Cómo tener una Mente Amable
La Instructora en Meditación y Astróloga Monika Correia Nobre explica qué podemos hacer para transformarnos en seres queribles.
El amor es un alimento para el alma y no solo habita en el corazón. Mantiene unida la existencia de los seres más allá de la distancia y de la muerte. Entonces, podríamos pensar por un momento, que todo lo que está enfermo es por desnutrición, es por falta de amor.
La falta de amor en cualquiera de sus formas deriva en dolor, sensación de separación y el resultado es el temor.
Cuando observamos la energía del amor vemos que tiene variadas formas y usamos muchas palabras para poder nombrar todas las cualidades de esas formas. Hay algunas facetas del amor que son aparentemente sutiles, pero muy poderosas como la amabilidad, la ternura y la compasión.
Increíblemente, tanto dar como recibir cualquiera de estos tres tipos simples del amor son el elixir de la vida y traen al cuerpo beneficios para la salud.
Richard Davidson, doctor en Neuropsicología, investigador en neurociencia afectiva estudia los beneficios de la práctica de la amabilidad, la ternura y la compasión
Él dice que: “La empatía es la capacidad de sentir lo que sienten los demás. La compasión es un estadio superior, es tener el compromiso y las herramientas para aliviar el sufrimiento.” Y lo más interesante es que se puede entrenar la bondad y el aumento de nuestra capacidad de ser bondadosos y compasivos se ve reflejado en un análisis de sangre de laboratorio y en estudios neuronales complejos.
La amabilidad representa una actitud de respeto frente a la existencia del otro, de aceptación y de integración. En un estado ideal, similar al que aspira un monje Zen, deberíamos manifestar amabilidad hacia todas las criaturas de la Tierra. Por ahora podemos empezar con las criaturas que tenemos cerca, sean humanos, animales o plantas, recordando que también es necesario ser amables con nosotros mismos y respetarnos en un sentido amplio. La calidad bien entendida empieza por casa.
Cualquiera que desee crecer interiormente intentará en algún momento aumentar su bondad mental, ya que mantener un pensamiento correcto y bondadoso es la llave para ampliar el estado de conciencia.
Hay muchas maneras de entrenar estas formas del amor y lo podemos practicar en cualquier momento del día. El resultado va a ser fantástico.
Sonreír
La forma más simple de entrenar la amabilidad es sonreír. La sonrisa es una manera honesta de expresarle a otra persona que hay de tu parte una buena disposición para vincular, incluir o aceptar.
Sonreír es además una terapia de respuesta inmunológica alta. El cerebro no registra si la sonrisa es por un suceso feliz real que estamos experimentando o si en realidad no está pasando nada. El cerebro reacciona frente al estímulo que le da el movimiento de los músculos del rostro, entonces él a su vez, envía la orden para la producción de los químicos relacionados con la felicidad: aumentando las endorfinas y reduciendo el cortisol (la hormona del estrés).
Y de la misma manera en que se contagia un bostezo, la persona a la cual le sonreímos tiende a responder con una sonrisa que, por más pequeña que sea, generará la misma catarata de endorfinas. Bingo!! Ahora los dos están mejor y son más felices.
Abrazar
Cuando el contacto físico es posible, no hay manera más efectiva que un simple toque, caricia o un abrazo para cambiar el estado anímico de una persona. La terapia de abrazos tiene muchos seguidores, necesitamos entre 4 y 8 abrazos al día para lograr un equilibrio emocional. Abrazar aumenta la confianza y la seguridad, por eso reduce el temor o la preocupación. Al incluirme en un abrazo sincero y desinteresado con otra persona, ya no estoy solo frente a eso que me pasa. Abrazar mejora el estado anímico, aumenta la tranquilidad y permite sentir más felicidad.
Compañía
Otra manera de practicar la amabilidad es brindando tiempo de calidad, acompañando al otro sin presiones ni apuros, simplemente disfrutando del encuentro en paz. Brindar compañía a alguien es hacerle saber que su existencia es valiosa y significa mucho para nosotros. De algún modo reconocemos su esencia. Lo “vemos” y por eso lo podemos valorar entonces la vida tiene sentido.
Escucha
En ese compartir el tiempo, podemos además cultivar más profundamente la amabilidad escuchando desde el corazón. Saber escuchar gentilmente sin interrumpir y sin prejuzgar es profundamente sanador para todos.
Agradecimiento
El agradecimiento es la forma más positiva de dar valoración a cosas que son muy caras ya que no se pueden comprar con dinero. Es una manera poderosa de honrar al otro y a la vida. Agradecer sinceramente pone todo en orden y permite tomar justamente eso que necesitamos.
Lao Tsé escribió hace 2000 años “La amabilidad en las palabras crea confianza. La amabilidad de los pensamientos crea profundidad. La amabilidad en el dar crea amor”
Entrenar la amabilidad es un trabajo espiritual que nos abre la puerta a la verdadera plenitud y nos da un profundo sentido de trascendencia. Al abrir el corazón a otros de manera sencilla y desinteresada, el intercambio mismo genera una empatía que más adelante en la práctica derivará en compasión.
Conocer e incluso sentirnos identificados con las emociones y los pensamientos de los demás, nos permite tomar contacto con su esencia y así transformamos nuestros vínculos internos y externos. Comenzamos un recorrido en conciencia más auténtico, humano y espiritual. Cultivar la amabilidad te hace amable, es decir alguien a quien se puede amar.