A 29 años de un hecho que cambió a la ciudad
Los XII Juegos Deportivos Panamericanos de 1995 le permitieron a la ciudad transformarse en un polo deportivo nacional.
Un día como hoy, pero de 1995 se inauguraban oficialmente en Mar del Plata los XII Juegos Deportivos Panamericanos, un evento que cambió para siempre a la ciudad al dotarla de una infraestructura que antes no poseía y que con el paso de los años le permitió ser sede de, por ejemplo, de la final de Copa Davis, un torneo Preolímpico de Básquet, y dos Final Six de la Liga Mundial de Vóley, por citar algunos.
Sin embargo, para llegar a ese 11 de marzo el proceso iniciado por un grupo que intentaron llamar peyorativamente “vecinos”, debieron sortear distintos momentos, algunos de alegría, otros con sinsabores, incertidumbre, un cambio de gobierno en el medio, pero con la certeza de dejarle un legado a la ciudad que aún persiste.
La historia comenzó en 1986 cuando el Comité Olímpico Argentino tomó la decisión de postular a la Argentina como sede de los Juegos Panamericanos de 1991 al cumplirse ese año el 40 aniversario de los primeros juegos realizados en Buenos Aires.
Así las cosas, el organismo que rige el deporte olímpico envió cartas a Buenos Aires (que rechazó el convite), Córdoba, Rosario y Mar del Plata invitándolas a presentarse a competir por ser la sede a postularse ante la entonces Organización Deportiva Panamericana, ODEPA, hoy llamada Panam Sports, ya que son las ciudades quienes deben candidatearse en representación del país.
La capital argentina desecho participar del convite, entonces todo se dirimiría entre las tres ciudades del interior, poco menos de dos meses después, el 11 de septiembre de 1986 en las oficinas del Comité Olímpico Argentino.
Para esa cita, Mar del Plata se presentó con un caudal de información y un estado de situación pocas veces visto, conociendo todas las virtudes que tenía y también todo lo que le faltaba, proponiendo un plan especifico para solventar las falencias, gracias a un trabajo artesanal de un equipo de trabajo que aprovechó los manuales técnicos utilizados en los juegos de Caracas en 1983, aportados por Rubén Aguilera, miembro de ese grupo, quien había estado como juez de marcha en aquella ocasión. Pero la balanza la terminaría de inclinar la soberbia alocución del entonces intendente Ángel Roig y un cierre casi perfecto con un audiovisual realizado por Manrique Zago donde mostraba a “La Feliz” en toda su dimensión.
Los resultados del sufragio final fueron contundentes, Mar del Plata lograba ser la representante con 25 votos contra 4 de Rosario y solo 2 de Córdoba.
El próximo paso fue el más difícil y el que a las postres pondría a la ciudad y sus dirigentes en consideración del mundo entero, porque en Barbados, la pequeña isla del caribe, el lugar elegido para la asamblea del organismo panamericano donde se definiría la sede de 1991, Mar del Plata debía luchar contra La Habana, Cuba, acaso una de las potencias deportivas en este tipo de competencias, cuyos representantes venían con la orden directa de Fidel Castro de obtener la plaza sí o sí.
Con esa tensión se llegó al 11 de noviembre de 1986, por un lado, la comitiva marplatense integrada por solo cinco personas, el jefe comunal Ángel Roig, Elgard Ruberto (secretario de Turismo), Juan Carlos Derosa (director de Prensa), Jorge De La Canale y Rubén Aguilera, sumado a representantes del Comité Olímpico Argentino y del gobierno nacional; mientras que, la delegación cubana encabezada por Miguel González Guerra, llevó a varios de sus medallistas olímpicos, panamericanos y mundiales.
La lucha se presentaba desigual, en cuanto a la posibilidad de hacer la parte política de sumar votos para la causa, sin embargo, a la ciudad la amparaba el reglamento que decía que debían realizarse en el hemisferio sur, dado que los de 1987 se realizarían en Indianápolis, pero del otro lado, estaba la amenaza latente de un posible boicot de no lograr el objetivo.
