Villa Victoria, un lugar especial que encanta a sus visitantes
La Villa Victoria es un lugar muy conocido en la ciudad pero pocos saben su historia, y los momentos importantes que la escritora a quien perteneció la casa, Victoria Ocampo, vivió allí, como el día que la llevaron presa o sus tardes de verano acompañada por otros intelectuales.
De arquitectura inglesa, "el bungalow de madera", ubicado en la calle Matheu al 1851, fue construido en el año 1912 por quien era la madrina de Victoria, Francisca Campo de Ocampo. El encargado de la construcción fue el padre de la escritora, quien la pidió a Inglaterra y llegó en barco, desarmada, hasta el puerto de Buenos Aires y luego la trajeron a Mar del Plata, precisamente a lo que en ese entonces se llamaba "la zona del tiro a la paloma", hoy barrio del Divino Rostro. La vivienda principal es exactamente igual arriba y abajo. En total tiene 5 baños, 4 arriba y uno abajo y varias habitaciones, donde la escritora recibía a sus invitados.
Al año siguiente el papá de Victoria mandó a construir la casa que se encuentra a la derecha de la central para los caseros, de estilo francés, y la otra de estilo italiano, destinada al personal de servicio, según contó a El Marplatense la encargada del predio, Mirta Galli, que en la actualidad pertenece al municipio y es un museo.
"Originalmente eran dos manzanas, la manzana que hoy está la villa y la que está enfrente. Victoria hereda esta propiedad a la muerte de su tía Francisca y una casa donde ella vivía durante el invierno en San Isidro", sostuvo.
Cuando mueren sus padres, recién ahí Victoria pasa a ser la propietaria y su hermana Angélica también tiene una parte minoritaria.
"Victoria convierte la villa en un lugar de puertas abiertas para sus amigos, los escritores, para que tuvieran para escribir un lugar tranquilo y para descansar. Ella venían en diciembre y se iba en abril", señaló Galli.
En abril se retiraba a Buenos Aires debido a los compromisos que allí tenía y porque la casa no tenía calefacción. Ella pasó su último verano en 1977, ya estaba enferma, y dos años después muere.
Previamente, en 1973 Angélica y Victoria viajan a Francia y donan el lugar a la Unesco. En esta donación deja establecido tres cosas: que sus casas tuvieran fines culturales, podía ser vendida o arrendada para poder solventar las casas de San Isidro, y la tercera, que la Unesco tomaría posesión cuando ella muriera.
Así en 1981, se remata todo el mobiliario y, según la crónica, fue un día bastante triste para los marplatenses porque se subastaba y no se sabía cuál iba a ser el destino. "Con mucha alegría aparece el secretario de Gobierno, en la época de Russak, y la casa se compra y a partir de ese momento pasa a ser un centro cultural, manteniendo vivo el espíritu que tenía para fines culturales", indicó la encargada del museo.
"La casa estaba muy deteriorada, comienzan a hacerse acciones para ponerla más en pie. Eran dos manzanas, pero ella ya había vendido una para solventar muchos gastos", señaló.
Asimismo, Galli destacó que "ella fue una especie de puente cultural entre Argentina y el resto del mundo. Quería que los mejores escritores argentinos sean conocidos en otros lugares principalmente con Francia, idioma que hablaba perfectamente".
Los papeles en la pared que se ven actualmente son los originales y muchos otros ambientes de la casa están pintados de blanco, tal como ella había decidido. “Es una casa de madera que necesita muchísimo mantenimiento, cuando se logra pintar un ala comenzamos con la otra, y la cercanía con el mar tiene un costo interesante”, señaló la encargada de la Villa.
Además existe la Asociación Amigos de Villa Victoria, que recibe un porcentaje de los fondos que entran en la casa cuando se hacen espectáculos y son destinados a mantenimiento, y hay una sociedad marplatense de horticultura que es la encargada de los jardines, de las restauración de los bancos y las farolas.
El mobiliario que se conserva de Victoria, es el que compró un abogado cuando se hizo el remate pero que luego dejó en el lugar.
Sobre el mito que algunos cuentan que vieron el fantasma de la escritora por la casa, Galli señaló que ella nunca lo vio pero que cree en “su presencia” . “La siente la gente cuando ingresa. No deja de ser una casa cálida y tiene una magia. Viendo la expresión de la gente cuando entra me animaría a decirte que ella siempre está, en ese fantasma llamémosle así pero mas que nada una presencia recordada”, sostuvo.
“Nosotros en cada visita la estamos evocando y generalmente tratamos de hacer actividades que estén relacionadas con las cosas que a ella le gustaban”, concluyó Galli.