Con 71 años, Alicia se recibió de socióloga en Mar del Plata
Por Bruno Perrone
Dice que siempre está en la búsqueda de nuevos desafíos, que su naturaleza no es afín a la quietud, y que todavía – por mérito absoluto, y no por azar – no encuentra obstáculos en la vida que puedan hacer frente a su voluntad. Dice también que es tenaz y perseverante, y la vitalidad con la que lo dice y de sus gestos parecen fundarse como la prueba irrefutable de la energía que la moviliza día a día.
Quien lo dice es Alicia Ester Loyacone, que con 71 años se convirtió en un ejemplo para imitar: este lunes, después de transitar once años la carrera, se recibió como socióloga en la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP). Su esfuerzo nunca lo pone en duda pero sí reconoce, a tan pocos días de contar en sus manos con el diploma final, que todavía “no cree” ser protagonista de semejante logro.
El mérito de Alicia, sin embargo, no radica sólo en la capacidad y voluntad de estudio ejemplar que manifiesta a su edad, sino en el valor de su humildad. En la entrevista que le concedió a El Marplatense, a la que accedió con gran ayuda de una de sus hijas, confiesa ser una mujer que siempre se sintió cómoda con el “anonimato” para cualquier circunstancia de su vida. “Si puedo pasar por la vereda y no me mira nadie, soy feliz”, asegura.
Para la flamante socióloga, no hay ningún interés ni ego personal en mostrar a otros lo que pudo hacer: su satisfacción la encuentra en las vías internas, en la posibilidad de demostrarse a ella misma que logró superar “otro desafío” más.
Porque para Alicia, la travesía universitaria no comenzó como otra cosa que un desafío. Su interés por sociología no estaba ligado al pasado, a la necesidad de cerrar una “cuenta pendiente”, sino que lo descubrió de inmediato cuando supo que la casa de estudios de la ciudad realizaba la apertura de la carrera, que inicialmente tuvo como sede el Sindicato de Luz y Fuerza. Y su decisión por estudiar se mantuvo firme, pese a las responsabilidades que tenía con su familia y el trabajo.
- ¿Por qué eligió sociología?
- Yo quería hacer algo y fue un poco ir a explorar. Soy muy curiosa. Y ya cuando empecé a andar en la carrera, me maravilló. Me gustaba porque es muy abierta, tocás muchas partes culturales como psicología, filosofía, historia, sociología de la cultura, demografía, ciencia y tecnología; es un amplio abanico que te enriquece muchísimo y eso me atrapaba.
- ¿Y cómo fue el avance en la carrera?
- Al principio me anoté en una sola materia por las dificultades de ser grande y de que también en la secundaria yo no había visto ni filosofía, sociología… no había carreras humanísticas. Pero soy muy activa, tenaz y perseverante; me costaba volver a estudiar pero nunca lo abandoné, continué y seguí yendo.
La fui llevando bien la carrera. A veces avanzaba más o menos de acuerdo al tiempo, porque yo trabajaba en un negocio, estaba con mis hijos y después nacieron los nietos, así que todo lo hice en conjunto con el estudio. Quizás un año me anotaba en tres materias y no me daba el tiempo para una y la dejaba, pero después la volvía a rendir el año que viene.
- ¿La edad fue un obstáculo a la hora de elegir la carrera?
- Eso no representaba un obstáculo, pero sí que alguien me cargara o se riera. Eso era tremendo para mí. Y no me pasó: al contrario, tuve todo el apoyo en mi casa, de parte mi esposo y mis hijos, que siempre me alentaron. La verdad que lo hice con mucha naturalidad, como una cosa más de mi rutina.
Alicia, que siempre insiste en la importancia del respeto en cualquier intercambio, también destacó la gran recepción e integración por parte de los jóvenes que compartieron parte de la carrera de sociología con ella. Incluso, comenta que participó de muchos grupos de trabajo en las casas donde se organizaban los alumnos para estudiar en diversas oportunidades.
- ¿Cómo era la relación con los estudiantes más jóvenes?
- Los chicos son muy buenos. Te hablan de igual a igual. Yo siempre me mantuve en mi lugar porque sé que de lo único que no se vuelve es del ridículo Me he llegado a reunir con gente mucho más joven que yo, con chicas que veía como 'niñitas' para mí. Siempre me sumé y participé como una estudiante cualquiera. Sé las limitaciones y respetar al otro.
- ¿Y no fue difícil retomar un ritmo de estudio tan intenso?
- Yo lo que considero que esto es un ejercicio y un proceso. Lo que me costó a mí un poco es comprender el lenguaje nuevo pero la verdad que tengo buena memoria. Y me costaba alguna terminología en particular pero yo sola me graficaba con mis anotaciones; iba a la computadora o el diccionario. Esto es una práctica y sólo hay que despertarla. Si vos te dejas estar, no va a salir.
- ¿Le gustaría ejercer?
- Hace poco vi un censo agropecuario en el que requerían sociólogos y yo me anoté. Me recibieron la solicitud y me contestaron, y estoy esperando. A mí me encantaría ejercer, no tengo ningún problema. Tengo buena salud y no es un obstáculo la edad.
Alicia comparte su experiencia con una naturalidad que asombra. Y con una vitalidad que inexorablemente contagia. En definitiva, el espíritu joven y la fortaleza que distinguen su personalidad sirven también como enseñanza de una conclusión clara y contundente: que todo el que lo intenta, lo puede hacer.
- ¿Qué mensaje quisiera compartir?
- Que hay que intentar y no dejar pasar las cosas, es lo que le digo a mis hijos. Soy muy positiva y siempre veo el vaso lleno. Tenemos comercio y siempre hubo dificultades económicas, pero nunca me venció nada de eso. Ésa es mi manera de ser.
Me parece bárbaro que todo el que quiera hacer una carrera lo haga. Se tienen que animar: con perseverancia se puede hacer. Yo no bajo los brazos, a no ser que se presente un obstáculo que pueda conmigo a los 71 años, cosa que todavía no encontré. Me gustan los desafíos y si una cosa me sale mal, insisto e insisto y hasta que no me sale bien no dejo de hacerla.
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