Básquet en la sangre: un recorrido por los inicios de la carrera de Luca Vildoza
Por Marcelo Marcel
Ama al Indio Solari. Poco menos que a su familia, claro está. Pero recurre a frases del compositor para mantener presente su forma de ser: rebelde, pero de perfil bajo y dentro de la cancha. Nunca le gustaron las notas. Tímido, se refugiaba entre sus amigos aunque dentro de la cancha, desde que picó la naranja por primera vez, ya se lo veía con cualidades de crack.
En independencia 3030, gimnasio Valentín Pérez, dio sus primeros pasos. Era lógico pensar eso: su abuelo era presidente de Kimberley en ese tiempo y en la mesa de su casa solo se hablaba de básquetbol.
Su padre, tucumano que llegó a Mar del Plata en la década de los 80 para sumarse a Quilmes (y campeón de Liga con Peñarol en la 93/94), no fue quien lo convenció de pasar al “tricolor”: fue su abuela. Y así nació el romance con el “cervecero” y su rica y destacada historia que lo tiene hoy, con apenas 24 años, viviendo un momento único para todo atleta de elite.
Este es Luca Vildoza, quien en su perfil de Twitter usa la frase: No me hablen de esperanzas vagas, persigo realidad!. Es quien superó obstáculos bravos en el deporte que acaso lo hubiesen puesto hoy como espectador del básquetbol, su deporte preferido.
?️ "¡Somos campeones, p*** madre!"@LucaVildoza, EMOCIONADO tras ganar la #LigaEndesa
? En directo por @vamos pic.twitter.com/Lrsn0Knqrd— Liga Endesa (@ACBCOM) June 30, 2020
Su tenacidad, voluntad de hierro y esa condición de reponerse en las difíciles, no lo vencieron más allá de las fracturas de tobillo, de cúbito y radio expuestas en un amistoso, dolores recurrentes de espalda y hasta la fractura de un dedo de un pie tras patear, de bronca, una silla durante un partido. Dicen que en eso salió a su madre, de espíritu luchador, reconocido hasta por el propio Marcelo.
Quién conoce a la perfección a este talentoso joven es Luis Fernández, quien casualmente está emparentado con la historia de los Vildoza: fue compañero de Marcelo, su papá, en Quilmes, y guió los destinos de Luca, en las inferiores del “tricolor”.
“Marcelo llegó en el 87 desde Tucumán para sumarse a aquellos años de Quilmes comenzando a hacer Liga C con el Huevo Sánchez, DT” recuerda Fernández" base de aquel equipo ante El Marplatense.
“Con Marcelo formamos una amistad que supera los 30 años ya”, recuerda Luis Fernández, de 58 años e identificado con Quilmes, actual coordinador del básquetbol (ilustrada en la foto de abajo en la década del 80).
Vildoza llegó desde Tucumán con otros basquetbolistas que contrató Quilmes para dar sus primeros pases de la ya desaparecida Liga Nacional C. A “palito”, como lo apodaron, se agregaron el “Bebe” Zeballos, el Pichi Landette, César Rodríguez, Gerardo Corroto para sumarse a Fernández, el legendario Eduardo Dominé, Daniel Cotognola y dos americanos, Murphy y Scales, para conformar aquel equipo. Bianchelli, los hermanos Martínez y Germán Sosa también estaban en ese plantel que dirigía y moldeó el fenomenal Huevo Sánchez.
Se enamoró en Mar del Plata. Se casó con Gabriela, otra apasionada del deporte y juntos armaron una familia.
"A Quilmes llegó de la mano de su papa. Era distinto. Hacía cosas lindas, muy plásticas para un chico de su edad. Hizo la escalera, como se dice", recuerda Luis, como si fuese hoy.
A la hora de repasar hechos y situaciones de Luca durante la charla, no dudó en resaltar su cariño por los amigos del mini basquetbol: "Hay una anécdota que lo muestra de cuerpo entero. Ya estaba en el equipo profesional y quiso despedirse de sus compañeros del grupo de amigos del mini (foto). Vinieron a hablar conmigo Tomy Alonso y Coco Piñero para que lo deje jugar…y asi fue y tuve un disfrute enorme de verlo jugar".
"Despues de algunos años, con 15 años debuta en el equipo de U19 de Quilmes con Takavek Gallizzi, entre otros. Nombro a ´Taya´, porque los dos terminaron siendo subcampeones del mundo el año pasado, cosas del deporte no?" rememora.
Luis Fernández, como buen "ojeador" y detector de talentos, siempre tuvo claro que Vildoza tenía talento de sobra pero varias situaciones complejas para un deportista lo marcaron para crecer.
"El paso más grande de Luca lo da desde su interior y después lo trasladó al basquetbolista. Siempre fue correcto y maduro pero el temple que gestó su cabeza al tener lesiones muy duras y en momentos antes de llegar a la selección de formativas, de lastimarse feo y ser operado, formó una mentalidad en él de seguir progresando", remarcó.
A la hora de analizar su crecimiento, señaló que "ya en Liga empieza a modificar su cuerpo y le agrega a quienes como él tienen el talento innato, que es la defensa. Sergio Hernández lo pone en el mundial a defender. Es notorio ese crecimiento. La cuestión defensiva la fue mejorando, considero que debe mejorar el uno contra uno para ser catalogado entre los mejores bases del mundo. Es muy táctico. Hace un partido de semifinales estupendo en defensa con más de 20m en cancha. Erro todo adelante y no lo sacó el DT que ni más ni menos es Dusko Ivanovic. En la final sigue con ese trabajo parejo de defensa y en ataque, desde la lectura de juego y goleo, hace un partido completo".
Según el conocimiento de Luis Fernández, con más de medio siglo ligado al deporte, "su cabeza es la que maneja todo lo que es Luca, el techo lo tiene bastante arriba. Desde mi humilde opinión, más allá del cariño que le tengo a él y a su familia, tiene destino para grandes cosas".