Por Camila Barros Palma
Migrar cuando pasaste los 50 años no es fácil. La familia, los amigos, el trabajo, una vida formada entra en juego a la hora de decidir, pero a veces la idea de buscar nuevos destinos pesa más.
María Angélica Fernández, más conocida como "Marita" tiene 55 años y reside en Madrid. Vivió en Mar del Plata casi toda su vida donde formó una familia y tuvo dos hijas. Con el pasó del tiempo, llegó la incertidumbre y a pocos años de jubilarse, con certeza de que iba a cobrar la mínima, "sentía que iba a ser una carga de alguna manera", señaló.
Este fue el puntapié inicial para fijar un nuevo horizonte y probar suerte en otro lugar con la esperanza de conseguir una mejor estabilidad que le permitiera vivir bien a ella y sus hijas.

-¿Por qué decidiste irte?
-Me vine más allá de tener un trabajo estable, pensaba a mis 55 años que el día que me jubile voy a tener la mínima, sentía que iba a ser una carga de alguna manera. Además, la inseguridad es absolutamente terrible, antes de irme, estando en la puerta de casa, intentaron robarme el móvil.
En cambio aquí, por más que la gente se queje que España, dentro de lo que es el primer mundo, la seguridad la tenemos. Vivo en una ciudad grande, pero tú te vas a tomar un café, una cerveza, te sientas y estás con el móvil encima de la mesa. Vas a un restaurante y dejas tu cartera, tu bolso, colgado en la silla, vuelves y nadie te toca nada.
Por otro lado, la inestabilidad Argentina es increíble, compras una leche y mañana no sabes a cuánto va a estar. Aquí sí sabés que más o menos vas a gastar el mismo dinero, a lo mejor unos céntimos más en 15 días o en un mes.
Otra de las cosas que te puedo decir es que al principio uno tiene esa sensación de querer estar aquí, no irse nunca más, de tener a todos sus afectos su familia, pero la verdad es que después te das cuenta que no puedes.
Siendo Argentina un país tan rico que no podamos disfrutarlo como se puede disfrutar aquí de trabajar, tener un piso digno, viajar cómodamente en el transporte público, te da esa cierta impotencia.
Entonces, ¿por qué no salimos todos, como cuando hay un Mundial, a quejarnos también de toda esta cuestión política? Pero bueno, creo que mucha gente se va y debe ser por esta misma situación, para vivir un poco mejor. Sí que cuesta, en mi caso, que he dejado una hija, a mis nietos y es muy fuerte. Entonces hay que poner todo en la balanza, pero es difícil así.
-¿Qué sentiste cuando te fuiste?
-Que me escapaba de Argentina, esa fue mi sensación, te juro, llegar al aeropuerto y decir subo, no podía creer estar arriba del avión. Yo creo que mandé algún mensaje antes de que comenzara, a alguien se lo dije: siento que me escapo de Argentina. Y la verdad que no es muy agradable tener esa sensación porque es tu país, tu tierra. Pero bueno, llegué aquí a España y te soy sincera, el día que aterrizó, al momento que aterrizó, en la hora que aterrizó, se me cayó un lagrimón.

- ¿Cómo fue el inicio del viaje?
-Yo me tenía que ir el 18 de abril del 2021 y tres días antes me anularon el pasaje a España, nadie me explicó nada, me ofrecían comprarlo en junio, pero pagando 700 euros más. Entonces dije que no, me quedé a ver qué pasaba y fue justamente el día que yo tenía que salir que mi padre falleció. Al tiempo me llamaron y me dijeron que el pasaje ya estaba. Así que mira qué locura, me vine con esas emociones.
- ¿Cómo es la vida en España?
-Todo el mundo te dice que es maravilloso, color rosa, y es mentira. Las cosas cuestan, siempre hay alguien que te recibe, que te abre las puertas de su casa, pero también te encuentras con lo que no esperabas. Amigos que no son tan amigos, familia que no está en familia.
Entonces, la cuestión se hace a veces un poco dura. De mi parte estuve cuatro meses en la casa de mis sobrinos en Valencia y no encontraba trabajo. Así que fueron súper duros, además de que ya venía con una carga emocional desde Argentina.
Lo primero que conseguí en Valencia, que me duró una semana y te pagaban nada, era poner unos puestos, unos mostradores de plástico en la cual tenías que estar parada en la calle, armarlo tú y llevarlo.
- ¿La situación mejoró?
-Después de eso decidí venirme a Madrid, donde me cambió un poco la historia. Llegué a alquilar un cuarto con unos chicos paraguayos divinos, pero es eso, estás en un cuarto.
En mi vida había vivido así, no es fácil, se extrañan los afectos, los amigos, las charlas. Lo que más se extraña es estar en tu casa y que te toquen el timbre o te manden un WhatsApp y te digan prepará el agua que ahí voy a tomar unos mates. No tenés a nadie, entonces comenzás con las videollamadas para ver quién está libre para hablar un poco. Es fuerte, pero va pasando el tiempo y te vas acostumbrando a que hoy no están todos disponibles, que tampoco puedes estar hablando todo el día y que tienes que adaptarte.

-¿A qué te dedicás ahora?
-Comencé acompañando a una señora 10 días y ahí entré en un call center que cubría partes de siniestros de coches durante 10 meses. Luego me llamaron para trabajar en CaixaBank, pero empleada por una agencia de colocación, donde estuve 7 meses. Por último, logré trabajar en una clínica privada como administrativa, que se asemeja a lo que hacía en Mar del Plata, recién ahí con un contrato indefinido.
-¿Cómo usás tu tiempo libre?
-Hago caminatas por los parques que aquí hay muchos, cuando puedo me escapo a la playa que la amo y la extraño. En Madrid me gusta la Casa de campo y el Retiro, disfruto de andar y que haya agua. Así me siento un poco más cerca y en verano si puedo me escapo al río, pero si es la playa mejor. También voy al gimnasio, aunque ahora dejé. Tengo más libertad y en estos dos años he hecho cosas que ni en 15 hice en Mar del Plata.
-¿Qué es lo que más extrañás de Mar del Plata?
-La costa, mis caminatas matutinas de La Perla a Constitución, el contemplar el mar sobre las piedras en la famosa zona llamada Villa Cariño, pasando el puente de los candados. Ir hasta el Torreón y tomar un café ahí contemplando el mar, los churros de Manolo.

-¿Qué le dirías a una persona que está pensando en probar suerte en otro país?
-Que se arriesgue con la cabeza reseteada, que va a vivir cosas que no se imagina. Desde el asombro, las comparaciones, las incertidumbres, que disfrute y no se cuestione. Que viaje, pero preparado para extrañar, y mucho, desde escuchar hablar como nosotros a ese lío argentino.
Siempre mirando para adelante con él objetivo puesto, que avance con ganas, una vez tomada la decisión hay que caminar sin vuelta atrás. Eso te va a llevar al éxito, sentirte bien y disfrutar lo que Argentina lamentablemente no nos puede dar, cómo seguridad, esperar un autobús y que pase al minuto correcto, la educación estatal y hospitales que no se caen a pedazos, todo funciona en tiempo y forma. Y sobre todo que agradezca cada cosa que se le presenta porque será perfecta para el próximo paso.