Caso Viglione: “muchos papás de la escuela fueron estafados”
Una nueva jornada del juicio oral contra Daniel Viglione se llevó a cabo este martes en el que se profundizaron los conocimientos sobre los montos de las estafas y cómo operaba el acusado. Uno de los casos enfatizó sobre la participación activa de su esposa, Claudia Fernández.
Precisamente, el esposo de la Directora de Educación Inicial en el Colegio Newton de Mar del Plata y amiga de la esposa (Directora de Primaria del mismo establecimiento educativo) de Daniel Viglione a través de compartir el ámbito laboral, fue el primero en declarar. A partir de esa relación surgió la inversión de 170 mil dólares que nunca pudo recuperar. El damnificado contó que, desde diciembre de 2015, meses antes de comenzar la debacle y los pedidos masivos de retiros de dinero de las víctimas, quiso recuperar algo de la inversión, lo que no logró y recibió distintas excusas por parte del acusado tales como “el Banco del Caribe no manda el dinero”, “un político me facilitará el dinero”, o que “el dinero está puesto a trabajar en una financiera” en clara alusión a Jonestur. No dudó en afirmar que María Larsen era presentada como su socia por Daniel Viglione.
A continuación, declaró la esposa del testigo anterior, quien narró cómo fue convencida por Claudia Fernández para invertir en su empresa, ya que ésta insistía que podían ganar mucho dinero, ya que su esposo operaba en Estados Unidos. “Le creímos”, dijo cuando se le preguntó por qué confiaron sus ahorros a Viglione y que confió en la amistad de años que la relacionaba con su esposa desde el 2010. Aseguró que “muchos papás de la escuela fueron estafados”.
El siguiente testigo, al igual que casi todas las víctimas, confió en Daniel Viglione por haberlo escuchado en radios de Mar del Plata, en conferencias que daba en el Hotel Primacy y al verlo rodeado de conocidos economistas. Contó que tanto Mariano Román como su esposa Lourdes Dukkart tenían contacto con él, siendo ésta última la encargada de enviarle por mail los resúmenes de sus supuestas cuentas bancarias en el exterior, informando sus ganancias. Aseveró que compró a Daniel Viglione un curso para operar en Forex, depositando el importe del curso en la cuenta bancaria de Claudia Fernández. Posteriormente se enteró que ese mismo curso podía bajarse en forma gratuita por la web.
El siguiente damnificado, oriundo de la ciudad de Rosario fue seducido, luego de escucharlo en dos conferencias que dio en el Hotel Ros Tower de esa ciudad, junto al economista Roberto Cachanosky. Nunca pudo recuperar los 10 mil dólares que entregó a María Larsen. Narró una serie de excusas manifestadas por el acusado para no reintegrar el dinero invertido: “estoy internados”, me siento “muy estresado”, “tuve inconveniente con la operatoria New York”, así como mencionó que hasta la dieron los datos de una persona que lo representaba en Estados Unidos, lo que certificó eran absolutamente falsos, como la promesa de Larsen que recibiría del Bank of América el recibo y la confirmación de una cuenta a su nombre en esa sede bancaria.
Por último, declaró una señora que vivió durante 25 años en Paris y en los EEUU, por ello contaba con cuentas bancarias en ambos países. Relató que confió en que la inversión era segura, ya que observó el logo de la AFIP en las oficinas de Viglione, lo que le dio confianza en que estaba ante una empresa seria. Su inversión, a diferencia del resto de la victimas fue hecha en su totalidad mediante transferencias bancarias a cuentas indicadas por María Larsen y por Mariano Román. Así transfirió desde su cuenta en Francia a una cuenta en España, cuya titular es Lucia Natalia Miranda, hija de María Larsen, la suma de 4 mil euros, conforme había acordado. Su inversión continuó con una transferencia desde su cuenta en el Bank of América a la cuenta de María Larsen en el Uruguay por la suma de 15 mil dólares. Todas las constancias de estas transferencias fueron oportunamente acompañadas a la investigación por su abogado, Julio Razona. Además, aseguró que pudo recuperar 3.500 dólares y que al recibir estos billetes le llamó mucho la atención el olor a humedad de los mismos, como si hubiesen estado enterrados.