De la tirantez a la cercanía: la relación del Papa Francisco con los presidentes argentinos
El pontificado de Bergoglio atravesó cuatro gobierno argentinos. Detalles sobre sus encuentros con Cristina Fernández, Mauricio Macri, Alberto Fernández y Javier Milei.
Desde su elección como Sumo Pontífice el 13 de marzo de 2013, el Papa Francisco mantuvo una relación compleja pero generalmente cordial con los cuatro presidentes argentinos que coincidieron con su pontificado: Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015), Mauricio Macri (2015-2019), Alberto Fernández (2019-2023) y Javier Milei (2023-actualidad). A lo largo de sus 12 años como líder de la Iglesia Católica, Francisco recibió a todos los mandatarios en el Vaticano, y aunque con algunas referencias en sus discursos, evitó involucrarse en la política interna del país, al nivel de que nunca visitó Argentina.
La relación entre Francisco y Cristina Fernández de Kirchner, quien era presidente al momento de su elección, comenzó con un trasfondo de tensiones históricas. Como arzobispo de Buenos Aires, Bergoglio había criticado la intolerancia política durante los gobiernos de Néstor Kirchner y la aprobación del matrimonio igualitario en 2010, lo que generó fricciones con el kirchnerismo. Sin embargo, tras su elección como Papa, el vínculo se transformó en una relación protocolar y, con el tiempo, más cercana.

Cristina Fernández fue la mandataria que más veces se reunió con Francisco, con un total de siete encuentros entre 2013 y 2015, cuatro en el Vaticano y tres en Brasil, Paraguay y Cuba. El primer encuentro, el 18 de marzo de 2013 marcó un tono de distensión: Fernández le obsequió un mate y el Papa respondió con un gesto afectuoso al regalarle zapatos y medias para su nieto. Otros momentos destacados incluyeron un almuerzo en la residencia Santa Marta en 2014 y encuentros durante giras papales en América Latina, como la misa multitudinaria en Paraguay en 2015.
A pesar de la cordialidad, Francisco mantuvo distancia política. El Papa decidió no visitar Argentina durante el gobierno de Fernández para evitar ser percibido como un aval a su administración. Esta postura se reforzó durante la transición presidencial de 2015, cuando Francisco intentó mediar sin éxito para facilitar el traspaso del mando entre Fernández y Macri, evidenciando las limitaciones de su influencia en la política interna.
La relación entre Francisco y Mauricio Macri fue la más distante de las cuatro, marcada por diferencias ideológicas y personales. Como jefe de Gobierno de Buenos Aires, Macri había tenido desencuentros con Bergoglio, particularmente por no apelar un fallo que habilitó el matrimonio igualitario en 2009, lo que generó desconfianza en el entonces arzobispo. Estas tensiones se trasladaron al ámbito presidencial.

Macri se reunió con Francisco en dos ocasiones durante su mandato, ambas en 2016. El primer encuentro, el 27 de febrero, duró apenas 22 minutos, uno de los más breves con un presidente argentino, y estuvo marcado por la frialdad. Las fotos oficiales mostraron un Papa serio, lo que se interpretó como un reflejo de la falta de sintonía. Macri obsequió un poncho de vicuña y CDs de tango, pero el ambiente protocolar no disipó las especulaciones sobre una relación tensa.
El segundo encuentro, el 15 de octubre de 2016, fue más distendido, con una duración de una hora y la presencia de la familia de Macri, incluyendo a su esposa Juliana Awada y su hija Antonia. Se discutieron temas como la pobreza y el narcotráfico, y Macri calificó la reunión como “buena”. Sin embargo, Macri expresó tras dejar la presidencia que no se sintió acompañado por Francisco, subrayando una relación meramente institucional. El Papa, por su parte, evitó visitar Argentina durante el gobierno de Macri, sobrevolando el país en 2018 sin hacer escala.
La relación con Alberto Fernández fue la más fluida, beneficiada por una conexión previa y un contexto de menor confrontación. Fernández, quien se reunió con Francisco tres veces (dos como presidente en 2020 y 2021, y una como ex mandatario en 2024), había conocido a Bergoglio en 2018, antes de su candidatura. Esta familiaridad marcó un tono distendido en los encuentros oficiales.

El primer encuentro, el 31 de enero de 2020, duró 44 minutos y estuvo impregnado de gestos de cercanía. Francisco firmó una exhortación apostólica para Fernández, un gesto inusual, y le pidió ser “mensajero de la paz”. En el intercambio de obsequios, Fernández ofreció productos orgánicos y una medalla por Malvinas, mientras el Papa entregó una escultura que simbolizaba la paz. El segundo encuentro, el 13 de mayo de 2021, abordó la pandemia, la deuda con el FMI y la liberación de patentes de vacunas, con Francisco ejerciendo un rol diplomático relevante en las negociaciones internacionales de Argentina.
Fernández destacó el apoyo “silencioso” del Papa en cuestiones económicas y sociales. Sin embargo, la pandemia frustró cualquier posibilidad de una visita papal, y una tercera reunión prevista para 2023 fue cancelada por la transición presidencial. La relación, aunque cálida, no se tradujo en un impacto político directo.
La relación entre Francisco y Javier Milei comenzó con un fuerte cortocircuito. Durante la campaña presidencial de 2023, Milei calificó al Papa de “representante del maligno en la Tierra” y “zurdo asqueroso”, entre otros insultos. Francisco, en una entrevista, aludió al peligro de un “Adolfito” en el poder, interpretado como una referencia a Milei. Sin embargo, tras la victoria electoral de Milei, el tono cambió radicalmente.

El 11 de febrero de 2024, ambos se encontraron en la canonización de Mama Antula, la primera santa argentina, en un gesto espontáneo que rompió el hielo. Al día siguiente, tuvieron una audiencia oficial de 70 minutos, una de las más largas concedidas a un presidente argentino. Milei, visiblemente emocionado, invitó al Papa a visitar Argentina, y Francisco bromeó sobre su corte de pelo, disipando tensiones previas. Milei presentó su plan económico, y el encuentro fue descrito como “muy amable” por fuentes vaticanas.
A pesar de esta reconciliación, la salud de Francisco y las críticas de Milei durante la campaña dejaron una huella. El Papa no olvidó los epítetos, y su visita a Argentina, aunque mencionada, no se concretó. La relación, aunque formalmente cordial, permaneció en un equilibrio frágil.
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