Abusos en la niñez: los signos para identificarlos
La denuncia radicada por los padres de un jardín de la ciudad puso el foco sobre la violencia sexual en los niños.
El jardín maternal y de infantes es una herramienta fundamental que contribuye al desarrollo integral de los niños. Esto se debe principalmente a que el aprendizaje que tienen en estos espacios generan un crecimiento cognitivo, emocional y afectivo al compartir con sus pares.
Sin embargo, ¿Qué sucede cuando estos espacios pensados como soporte y acompañamiento para el progreso del niño no son seguros? Esta pregunta se han hecho muchas familias de Mar del Plata en los últimos días.
A principios de abril, los padres de un jardín provincial de la ciudad denunciaron una serie de abusos a niños de la salita naranja. “Mi nene tiene tres años y hace unos días empezó a tener un comportamiento extraño”, contó una madre.
“Si bien cada caso es particular debemos estar atentos a las manifestaciones físicas y psicológicas que se presenten en forma espontánea, tales como problemas en la escuela, llantos, pesadillas u otros problemas en el sueño, angustia, inhibiciones y fobias para concurrir a determinados lugares, entre otras”, explicó la psicóloga Cecilia Anton.
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Los indicadores psicológicos y del comportamiento pueden variar según la víctima y el tipo de abuso. No obstante, hay algunos puntos fundamentales para tener en cuenta:
Indicadores psicológicos altamente específicos:
● La revelación por parte del niño, niña o adolescente de haber sido objeto de abusos sexuales.
● Síndrome de estrés postraumático (cuando no haya padecido enfrentamiento a la muerte o a un accidente grave de acuerdo al DSM V -Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales-).
Indicadores psicológicos compatibles con probable abuso:
● Conductas hipersexualizadas y/o autoeróticas
● Masturbación compulsiva.
● Variantes peculiares de los juegos de “médicos”, “los novios” o “el papá y la mamá”.
● Utilización de la fuerza física o la coerción psicológica para conseguir la participación de otros niños, niñas o adolescentes en los juegos sexuales.
● Juegos sexuales con otros niño/a o adolescente mucho menores, o que están en un momento evolutivo distinto.
● Acercamientos peculiares a los/as adultos/as (tratar de tocar u oler los genitales del adulto).
● Acomodarse sobre un adulto/a en la cama y simular movimientos de coito.
● Pedir que le introduzcan o tratar de introducir la lengua al besar.
● Conocimientos sexuales inusuales para la edad.
● Promiscuidad sexual, prostitución o excesiva inhibición sexual (en adolescentes).
Indicadores psicológicos inespecíficos:
● Retraimiento social.
● Temores inexplicables ante personas o situaciones determinadas.
● Trastornos del sueño (pesadilla, terrores nocturnos).
● Hiperactividad.
● Fobias y/o temores intensos.
● Trastornos de la conducta alimentaria.
● Dependencia excesiva.
● Dificultades de aprendizaje o alteraciones en el rendimiento, de aparición brusca e inexplicable.
● Fugas del hogar.
● Tendencia a permanecer en la escuela fuera del horario habitual.
● Conductas violentas de riesgo para su integridad física.
● Consumo de sustancias psicoactivas.
● Autolesiones.
● Intentos de suicidio.
● Trastornos disociativos.
● Depresión severa.
¿Cómo hablar con los niños sobre el abuso?
Las relaciones emocionales que se desarrollan con los niños habilitan un espacio de seguridad y comodidad que muchas veces propician el diálogo. La palabra de los infantes es fundamental para develar las situaciones que viven día a día. Pero muchas veces, ante casos de abuso, el canal de diálogo queda trunco.
“Si el abuso se devela porque el niño o niña lo cuenta, es importante que quien toma conocimiento tenga la capacidad de habilitar un espacio de escucha. Hacer demasiadas preguntas o querer saber mayores detalles pueden agravar el daño. Es recomendable que pueda hacerse una escucha atenta, dejando que se exprese espontáneamente en un espacio adecuado, sin interrupciones, juzgamientos, o culpabilizaciones, transmitiendo que la situación que se revela es de interés para el interlocutor”, señaló la profesional.
