Atrapados en Mar del Plata: historias de los otros varados
Por Javier Novoa e Inés Reyna
Pasear por la Rambla, jugar a la ruleta en el Casino Central, mojar los pies en el mar, comer una rabas en el Puerto. Mar del Plata tiene todo. Y como cualquier otro polo turístico, también tiene varados. Argentinos de distintas ciudades que llegaron para descansar unos días, visitar familiares o conseguir trabajo y quedaron atrapados en el final del verano.
Cuando acomodaron la malla en la valija y chequearon el pronóstico de marzo, ni coronavirus ni cuarentena formaba parte de su vocabulario cotidiano. Cuando llegaron a "La Feliz", Montenegro ni se imaginaba que diría la frase que ningún intendente de la costa bonaerense diría jamás: "Los argentinos que nos estaban eligiendo, no vengan".
Cuando la santiagueña Sabrina Tévez llegó el viernes 6 de marzo a visitar a su hermano -a quien no había visto por un año-, el Servicio Meteorológico Nacional pronosticaba que la temperatura llegaría a 26 grados y auguraba un sábado en el que el termómetro treparía hasta los 31. Un comienzo ideal para disfrutar de sus sobrinos y la playa.
Cuando paseaba un domingo por la peatonal y miraba vidrieras, Alberto Fernández anunciaba la suspensión de las clases y el cierre de las fronteras por 15 días para "minimizar la circulación del coronavirus". Dos días después, el 17 de marzo, el ministro de Transporte de la Nación, Mario Meoni, comunicaba "la suspensión total de la circulación de trenes y colectivos de larga distancia y aviones de cabotaje" desde el viernes 20.
"En teoría, el 20 me volvía. Cuando me enteré de la suspensión de los viajes, me fui inmediatamente a la terminal, a intentar cambiar el pasaje para irme antes, pero me decían que no había y que era imposible. Me suspendieron el viaje y me dejaron abierto el pasaje. Desde ahí quedé sin poder irme, cumpliendo la cuarentena y tomando todos los recaudos", relata Sabrina en diálogo con El Marplatense.
Las reglas de juego cambiaban a una velocidad vertiginosa y las largas filas de bahienses queriendo entrar a Monte Hermoso precipitaron un drástica decisión del Presidente: "No son vacaciones". El 19 a la 10 de la noche cadena nacional y aislamiento social, preventivo y obligatorio desde las 0 horas del viernes 20 de marzo.
"El 26 de marzo me tendría que haber reintegrado a mi trabajo y no he podido. Avisé a mi empleador y dada la situación -como hacen muchas empresas- nos han reducido el sueldo a un 60%. Por ende, se agrava más mi situación. Estoy en el departamento en el que vive mi hermano. Él alquila con su familia y trabajan en gastronomía. El lugar cerró y les han pagado solo la mitad del sueldo de marzo. Todavía no pudieron pagar el alquiler", expresa la santiagueña.
Sabrina no se quedó de brazos cruzados y recurrió a las redes sociales. Contactó a otros argentinos con historias como la de ella, a autoridades de su provincia natal y a funcionarios del municipio de General Pueyrredon."Me contestaron que mi situación no es de fuerza mayor y que tengo que cumplir la cuarentena donde me encuentro. Solo estoy a la espera de que se reanuden los transportes en micro o en avión. Dependo de eso. Me urge volver a Santiago porque tengo que volver a trabajar sí o sí", asegura.
Ya hace 5 semanas que está en Mar del Plata. Hace frío y está lejos de casa. "Aquí no estoy acostumbrada al clima y he estado muy resfriada. Tampoco tengo ropa de invierno y estoy tratando de sobrellevarla. Pero todos los días son gastos y se me hace muy difícil", dice Sabrina entre suspiros.
Silvia Delloro vive en el barrio porteño de Caballito. Tenía vacaciones en la segunda quincena de marzo y decidió venir en tren a pasar 10 días con una amiga. "Llegué el 15. Mi idea era volver el 26 de marzo, pero con el tema de la cuarentena tuve que devolver los pasajes y ahora no tenemos manera de volver. Estamos varadas", comenta en diálogo con El Marplatense.
"El departamento en el que estamos es de un familiar de mi amiga, pero no tenemos los medios de transportes públicos para poder regresar. No tenemos tren, no tenemos micro, alquilar un auto es muchísima plata. Queremos seguir haciendo la cuarentena como corresponde, pero queremos volver cada una a su hogar", dice.
Silvia trabaja de manera independiente y es monotributista. "Es bastante difícil afrontar los gastos de tantos días. Hay que ser bien medido porque uno se vino acá con la idea de estar 10 días. El alquiler lo teníamos pago y ahora agradecemos que nos están facilitando el alojamiento estos días sin cobrarnos nada. Es bastante difícil, en Buenos Aires se me empiezan a acumular las facturas para pagar. Creo que en la casa de uno, uno se arregla de otra manera. Estar lejos de casa es todo cuesta arriba", agrega.
Silvia cuenta que el anunció del Presidente no le dio "tiempo a reaccionar". "En dos horas, tenía que levantar mis cosas e irme. Era imposible. Por supuesto, tuve que devolver los pasajes del tren y ahora no tenemos cómo sacar otro pasaje", precisa.
Al igual que Sandra, le dedica un reproche al inclemente clima marplatense. "Uno de los mayores problemas es que vine en marzo, para estar 10 días, sabiendo que la temperatura iba a estar arriba de los 20 grados, y se nos vino el frío. No tenemos abrigo y está todo cerrado, no podemos comprar ni un suéter. Es todo bastante engorroso", añade, aunque todavía no sabe que la mínima pronosticada para este jueves es de 9 grados.
Elena Sosa no recorrió los más de 1900 kilómetros que separan su Jujuy natal de Mar del Plata para descansar. Junto a una amiga, llegó el 13 de marzo tras una oportunidad laboral que -al igual que millones de sueños en todo el mundo- cayó víctima de la pandemia.
"Con esto de la cuarentena obligatoria no se pudo concretar el trabajo. Nos quedamos acá en Mar del Plata y no contamos ni con recursos ni con transporte público. La plata que nos quedaba la gastamos en alimentos y para subsistir acá. Ya nos tenemos nada y se nos cumple el vencimiento del alquiler", relata con angustia a El Marplatense.
Luego de comunicarse con el Municipio y explicarles su situación, recibieron un llamado de la Dirección de la Mujer, dependiente de la Secretaría de Desarrollo Social, y les avisaron que había "un lugarcito para las dos". "Gracias a Dios conseguimos lugar donde quedarnos y eso nos tiene un poco más tranquilas", sostiene la jujeña.
Tal como lo hicieron Sandra y Silvia, Elena contactó a otras personas para aunar fuerza y buscar soluciones. "Somos muchos los varados en Mar del Plata y nadie nos responde. De la Casa de Jujuy nos dicen que la única forma de llegar es ir a Buenos Aires, pero tenemos que cumplir la cuarentena en un hotel y hay que pagar mil pesos cada noche. No tenemos los recursos para pagar eso. No nos dan ninguna solución ni nos responden los mensajes. Se olvidan de los varados", dice. Solo desean volver a casa. Así de simple, así de complicado.