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Así las cosas, el dirigente boricua Germán Rockehoff, llamó a pasar a un cuarto intermedio, como medida preventiva, porque muchos pensaban que de ir a una votación sería “La Feliz” la ganadora y eso podría generar la división del organismo panamericano.
Y en una de las habitaciones del hotel, Roig tomó la difícil decisión de declinar la candidatura y solicitar la de 1995, pesé a que él ya no estaría como jefe comunal, porque entendía que realizar unos juegos sin Cuba era restarle calidad al evento.
Minutos más tarde sucedió lo impensado, porque cuando pidió la palabra ante todos los representantes y oficializó la decisión, se hizo un silencio sepulcral quebrado por una ovación que aún hoy casi cuarenta años después se puede escuchar, ganándose así el respeto y admiración de encumbrados dirigentes del deporte panamericano.
Regresando a Mar del Plata con la promesa de que sería la sede de 1995, cosa que se confirmó el viernes 13 de octubre de 1989.
A partir de allí el trabajo fue arduo, el 21 de septiembre se conformó el primer COPAN ’95, integrado exclusivamente por personas de la ciudad, que tuvo entre sus miembros a Juan Carlos Derosa (Presidente), Fernando Rodríguez Facal (vicepresidente), Esteban Macchi (secretario), Rubén Aguilera (prosecretario), Carlos Palumbo (tesorero) y que en calidad de vocales estaban: Jorge De La Canale, Pascual Marinucci, Mauricio Irigoin, Hector Carnicero, Juan Caceres, Alejandro Martínez Viademonte, Darwin Manuel, Vicente De La Colina, Julio Gayone y José María Lopetegui.
Ellos establecieron las bases del trabajo a realizar, fueron a La Habana en 1991 para ver de primera mano todo lo que podía acontecer y tomar nota. Pero en octubre de ese año, todo comenzaría a cambiar, con la asunción de Mario Russak, ya que este no parecía estar muy convencido de la realización de los Juegos en la ciudad y de no ser por la determinación de aquellos dirigentes, junto al apoyo incondicional del presidente de la ODEPA, el mexicano Mario Vásquez Raña, casi lo logra.
De hecho, el nuevo jefe comunal con sus trabas hizo que el primer comité organizador presentara la renuncia y posteriormente estableció un nuevo ente tripartito, que se llamó COPAN ’95 Sociedad de Estado, donde debilitaba el poder local y le brindaba más autoridad a la Nación y la provincia.
A su vez, también demoraba la concreción de las obras y en el medio sucedió un hecho impensado, cuando el 20 de febrero de 1992, la ciudad sufriría uno de los peores temporales de su historia, cuando en menos de catorce horas cayeron 235 mililitros, dejando bajo el agua al entonces estadio “Mundialista” hoy “José María Minella”, que sería uno de los escenarios principales al recibir las ceremonias de apertura y clausura, más los partidos de fútbol y otros deportes en sus gimnasios interiores.
Allí nuevamente, una decisión política sería determinante, porque el presidente Carlos Menem, en su recorrida por la zona afectaba, aseguraba que, a pesar de las perdidas, el evento deportivo no corría ningún tipo de riesgo de cancelación.
Los Juegos fueron récord por varios motivos. Primero, por la cantidad de países que participaron 42 en total; segundo, por la cantidad de deportes ya que hubo 40 disciplinas pertenecientes a 34 deportes, de los cuales siete se incorporaron en ese Juegos (bádminton, racquetbol, pelota, squash, karate, triatlón, y esquí náutico). En consecuencia, se repartieron incluso más medallas que en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, al entregarse 1366 preseas (432 de Oro, 433 de Plata y 501 de Bronce).
En cuanto a caudal de personas, cabe destacar que participaron 5.144 atletas, 1.872 oficiales y auxiliares, 227 médicos, 2.358 Jueces entre nacionales e internacionales, 2.700 periodistas y alrededor de 9.000 voluntarios.