También se debe tener en cuenta que dentro de las instituciones “existe la posibilidad de recurrir a equipos y/o profesionales preparados para atender e intervenir sobre lo que le está sucediendo (ya sean Equipos de Orientación Escolar, Equipos Distritales de Infancia y Adolescencia dentro de las escuelas, o Equipos de Salud dentro de CAPS y hospitales, entre otros)”, acotó.
De modo que “resulta necesario e importante que la persona en la que el niño o niña ha depositado su confianza, lo acompañe hasta los servicios o equipos que se indican como idóneos. Asimismo, dependiendo de la edad, se le puede ofrecer un espacio de escucha activa en el consultorio de Psicología en presencia o ausencia de sus padres y/o cuidadores, según el caso”, destacó.
“Sin culpabilizar, moralizar, discriminar, sino por el contrario, facilitando el diálogo y las expresiones narradas o mediante juegos y dibujos para lograr la expresión de las situaciones de abuso, las que pueden ser de dos tipos: traumáticas y conflictivas, o por el contrario, elaborativas o narrativas. Dependerá de cada caso, de la conciencia que pueda tener un niño o niña de que ha sido abusado o no”, agregó.
La identificación del abuso es un proceso de dos tiempos que surge a partir de los signos de trauma: “Una escena que puede iniciarse como un simple juego, y, un segundo tiempo donde aparecen la sensación de abuso, el asco, la vergüenza, la moral. La resignificación de estos casos suele ser muy violenta y angustiante por eso es importante evaluar al sujeto y a su entorno familiar. Lo principal es no desmentir los hechos pero tampoco exagerarlos.
El lenguaje de los niños es literal de acuerdo a su edad, por eso siempre es favorable hablar según su entendimiento con personas de confianza de modo simple y claro”, declaró Anton.
¿Cómo ayudar a un niño que fue víctima de abuso?
En caso de sospechas de que un niño fue víctima de abuso, es necesario acercarse a un Centro de Atención Primaria de salud o a un hospital donde van a poder evaluar y asesorar sobre el caso. A su vez, se debe radicar la denuncia en la comisaría para que puedan tomar las medidas pertinentes.
Igualmente, al detectar un caso, “se aconseja evitar el contacto directo y a solas entre los actores involucrados. Desde mi experiencia, es importantísima la evaluación psicológica de los denunciantes, ya que podrían estar influenciando demasiado activamente a los niños y niñas a su cargo. A veces se puede caer en conductas extremistas, que van desde la desmentida y negación, hasta la actuación de determinadas fantasías”, expresó.
“Lo más difícil en los casos de abuso es mantener una escucha profesional que puede extenderse a varias entrevistas y el trabajo en equipo. También sucede que lo que expresa un niño puede ser distinto a lo que entiende un sujeto adulto y también hay que entender que algunas denuncias pueden potenciarse como efecto de manifestaciones de un grupo. Por ello es muy importante el trabajo profesional en equipos para evitar los sesgos en el procesamiento de la información”, continuó.
Por consiguiente, “la ayuda consta de apoyo, orientación y tratamiento psicológico y eventualmente psiquiátrico para el paciente y sus familias. Orientación legal y consulta médica, mediante la cual se podrán encontrar o desestimar factores físicos que inciden negativamente en el desarrollo normal de niños y niñas”, sentenció.
Contextos sociales y abusos en la niñez
Los casos de abuso en la niñez no distingue de clases sociales. Se pueden dar en un contexto intrafamiliar, es decir por parientes o personas que conviven con la víctima, o extrafamiliar, como instituciones educativas o en la calle.
Para entrar en detalles, “en el contexto extrafamiliar puede que sea un episodio único y se trate de un exhibicionista, pedófilo, psicópata. Hay generalmente una respuesta del entorno y sentimientos de culpa. Cuando es un conocido de la familia, puede tener el respeto por parte de la familia, hay negación o minimización, es durable en el tiempo, hay fase de seducción. Cuando se trata de abuso sexual intrafamiliar como en los casos del incesto por ejemplo hay fases: de seduccion, de abuso y de silencio. Luego de descubrirse hay fases de divulgación y fase represiva”, remarcó la psicóloga.
“A veces lo más dramático para la infancia es no ser escuchado por sus propios padres y no ser cuidado por ellos. El abuso sexual y la discapacidad es un topico que merece un capitulo aparte”, concluyó.
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