Cómo superar el miedo al médico
La doctora María Alejandra Rodríguez Zía, médica clínica especialista en Endocrinología detalla los aspectos en lo que tanto los especialistas como los pacientes deberían atender para establecer una relación satisfactoria al momento de la consulta.
Bien podría decirse que la empatía es algo innato pero que también puede ejercitarse a voluntad. Es muy difícil lograr un equipo eficaz en la dupla médico/paciente si el médico no tiene la voluntad y el entrenamiento como para ponerse en los zapatos del otro con cierta rapidez dado que una consulta es algo breve, pero suficiente como para entender al otro desde su propio lugar.
La práctica médica debe de ser empática, característica básica de la vocación del médico. Es un elemento esencial para la adherencia del paciente al tratamiento, y conseguir resultados positivos, siendo “el médico el placebo más importante".
La empatía ha sido llamada "La quinta esencia del arte de la medicina". Como dice Bruce Lipton: “Los pensamientos positivos y el placebo curan”.
Si de la atención en consultorio se trata, existe una triste paradoja para los pacientes: por un lado, el médico no tiene tiempo para dedicarle a cada paciente la atención correcta, por otro lado, la rapidez en la consulta enlentece y atrasa el diagnóstico y tratamiento de cada enfermo.
El caos en que viven miles de pacientes es acudir a varios médicos que pueden dedicarle un tiempo escaso como para llegar a un diagnóstico eficaz y, esto genera un avance en la enfermedad con una pérdida vital de tiempo inmensa, ya sea por un diagnóstico retrasado de cáncer, enfermedad neurológica, o patologías más leves que están en un nivel subclínico (silencioso) pero que siguen avanzando por no ser diagnosticadas a tiempo.
Con sólo observar la agenda del especialista y ver que tiene turnos pautados cada 15 minutos podría inferirse que ese médico no va a dedicarles a sus pacientes el tiempo que cada consulta requiere. Quien se sienta frente a un profesional con una batería de estudios y análisis busca, además de conocer su diagnóstico y saber qué tratamiento seguir, una voz pausada que le transmita serenidad, un par de oídos atentos que evacuen sus dudas y un buen “olfato” que intuya los temores de su paciente para saber diluirlos.
Médico y paciente entablan una relación humana, tiene como primera condición establecer un lazo de confianza mutuo, es decir, será un equipo y los resultados dependerán el 50% de cada una de las partes. Por esta razón el médico debe generar esta confianza, pero también debe de conocer a su paciente y saber cuánto confiará o no en él para que siga las pautas de un tratamiento.
El éxito de esta relación es la mejora o cura de una enfermedad, por esta razón el paciente deberá cumplir ciertas obligaciones para lograr el éxito.
Así es que, en una anamnesis (entrevista) completa se debe preguntar sobre el estado de ánimo habitual, la predisposición ante las comidas (si existe ansiedad por comer, compulsión, angustia o culpa), cómo es la calidad del sueño y su cantidad, cuántas horas le dedica al trabajo, si tiene tensión laboral y en qué medida, si tiene tensión en el hogar y en qué medida, cómo es la evacuación, cuánto tiempo le dedica al ejercicio, si no lo realiza, qué cantidad y calidad de movimiento tiene que hacer diario (correr colectivo, limpiar la casa, etc), cómo está la libido sexual y su relación con los días de trabajo, fines de semana o vacaciones.
Preguntas de este tipo deberían estar siempre presentes en una primera consulta, además de las convencionales del motivo de consulta, antecedentes patológicos, antecedentes familiares y remedios que toma.
Diálogo, confianza, honestidad, respeto, disponibilidad, hacen al desempeño médico tanto como el diagnóstico, remedio, o la cura: la interacción entre el médico y su paciente es fundamental.
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