Por qué vacunan contra el Covid a docentes de 30 años antes que a gente con mayor riesgo
Ricardo Braginski
El plan de vacunación de la Argentina sigue generando dudas, que van más allá del escándalo de los vacunatorios VIP (o las dosis que se administran “por debajo de la mesa”). Los últimos movimientos también están mostrando que ganan lugares en la cola, aunque de manera legal, aquellos sectores que tienen mayor poder de presión o juego político. El caso más notable es el de los docentes que ahora anteceden a los más de 5 millones de argentinos que tienen menos de 60 años y alguna enfermedad preexistente, pero ningún sindicato que los represente.
A fines del año pasado, cuando el Gobierno nacional definió las prioridades para recibir las vacunas, fijó siete etapas. Esto supone que no se debe arrancar una hasta que no se termine la anterior. Esas etapas aún se pueden ver en el sitio oficial del Ministerio de Salud nacional y en el de la Ciudad, que este miércoles arranca la vacunación a docentes sin haber iniciado la de menores de 60 con riesgo.
Esas prioridades marcan que tras el personal de salud (etapa 1), siguen los adultos mayores de 70 (etapa 2), luego los de más de 60 (etapa 3), luego personal de fuerzas de seguridad (etapa 4). Le siguen los adultos de entre 18 y 59 años con factores de riesgo (etapa 5); y en la sexta etapa los docentes y no docentes.
Si este es el cronograma de prioridades, ¿cómo es que ahora un maestro de 30 años puede vacunarse antes que una persona de 55 años con diabetes o con enfermedades cardiovasculares, renales o respiratorias crónicas?
Muchos podrán decir que es correcto que los docentes, aún jóvenes, sean vacunados antes que gente de mayor edad con riesgos porque están al frente de cursos con muchos alumnos y, en caso de ser asintomáticos, pueden expandir el virus. Es un argumento atendible y a considerar, pero en ningún lugar está explicitado.
Desde el Gobierno porteño explican que este cambio repentino se debe a que recientemente el Gobierno nacional modificó la definición de personal estratégico y que, en ese movimiento, los docentes pasaron desde el puesto 6 al puesto 4 (junto a las fuerzas de seguridad), relegando así a los pacientes de riesgo. Ahora, si bien es cierto que el Gobierno nacional anunció hace dos semanas -tras el impacto del Vacunatorio VIP- que se cambiará la definición de “personal estratégico” no hay registro de que docentes y no docentes hayan pasado a la prioridad 4. Prácticamente fue un cambio de hecho.
Pero lo que sí pasó en estas dos semanas, y hay registros, es que arrancaron las clases presenciales en todo el país y que algunos gremios docentes y especialmente Ctera, que resistían volver al aula sin que haya mejores condiciones epidemiológicas o vacuna, ahora no se oponen al calendario escolar.
Este miércoles arranca la vacunación a docentes de la Ciudad con la vacuna Sinopharm. Antes ya se había iniciado en otras provincias, con diferentes marcas.
En estos días también "metió ruido" las expectativas que generó entre los docentes que el Ministerio de Educación nacional haya lanzado el “registro de vacunación contra el COVID 19 para el Personal de Establecimientos Educativos”. Es un sitio oficial donde los trabajadores de la educación puede “anotarse”, en principio, para el plan de vacunación. Deben llenar un extenso formulario dejando todos sus datos.
Pero resulta que como la vacunación la maneja finalmente cada una de las jurisdicciones, la mayoría de ellas –por ejemplo, Provincia y Ciudad- no tienen en cuenta esa información para la reserva de turnos, sino que siguen sus propios procedimientos. ¿Cómo se maneja la expectativa que le genera a una persona anotarse en un plan oficial de vacunación que después no tiene respaldo concreto en la realidad?
Todas estas preguntas quedan en el aire y la certeza de que, al menos por ahora, el Plan de Vacunación tiene más componente de negociación política que de política sanitaria. Los expertos insisten que la prioridad aquí, como en todo el mundo, deben ser el personal de salud y los mayores de edad. Pero que después tienen que haber reglas claras y un manejo responsable de las expectativas de la gente, sobre todo en medio de un panorama de escasez de vacunas.
Fuente: Clarín