Cómo procesar la muerte de un ser querido sin un cuerpo que enterrar
Existen muchos casos en los que formalmente se considera a una persona fallecida pese a no contar con el cuerpo sin vida. En Argentina podríamos mencionar numerosos ejemplos en los que ocurre esto, la mayoría tras tragedias o hechos históricos repudiables.
La antropóloga Laura Panizo se especializa en casos que tienen que ver con muertes que ella denomina "muertes extraordinarias", porque son inesperadas, incomprensibles, violentas, o porque la ausencia del cuerpo no permite realizar los rituales convencionales.
"Hay que entender dos cosas: Primero que cuando nosotros hablamos de la muerte, hablamos por un lado de un hecho biológico, pero por otro lado hablamos de la muerte como un proceso social. Es decir, cuando hay un fallecimiento hay una ruptura de las relaciones sociales, hay una pérdida y el deudo se enfrenta a ésta pérdida a través de un proceso social, que lleva diferentes etapas con sus rituales específicos", comenzó explicando Panizo, quien también es investigadora del CONICET.
"Frente a la ausencia del cuerpo como símbolo dominante se obstaculizan los rituales ya establecidos y ahí es donde viene algo que es muy importante para el deudo. El familiar es el último que quiere “matar” a su ser querido, es decir, no está el cuerpo y la esperanza es lo último que se pierde, entonces frente a la ausencia del cuerpo lo que es fundamental es el reconocimiento social y la legitimación oficial de la muerte, cosa que muchas veces no pasa".
Un tema muy difícil de tratar, una cuestión que está plagada de tabúes, pero que Laura Panizo sabe poner en palabras y logra diferenciar con claridad entre aquellos decesos en los que hay un cuerpo para despedir y aquellos en los que no se cuenta con el mismo. "Lo que sucede en muchos casos es lo que llamo la falta del reconocimiento social. La muerte es un proceso que se atraviesa a través de rituales, y lo que sucede en estos rituales es que el deudo vivencia la muerte, la enfrenta cara a cara. Se atiende al muerto, se lo despide y permite esa separación. Cuando hay ausencia del cuerpo y no se pueden realizar las prácticas mortuales lo que puede haber es una muerte desatendida porque no está este proceso social que implica la muerte para poder enfrentarla de forma clara, para poder hacer un cierre, para poder hacer una despedida con el familiar que se fue".
Por último, Panizo diferencia las prácticas de duelo de las prácticas de luto: "Las prácticas de duelo tienen que ver con prácticas a nivel intrapsíquico y las de luto con las prácticas sociales; las dos se retroalimentan recíprocamente. Lo que sucede a nivel del duelo va a depender de las prácticas de luto y sobre todo de la persona: cuáles habían sido sus muertes cercanas anteriores, sus creencias religiosas, sus procesamientos de muerte", concluyó.