Además, en lo estrictamente deportivo se establecieron 86 nuevos primados de los Juegos, algunos continúan vigentes hasta hoy como el del cubano Javier Sotomayor en el Salto en Alto con 2.40 metros o el del brasileño Wander do Prado Moura en los 3000m con obstáculos, este último también sigue siendo récord sudamericano en la distancia.
A su vez, hubo seis sub sedes: Necochea, Tandil, Miramar, Buenos Aires, Santa Fe y Paraná, que albergaron deportes como el fútbol, handball, baseball, softball, esquí acuático y mountain bike.
La mayor delegación fue la de Estados Unidos con 1.200 personas, de las cuales 800 eran atletas, sumados a dirigentes, médicos, oficiales y entrenadores. Le siguió la de Argentina con 1.030 personas (750 atletas), posteriormente Cuba con 794 integrantes (497 atletas); Canadá con una delegación de 680 integrantes (512 deportistas) y Brasil con 650 personas (450 deportistas); y la más pequeña fue la de Islas Vírgenes con tan solo un atleta.
La inauguración fue, ni más ni menos, que la fiesta popular más importante en la historia de la ciudad, porque después de tanto sufrir con el tiempo, los marplatenses tuvieron el premio a una etapa de trabajo, esmeros, desvelos y sacrificios. Contó con la presencia de personalidades importantes de la dirigencia deportiva en el Palco de Honor, como el entonces presidente de la FIFA, el brasileño Joao Havelange; el presidente del Comité Olímpico Internacional, Juan Antonio Samaranch y el Ministro de Deportes de Brasil, y acaso una de las máximas figuras del fútbol mundial, Edson Arantes do Nascimento, más conocido como “Pelé”, quien acompañó y dio gestos de reconocimiento y gratitud junto al presidente de la ODEPA, quien sin dudas, fue el mayor aliado marplatense en este periplo, Mario Vázquez Raña. En el Palco también estaban el presidente de la Nación, Carlos Saúl Menem; el titular del COPAN, Francisco Mayorga, y el intendente Russak, quien recibió un abucheo general cada vez que era nombrado por el conductor Juan Carlos Vilches.
Cuando el reloj indicaba las 20.30 del domingo 11 de marzo, el estadio vibró de emoción al ver ingresar a Nora Alicia Vega con la antorcha Panamericana. La excelsa patinadora recorrió el campo de juego hasta la platea descubierta donde estaba el pebetero, su rostro concentrado y feliz, se cargó de lágrimas de alegría al momento de mezclarse con el público. Seis minutos más tarde, parada en las escalinatas del Pebetero, tras hacer una reverencia a los cuatro puntos cardinales, encendió la llama y así dejó inaugurados formalmente los XII Juegos Deportivos Panamericanos.
Tras el encendido del pebetero, vino el juramento por parte de un deportista en representación de todos los demás y el elegido fue el entonces atleta y hoy destacado entrenador de atletismo, Leonardo Malgor, acompañado por el tenista Javier Frana, quien era el abanderado de la delegación argentina.
Si hablamos de las ausencias, las más resonantes en la delegación nacional fueron las de Gabriela Beatriz Sabatini, Jorge Horacio Centurión y la de los hermanos marplatenses Juan Esteban y Gabriel Ovidio Curuchet.
Sin embargo, hubo otra ausencia que pasó inadvertida, pero que al revisar el frondoso archivo surge y vale rescatarla del olvido y es la de Diego Armando Maradona, fallecido el 25 de noviembre del 2020. En una visita a nuestra ciudad, durante el verano de 1994, cuando era jugador de Newell’s Old Boys de Rosario, había manifestado su deseo de ser “panamericano” en una entrevista mano a mano con los responsables de prensa del COPAN ’95 que quedó reflejada en la edición Nº 4 de la revista Noti – COPAN publicada en marzo de 1994. Ese sueño quedaría trunco dado que en el Mundial de Fútbol 1994, en Estados Unidos, Maradona dio positivo en el control antidoping tras la victoria por 2-1 sobre Nigeria, lo que le valió una sanción de 15 meses de suspensión.
