Lula cumple este martes el primer mes de su tercer gobierno. No tiene mucho para festejar ni menos para relajarse, pero salió indemne y bien posicionado tras el intento de golpe impulsado por cientos de bolsonaristas radicales que atacaron el 8 de enero las sedes de los tres poderes del Estado en el centro de Brasilia.
El mandatario brasileño logró sofocar el golpe y aplacó las violentas protestas del movimiento extremista que sigue a Jair Bolsonaro. En contraste, el expresidente quedó sumamente debilitado y busca aferrarse a un visado de 6 meses para quedarse en Estados Unidos, al menos hasta mediados de año, y así evitar que su regreso a Brasil se convierta es un escándalo político, judicial y mediático.
“Bolsonaro ahora es casi radiactivo e incluso su partido busca alejarse de él y acercarse al gobierno”, dijo a TN el analista brasileño y profesor de Relaciones Exteriores de la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro, Joao Daniel Almeida.
Bolsonaro es investigado hoy por la justicia por su rol en la asonada golpista. Lula lo acusó de ser el instigador del ataque al corazón institucional del país que dejó alrededor de mil detenidos.
Lula recuperó la agenda internacional brasileña y quiere ser el líder de la región
Más allá del enorme sacudón que sufrió la democracia brasileña, Lula tiene un motivo para sonreír: recuperó la agenda internacional para Brasil y su figura volvió a ser un imán para los gobiernos de izquierda de la región.
Lula no oculta hoy su gran objetivo de liderar un nuevo bloque de países “progresistas” como el que monopolizó el área a principios de los 2000. Tras recomponer la relación con Argentina, quiere limar las diferencias con Uruguay por su decisión de negociar un tratado en solitario con China y encauzar el Mercosur.
De esa manera, busca erigirse en el líder negociador de un acuerdo con la Unión Europea que Bruselas prevé cerrar antes de mediados de año apurado por las urgencias de la guerra en Ucrania.
Más allá de cualquier consideración ideológica, Lula seduce a una amplia gama de gobernantes. No por nada el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, lo invitó a visitar la Casa Blanca el próximo 10 de febrero.
El canciller alemán, Olaf Scholz, lo visitó esta misma semana tras su paso por Argentina y Chile, y reabrió el grifo de fondos millonarios para proteger al Amazonas que estaban congelados desde 2019, en rechazo a las políticas ambientales de Bolsonaro.
En tanto, el mandatario francés, Emmanuel Macron, mantuvo un extenso diálogo telefónico con Lula. En París se habla de una visita oficial a Brasil tras una invitación formalizada por el propio mandatario brasileño.
Pero hay más. En marzo, Lula ya tiene en agenda un viaje a China que será clave no solo para su país, sino también para el Mercosur. Y en abril prevé una visita a Portugal, la puerta de entrada brasileña en la UE por los estrechos vínculos históricos entre ambos países.
“La política exterior de restablecer alianzas en el cono sur y la programación de viajes a China y Estados Unidos muestran la fortaleza internacional del presidente Lula, con un aumento considerable del volumen de entradas de capital extranjero a Brasil y portada en revistas financieras internacionales”, resumió Joao Daniel Almeida.