¿Cómo impacta el estrés en la vida cotidiana?: recomendaciones para superarlo
La licenciada en Psicología, Alejandra Linardi dialogó con El Marplatense y explicó cuáles son los detonantes y cómo sobrevivir con hábitos.
Desde la pandemia, la sociedad despertó una preocupación que antes no era tan nombrada, la salud mental. En muchos casos, el encierro despertó síntomas que antes no se habían padecido como ansiedad, estrés, ataques de pánico y eso hizo que muchos colapsaran.
Además, a esto se sumó el contexto económico y social que atravesamos en donde los salarios y las obligaciones a pagar se transformaron en una problemática grave. En ese sentido, para saber más al respecto y cómo sobrevivir a ello, El Marplatense dialogó con la licenciada en Psicología, Alejandra Linardi quien explicó cómo llevar una más saludable desde el aspecto mental.
"La rutina puede ser buena o mala, depende de la graduación con la que nosotros la usemos. La falta de ella, hace que una persona esté desorganizada, tenga ansiedad, estados de ánimo incluso con altibajos, porque en realidad los seres humanos desde que nacemos cumplimos con una serie de rutinas. De hecho los niños las necesitan para crecer en forma sana y ordenada", afirmó la Psicoanalista.
"Lo que sucede con esta cuestión es que si lo llevamos a un nivel extremo y nuestra vida es una secuencia de hábitos, esto genera como un hastío, un agobio porque se pierde la creatividad y la espontaneidad. Se genera una sensación de que nada importa, una desesperanza, apatía porque todo da lo mismo. Entonces no podemos decir que la rutina es buena o mala pero si que si no es usada con espacios de flexibilidad, esto derivará en un agotamiento en el sujeto que podría llevar incluso en síntomas depresivos", siguió.
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Con respecto a los hábitos, expresó que "la niñez o en la vejez son dos momentos donde las personas si o si los usan para ordenarse. Los abuelos se levantan siempre a la misma hora, hacen las mismas cosas y esto los mantiene saludables y con poca ansiedad. En la edad media, el hábito, la secuencia de estos hechos, es necesario pero hay que tener mucho cuidado en ese límite donde uno empieza a sentir que eso le afecta en la calidad de vida".
"También es verdad que vivimos en un mundo de estrés constante, porque la cultura nos obliga a tener objetivos, logros, expectativas muy altas y a veces tenemos que generarnos presión y para ello tener mucha disciplina y rutina que nos quita tiempo de ocio y recreación. Todo eso supuestamente para lograr objetivo, vivir mejor, ser más felices, por ejemplo tener más plata, un mejor trabajo. Pero no entendemos que el día tiene 24 horas, por eso hay libros que hablan de que vivimos en una sociedad del cansancio porque nos genera todo lo contrario a vivir mejor, por eso hay tantos ataques de pánico, de ansiedad, depresión", indicó Linardi.
"Muchas fueron disparadas por la pandemia pero fue algo que siguió, porque se vive a mil, lleno de obligaciones, sin poder de creatividad, sin ocio y sin poder delegar porque es como que todo lo tenemos que hacer nosotros. Se nos obliga como un mandato social hacer todo, todo el tiempo y no parar. Hay gente que se acuesta a dormir y la cabeza no le para y eso es motivo de muchas consultas. Duermen con un ojo abierto pensando en lo que tienen que lograr o problemas que tuvieron", adhirió.
Sobre eso, mencionó que el tema de la pandemia "se puede analizar de varios lados. Los primeros meses del encierro total, al principio se vivían como una fiesta, más allá de la desgracia de la situación. Acostarse a cualquier hora, comer asados entre semana, ver películas hasta tarde. Pero lo que empezó siendo divertido, terminó en replantearse el encierro porque no todos tenían una casa con patio, hubo un crecimiento en el índice de divorcios, de violencia porque lo que justamente empezó a faltar era el hábito constante. Uno no se sacaba el pijama. Todo aquello que nos ordenaba y nos daba una vida de secuencia de acciones, se perdió y eso es un motor de ansiedad para cualquier ser humano".
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"Pero a la vez, estaba este miedo a la pandemia, a la enfermedad, a la muerte tanto propia como ajena y hay un montón de duelos de hechos que sucedieron en ese momento, pérdidas de amigos o familiares que recién ahora la gente empieza a darse cuenta de lo que pasó. Porque en ese momento se nos había perdido el eje. No entendíamos mucho qué nos iba a pasar, cómo íbamos a estar y sobre todo perdimos hábitos, rutinas y generamos un nivel de irritabilidad, síntoma de la depresión. Uno siempre piensa que el depresivo está tirado en la cama llorando pero no, uno puede padecerlo, estar enojón, irritado, enojado con el tránsito y por fuera mostrarse activo", aseguró la Licenciada.
Y adhirió: "Y sumado a eso, el problema económico, porque después de la pandemia, nada fue lo mismo. El contexto social, político y económico le agrega otro factor a la cabeza. Hay que salir a remar porque hay gente que se fundió, que perdió a su familia, fue mucho el trauma y por eso es que muchas personas quedaron con depresión. Y principalmente se perdió la rutina y muchísimos no le encontraron la vuelta".
"Algunos aprovecharon a emprender, encontraron una vueltita pero eso va en la característica y personalidad de cada uno como por ejemplo en el agotamiento, hay personas que hacen dos cosas y quedan cansados y otras que trabajan 12 horas por día y no llega al mismo nivel. Es muy variable por las estructuras de personalidad, por los niveles de exigencia o de perfeccionismo, que quienes lo son más, son las que se agotan más rápido. Y ese a veces no se ve físicamente porque lo que le pasa es mental pero deriva en consultas médicas por dolores o malestares", dijo.
En ese sentido, la Psicóloga afirmó que "los hábitos deben ser saludables, ocho horas de sueño, que sea reparador y permita levantarse fresco, la alimentación, la actividad física, que es la que libera endorfinas y nos hace sentir bien física y mental mente. Pero sobre todo gestionar bien el tiempo, gestionar los límites y entenderlos, qué podemos y qué no. Si el día tiene 24 horas, 12 las tenemos que liberar a otras cosas. Entender el ocio como una parte importante de la salud mental. Porque eso de no hacer nada está totalmente devaluado, no se ve como algo saludable pero en realidad es necesario para la salud mental".
"Priorizarse, buscar ayuda, delegar aunque sepamos que el otro no lo hará como vos, pero es necesario, porque sino uno se pierde en la marea de acciones. Es algo en conjunto, son hábitos saludables y cambiar un poco la mente. El primer eje tiene que ser el bienestar físico, psíquico y emocional. Después son las obligaciones y para ello hay que entender qué es prioritario, urgente y qué no. Todo este agotamiento que vivimos, genera muchos síntomas en nosotros, cansancio, frustración, insomnio, olvidos, aislamientos, ataques de pánico, de ansiedad. Es importante entender que se puede vivir una vida rutinaria pero los espacios son importantes, sumó.
"A veces podemos en vez de ir en colectivo al trabajo, bajarse dos paradas antes e ir caminando, ver casas que no habíamos visto. Prestar atención a cosas nuevas. A la noche en vez de comer en la mesa de la cocina, hacerlo en la del comedor. Caminar por la costa. Pequeñas cosas que nos sacan de lo mecánico y así cambiar el día y tener un espacio de recreación y ocio, una variante de la salud mental que hay que priorizar", concluyó Linardi.
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