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    Marplatense "Marginal": buscado por robo y acusado de una doble traición

    08 de noviembre de 2020 - 12:53
    Marplatense "Marginal": buscado por robo y acusado de una doble traición
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    “Raviolito” era un personaje de la serie El Marginal, interpretado por el marplatense Nicolás Matías Gualco. Y San Onofre una cárcel de la ficción grabada en el antiguo penal de Caseros.

    La particularidad es que en la vida real el actor y luchador profesional (practica jiu-jitsu y representa a la Argentina a nivel internacional) estuvo en prisión cinco años condenado por narcotráfico. No por una causa cualquiera.

    Gualco se hizo conocido en 2009 cuando quedó detenido por intentar traficar 55 kilos de cocaína a México junto a su novia la “narcomodelo” colombiana Angie Sanclemente Valencia. A la pareja la condenaron en 2011 a seis años y ocho meses de prisión.

    Cuando Gualco recuperó la libertad, una parte de él volvió al encierro a través del personaje que le tocó interpretar. Hacía de buchón y matón de “El Sapo”, el preso que dominaba San Onofre.

    Pero la mezcla entre la vida real y la televisión no termina ahí. Ahora Gualco está de nuevo en la mira de la Justicia: tiene un pedido de captura vigente en una causa por “robo agravado por el uso de arma de fuego” en la que las víctimas son dos amigos del actor.

    El lunes 6 de julio pasado Gualco y sus dos "amigos", fueron a vender 25.300 dólares a un “cliente” de Gualco, que supuestamente se llamaba “Alberto”, según pudo saber Clarín de fuentes judiciales.

    El detalle es que de todo ese dinero, sólo 700 dólares eran de Gualco. Uno de los tres le estaba “haciendo una cama” a los otros dos y todavía no se habían dado cuenta.

    Los tres amigos fueron hasta Bernardo de Irigoyen 2517, cerca de las 2 de la tarde. En ese lugar, dijo Gualco, era donde le iba a vender los dólares a “Alberto” a 125,75 pesos. Llegaban con 25.300 dólares y se iban con 3.269.500 pesos.

    “Raviolito” se bajó con un morral de cuero negro. Adentro estaba la plata que era de los tres. Atrás lo siguieron sus amigos. Mientras pisaba la vereda hablaba por celular con el supuesto comprador de los billetes verdes. Hasta que pasó lo que Gualco sabía que iba a pasar, y sus amigos no.

    Dos ladrones armados amenazaron a los tres. “¡Dale, dale, dame la guita!”, le gritaron a Gualco. Los dos "amigos" salieron corriendo. El que quedó les entregó el morral. Los dos ladrones se subieron a un Renault Sandero rojo que los esperaba a unos metros.

    “Hola. ¡Me acaban de robar en Bernardo de Irigoyen y Gascón! Hola… de Mar del Plata… ¿cómo de qué ciudad me comunico? Por favor, ¡es una emergencia!”, el que llamó al 911 fue Gualco antes que sus amigos volvieran al lugar. El actor le dijo a la Policía que le habían robado “plata y una computadora”.

    El caso quedó a cargo del fiscal Juan Pablo Lódola, que analizó en detalle los testimonios. El que mejor había visto al asaltante que le robó era Gualco.

    Lo insólito es que “Raviolito” no traicionó solamente a sus "amigos", según la causa judicial, sino que también vendió a uno de sus cómplices con el que le robó a uno de sus amigos. “Tenía ojos azules fuertes”, declaró el actor. Pero no se quedó ahí. Aportó un dato de oro: dio el número de teléfono del tal “Alberto”, para demostrar que la transacción era real. También marcó el auto: un Sandero rojo o bordó, con vidrios polarizados, con la patente que empezaba con “A” y que tenía una “calcomanía verde tipo manzana como serpiente o similar”.

    Todos los datos que aportó Gualco, que hasta ese momento para los investigadores era una “víctima”, resultaron pistas que llevaron a resultados concretos.

    El número de celular de “Alberto” resultó estar a nombre de Kevin Emanuel Saborido Shmarsow. Bastó con buscar a Saborido en las redes sociales para ver que tenía ojos azules, como los que había mencionado “Raviolito”.

    Con esos y otros indicios, la Policía allanó el 5 de agosto la casa de Saborido. Lo más jugoso que encontraron fue un Iphone 6 Plus. También marihuana y un chaleco antibalas.

    El celular fue enviado al Centro de Ayuda Técnica a Instrucción (CATI). Cuando lo abrieron encontraron fotos de Saborido de un día después del asalto a los tres amigos posando con dólares, una cadena de oro, una pulsera también de oro, un fajo de pesos y bolsas de zapatillas recién compradas marca Puma y Nike.

    También había fotos del sospechoso con un Sandero rojo muy similar al que había descripto Gualco.

    Los chats de Whatsapp del teléfono secuestrado también hablaron. En esos mensajes Saborido le presta 300 dólares a un amigo y le dice que tiene la plata en lo del “Cordobés”. que resultó ser un tercer integrante de la banda que los investigadores están tratando de identificar.

    En otros chats, Saborido habla con otros contactos: uno le manda una foto de un revólver. “Compramos ese ayer”. A otro le pide que le devuelva el arma que le prestó. Con todos esos elementos, la Policía se dio cuenta que estaban ante una banda organizada.

    De víctima a entregador

    El punto de inflexión en el que Gualco termina pasando de ser considerado una víctima a un entregador también surgió del teléfono de Saborido, al que los investigadores llegaron justamente por los datos que el mismo Gualco había brindado.

    “Amigo, tu amigo el entregador se fue a Buenos Aires, no (...) Ese gil se desbocó amigo (...) que los 15 mil (...) No los puso él eran todos del loquito del que puso (...) Ese loco los estafó (...) ya me enteré todo”, le escribió un tal “Germán” a Saborido.

    Es decir, “Raviolito” no solo había entregado a sus amigos con los que fue a cambiar los dólares y después vendió a uno de sus cómplices sino que también se quedó con una porción más grande de la torta de la que habían pactado.

    De acuerdo a los mensajes que había en el iPhone de su cómplice, Gualco le había dicho al resto de la banda que de los 25.300 dólares que había en el morral, 15 mil eran de él, como parte de la puesta en escena. Así, entre todos iban a repartirse los 10.300 dólares que en teoría pertenecían a Goransky y Castillo. Y Gualco se quedaba con 15 mil más, habiendo puesto solo 700.

    “El hecho tuvo matices de estafa”, dijeron a Clarín fuentes del caso. Aunque la imputación es por robo calificado ya que a los dos amigos que les robaron los dólares los amenazaron con un arma.

    Después del hecho, según sus cómplices, “Raviolito” se fue a Buenos Aires. Los investigadores lo corroboraron al analizar los movimientos de su celular, que impactó en distintas antenas de Capital Federal desde el 11 de julio.

    “Y yo tengo la misma astilla que vos hermano”, le dice Saborido a “Germán”. “Astilla”, en la jerga criminal, es la parte del botín que tenían que repartirse. “Pero si este gil nos quiso caminar, olvidate que en la próxima se la sacamos”, promete.

    Prófugos

    Con toda la prueba recolectada ahora, el martes se libró la orden de detención para Gualco y Saborido en Posadas al 1500 y Aristóbulo del Valle al 2600 de Mar del Plata. No los encontraron. Ahora pesa sobre ellos un pedido de captura. Y “Raviolito” podría volver a San Onofre.

    Fuente: Clarín

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