En cuanto a números hay que decir que la Argentina cosechó 159 medallas en total, de las cuales 40 fueron de oro, 45 de plata y 74 de bronce, que le permitieron ocupar el cuarto lugar en el medallero final, detrás de los Estados Unidos, primero con 424 (169-146-109), Cuba, segundo con 238 (112-66-60) y Canadá, tercero con 177(48-60-69).
La delegación argentina contó con la presencia de 22 deportistas marplatenses: Sandra Patricia Izquierdo, Verónica Andrea Depaoli, Ana María Comaschi, Mariano Sala, Leonardo Michel Malgor y Guillermo Cacián (atletismo); en hockey sobre césped, Carlos Retegui; Gastón César y Pablo Fajián (natación). Natalia Martínez, Nora Vega, Sergio Mc Cargo, Guillermo Trinarolli y Andrea González (patín carrera). Ezequiel Albelo (squash); Patricia Santana (taekwondo). Bettina Fulco (tenis). Silvia Pollano y Rafael Olivera Arauz (tiro). Silvana Calcagno y María Victoria Coronel (triatlón) y Mariana Ratti, junto a Paula Parisi en vóleibol.
Quienes obtuvieron un total de 20 medallas: seis de oro (Carlos Retegui, en hockey sobre césped; Nora Vega, en patín 300 m contra reloj pista y 5.000 m americana; Andrea González, patín; 5.000 m americana; Bettina Fulco, tenis por equipos y Rafael Olivera, tiro pistola estándar 25 m), cuatro de plata (Nora Vega, patín; 300 m contra reloj ruta; Andrea González, patín; 1.500 m por eliminación ruta; Ezequiel Albelo, squash por equipos; Rafael Olivera, tiro por equipos pistola estándar 25 m) y diez de bronce (Nora Vega, patín; 500 m en línea; Sergio Mac Cargo, patín; 300 m contra reloj pista, 10.000 m americana pista, 300 m contra reloj ruta y 500 m en línea ruta; Natalia Martínez, patín 10.000 m por eliminación pista; Guillermo Trinaroli, patín maratón 42 km ruta; Patricia Santana, taekwondo categoría mini mosca hasta 43 kg); Bettina Fulco, tenis singles y Rafael Olivera, tiro por equipos pistola de fuego central 25 m).
Por los nombres propios que participaron podemos decir que el certamen disputado en Mar del Plata quizás fueron los últimos que aglomeraron tantas estrellas, con medallistas olímpicos y mundiales, como en el caso del atletismo con los cubanos Sotomayor, Ivan Pedroso, Ioanmet Quintero o Laiza Carrillo, el ecuatoriano Jefferson Pérez, el brasileño José Luis Barbosa o el estadounidense Roger Kingdom o en boxeo el del cubano Felix Savon.
También para resaltar el dominio argentino con los oros en fútbol, básquet, vóley, tenis, y el hockey sobre césped masculino y femenino.
En el caso del básquet fue la primera vez que lograba el primer lugar en un Panamericano, podría decirse que allí comenzaron a sentarse las bases para lo que termino siendo la Generación Dorada, ya que dos jugadores de ese plantel, Fabricio Oberto y Rubén Wolkowyski, casi una década después se consagrarían en Atenas 2004.
La apasionante final del vóley entre la Argentina y los Estados Unidos, que se dirimió en un tremendo tie-break, con un estadio Polideportivo colmado, acaso con más personas que las permitidas, sentadas en las escalinatas.
La consagración definitiva de Nora Vega, que en una muestra de vigencia se adueño de tres medallas, dos de oro y una de bronce.
Pasaron ya 29 años, de ese momento histórico que cambió para siempre a Mar del Plata, porque le permitió afirmarse definitivamente como un polo deportivo a nivel nacional e internacional. Porque gracias a la infraestructura heredada de aquella cita, dejó de ser solo la ciudad donde se disputaban los torneos de verano de fútbol y paso a albergar eventos impensados, como una final de Copa Davis o un preolímpico de básquet, por citar dos nada más.
Sin dudas, la Mar del Plata deportiva de hoy no existiría sin aquel legado de esos “vecinos” que soñaron y añoraron una ciudad grande.
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