Nicaragua violenta: obispos católicos atacados e iglesias sitiadas
La violencia en Nicaragua tiene múltiples rostros. Uno de ellos es la furia contra la iglesia católica. Una de las peores historias ha sido en Diriamba, donde una multitud de partidarios del gobierno del autócrata Daniel Ortega empujó, golpeó y arañó al cardenal Leopoldo Brenes y a otros líderes católicos cuando intentaban entrar a la Basílica de San Sebastián. "¡Asesinos!", les gritaban. Un obispo auxiliar fue acuchillado en un brazo con algún tipo de objeto afilado.
La desagradable escena vivida días atrás en esta normalmente tranquila localidad, a una hora en coche al sur de la capital, Managua, fue un dramático ejemplo de lo rápido que la ola de disturbios agrió la relación entre la Iglesia Católica y el asediado régimen de Ortega.
La iglesia desempeñó un papel de mediación entre el gobierno sandinista de Ortega y los disconformes, quienes exigen su renuncia y el regreso a una real democracia en el país, en medio de protestas y disturbios que causaron unos 450 muertos, la mayoría manifestantes.
Pese a esto, la institución está cada vez más señalada por Ortega y sus partidarios, reviviendo las fuertes hostilidades entre la base sandinista y la jerarquía eclesiástica vividas en la década de 1980. Esta vez con el presidente devenido como el dictador de turno. Esta situación parecía superada en los últimos años, cuando el comandante guerrillero que se asoció con las formación de derecha del país, había formado, también, una especie de alianza con los obispos que en su día fueron críticos con su movimiento, informó Clarín.