Bajo el barro y el olvido: la historia del primer cementerio de Mar del Plata
Ubicado en el sur de la ciudad, donde hoy se encuentra el barrio Villa Titito.
A simple vista, Villa Titito parece un barrio más del sur de Mar del Plata. Calles de tierra, casas humildes construidas con esfuerzo, familias que van y vienen entre Calabria y Tripulantes del Fournier. Pero lo que pocos saben —y menos aún recuerdan— es que en ese suelo, donde hoy juegan chicos y se levantan casas de ladrillo, descansan los restos del primer cementerio de la ciudad.
Fue en 1874, apenas unos años después de la fundación de Mar del Plata, cuando se construyó el primer camposanto. Un terreno alejado del núcleo urbano de entonces, improvisado, sin cercos ni mármol, pensado para enterrar a los primeros vecinos y trabajadores que morían en esta tierra nueva. Allí descansaron inmigrantes, criollos, pescadores, mujeres y niños. Todos los que fueron quedando en el camino mientras la ciudad crecía.
Pero la expansión de Mar del Plata y las preocupaciones sanitarias de la época llevaron a su clausura en 1885, con la apertura del Cementerio de La Loma, mucho mejor ubicado y estructurado. Lo que vino después fue el olvido. El terreno quedó ahí, sin cruces, sin lápidas, sin memoria. Como si nunca hubiera existido. Con el tiempo, fue absorbido por la trama urbana informal y dio origen al barrio hoy conocido como Villa Titito.
La memoria que no se escribe
Los vecinos del barrio —en su mayoría trabajadores, migrantes internos y familias con pocos recursos— no crecieron sabiendo que vivían sobre tierra sagrada. Algunos, con el tiempo, empezaron a notar cosas. Al excavar para hacer pozos, para levantar paredes, encontraban huesos, trozos de ataúdes, piezas antiguas. Lo contaban entre ellos, bajito. Sin escándalo, sin denuncias. Como si fuera parte de una historia que no sabían muy bien si podían contar.
No hay placas. No hay documentos públicos en el barrio. Ni siquiera un cartel que indique que ahí hubo algo. El primer cementerio de Mar del Plata fue tragado por el olvido urbano.
Lo único que queda es el relato oral, sostenido por algunos historiadores locales, por notas en diarios que intentaron rescatar la historia y por los vecinos que todavía recuerdan las cosas raras que encontraron en el patio de su casa.

¿Qué hacemos con la memoria?
En los últimos años, Villa Titito fue incluido en el Registro Nacional de Barrios Populares (RENABAP), y comenzaron tareas de regularización. El municipio avanza con obras, servicios y proyectos para integrar el barrio a la ciudad formal. Sin embargo, nadie ha hablado aún de la historia que duerme bajo sus cimientos.
¿No sería justo, al menos, levantar una señal? ¿Un cartel, una placa, algo que diga: “Aquí comenzó la historia funeraria de Mar del Plata”? ¿No es parte de nuestra identidad?
La historia urbana suele tener estas paradojas: los lugares donde empezó todo, muchas veces, son los primeros en ser olvidados. Villa Titito no es solo un barrio vulnerable. Es también una cápsula de memoria tapada por años de indiferencia.
Y quizás haya llegado el momento de hacer algo más que construir sobre sus tierras. Quizás haya que recordar, recuperar, respetar.
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