La Muerte, se convierte en leyenda el 8 de enero de 1878, fecha en la que fue asesinado. El hecho fue que Gil había abandonado el Ejército, lo que era inaudito para la época, por lo que fue perseguido por desertor y cobarde, y a modo de juzgarlo por lo que hizo. Entonces, fue capturado por un coronel llamado Zalazar. Este último decide ejecutarlo en un cruce de caminos pero, antes de terminar con la vida del futuro santo, comienza a desenvolverse la historia por la que se convirtió en mito.
El Gauchito le dijo a Zalazar -antes de que éste lo matará- que cuando vuelva a su casa iba a encontrar a su hijo moribundo a punto de perder la vida y que cuando lo encuentre así, lo invocara para que él interceda ante Dios por la vida del muchacho. Pese a las palabras de Gil, Zalazar lo ejecutó degollándolo.
Luego, el coronel llegó a su hogar y comprobó lo que le había dicho el Gauchito: su hijo estaba muy enfermo. Por lo que volvió al lugar donde culminó con su vida, rezó y pidió al Gauchito que interceda ante Dios para salvar al menor. A su vez, le pidió perdón por el acto cruel que había cometido.
Al otro día, el chico se había sanado por lo que se cumplió el milagro. Por ende, el sargento construyó una cruz y la llevo al cruce de caminos donde había matado a Gil y allí la colocó, pidió perdón y agradeció. Con el transcurso del tiempo se convirtió en un santuario y en un lugar de peregrinación para personas en busca de ayuda.
Existen numerosos pequeños santuarios en los cruces de rutas y/o caminos a lo largo del país pero el hecho de ir hasta Corrientes es un esfuerzo para las personas, lo que demuestra que la devoción y la creencia en este santo es tan grande como para preguntarse por qué mucha gente confía en él.
Esta figura, no reconocida por la Iglesia Católica, logró meterse en las creencias de muchos argentinos a lo largo de la historia.