Nadó en Malvinas y ahora cruzará el Canal de la Mancha
Por Lucía Falchini
Fotos Diego Izquierdo
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Frente al desafío, el entrenamiento. Frente a la ansiedad, la confianza. Y frente al cansancio, la cabeza. Así funciona Catalina Giaccaglia a días de encarar uno de los retos más grandes de su vida.
Fonoaudióloga de profesión y nadadora amateur, la marplatense se transformará en la primera deportista de la ciudad en cruzar el Canal de la Mancha nadando, solo con un traje de baño convencional, antiparras y gorra.
"Hace dos años que me vengo preparando para esto", me cuenta Catalina. También, me confiesa que entrena todos los días en la pileta, salvo algún que otro domingo, cuando se siente muy fatigada y prefiere descansar.
La odisea arrancará este miércoles cuando parta rumbo a Londres para embarcarse en el "Cruce del Canal de la Mancha", un desafío que reúne a nadadores de aguas abiertas de todas partes del mundo y es considerado como el "Everest" de la natación por sus particulares correntadas.
Entre el 20 y 27 de septiembre, según estén dadas las condiciones climáticas, tendrá la posibilidad de atravesar nadando unos 20 kilómetros del canal desde Dover hasta la costa francesa.
Sin embargo, el deseo de Cata es más ambicioso aún. Cruzar el Canal de la Mancha, será el primero. Buscará completar la "Triple Corona" que consiste en traspasar el Canal de la Mancha, el Canal de Catalina en California y la isla de Manhattan. De ser logrado, la deportista se convertirá en la primera argentina en conquistarlo.
Fortaleza mental, actitud corporal
Además del entrenamiento físico que viene realizando junto a su preparador Federico Diez Andersen, ella sabe que durante las casi 16 horas que tiene previstas de nado en La Mancha, "el cuerpo se va a cansar" y su cabeza será quien pase al mando.
"A mi criterio, las nadadas largas como en este caso, tienen un 50% de físico y otro 50% mental. La cabeza influye mucho más de lo que podemos imaginarnos", explica.
El acompañamiento corporal es muy importante, pero la mente será la cinética de Cata: "En algún momento el cuerpo se va a cansar, tendré que sacar fuerza de algún lado de algún lado y la cabeza va a buscar ese lugar".
Si bien nadará sola, sin siquiera traje de neoprene (ya que la asociación que organiza el evento no lo permite) y el agua tendrá 16 grados, irá acompañada de una embarcación que la guiará junto a un equipo que la hidratará cada treinta minutos.
El motor Malvinas
La experiencia de Cata, no será solo deportiva. Emprender rumbo al antiguo continente surgió después de conocer Malvinas, cuando participó de la primera carrera de aguas abiertas y se interiorizó con lo más profundo de la guerra.
Allí, conoció a Julio Aro, Geoffrey Cardozo y todo el trabajo que vienen desarrollando, impulsando la identificación de los héroes junto con la construcción del cementerio de Darwin. A raíz de este encuentro, se le presentaron todos los desafíos que iban a venir. La Mancha principalmente.
"Fue un impulso importante, más allá de las ganas que pueda tener uno, esto me da más fuerzas", reflexiona. Esta vez, viajará junto a su entrenador de aguas abiertas, Claudio Plit, quien también conoció en Malvinas, ya que es quien la aconseja "desde la experiencia".
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Es domingo por la mañana y faltan tres días para que arranque el viaje. Caen unas gotas de lluvia y hay tanta neblina en Mar del Plata que, apenas se distingue desde la playa el edificio del Mirador de Cabo Corrientes.
Cata se está preparando porque Diego le hará unas fotos adentro del mar. No es su preocupación meterse con el agua a 10 grados, porque dentro de poco nadará por más de medio día del otro lado del charco.
Lo hará por un motivo, que en el fondo, solo ella entenderá. A mí, solo me queda inmortalizar y sentir su historia, por admiración y porque sé, que es una de las que sí vale la pena ser contada.