El arquitecto que, sin buscarlo, transformó el arte de tatuar paredes en su modo de vida
Por Germán Ronchi
A los 42 años, Mariano Savino descubrió su talento. Seguramente antes, pero su arte lo comenzó a desarrollar por entonces, hace tres años. Lo que se convirtió en una forma de vida. Pero no una vida de artista que refiere a la bohemia y todo ese romanticismo.
"No te voy a chamuyar. Trato de optimizar el tiempo para terminar el trabajo lo antes posible. No me gusta colgar, tardar días y toda esa bohemia. Es un laburo y un modo de vida", arrancó Savino en la charla con El Marplatense, como "para marcar la cancha".
Claramente, la idea es despegarse del mote de "artista". Pero el sello de sus dibujos es claro, personal, auténtico e innovador. "No es pudor. Pero realmente no me considero artista. Desarrollo una técnica y la idea es laburar de lo que me gusta. No estoy en la búsqueda de trascender por el ego o para ser tenido en cuenta como un artista. Soy más pragmático: hago mi trabajo, lo termino, cobro y ya está", reafirmó.
A la hora de hablar de técnica, Savino simplificó: "Son croquis monocromáticos, estilo arquitecto. Dibujo como arquitecto, pero luego me fueron pidiendo otro tipo de trabajos y fui adaptando el estilo".
Si bien la búsqueda no tuvo el objetivo artístico, los caminos de la vida de Savino fueron llevándolo hasta donde se encuentra en la actualidad. El presente es consecuencia de un destino, pero que no está preestablecido. Es decir, hay casualidad, pero diferentes acciones durante el trayecto inconscientemente pueden transformarlo en causalidades.
Mariano Savino es arquitecto. A eso se quería dedicar profesionalmente. "Me gusta la arquitectura, claro. Pero como toda profesión tiene muchas aristas y uno se mete a estudiar sólo por algunas. Y una de esas es la parte ´artística´, por llamarlo de algún modo", aclaró.
Y detalló que "al día de hoy estoy matriculado y la única casa que diseñé, proyecté y construí en su totalidad fue la mía. Después he firmado planos para otros, alguna medición o informe técnico, pero la única obra fue mi casa".
Recibido, matriculado, listo para empezar, Savino empieza a torcer el destino y encuentra caminos alternativos: "La Facultad me secó un poco el ´bocho´, el intento de tratar de poner un estudio y todo eso. La arquitectura era mucho sacrificio y tenía ganas de hacer otras cosas y la profesión, con el tema de trámites, no me lo permitía. Por eso, me puse el bar".
Ese bar era "Tu Madre", reconocido dentro de los circuitos culturales de Mar del Plata, donde muchos artistas del ámbito local han tenido su espacio para desarrollar sus talentos.
Es entonces cuando comienza a florecer el camino del artista que es hoy. "Fue un poco por casualidad. Cuando puse el bar, dibujé el fondo del escenario y se me ocurrió dibujar croquis, exponerlos e invitar a los dueños de las casas que dibujaba. Pero eso quedó medio en la nada. El del fondo del escenario quedó ahí y hace tres años, unos arquitectos de Cariló, me pidieron que les vaya a dibujar un mural al estudio. Y ahí me di cuenta que podía funcionar como un ingreso".
- Acá comienza la vida del artista...
- El camino me llevó a hacer lo que me gusta y nada más. Si termina siendo un arte y trasciende, bienvenido sea, pero esa nunca fue mi búsqueda. Soy arquitecto. Si me sale una obra, la hago, pero tiene sus pro y contras; esto no. Salvo, ahora que recuerdo, me pidieron un dibujo de "Tony" Montana y me quedó de ´garpe´. La definición, la búsqueda, los objetivos del arte son muy ´finitos´. Voy experimentando técnicas o descubriendo formas de hacerlo mejor y más rápido.
Ahora sí, Mariano Savino comienza a hablar de su arte, despojándose un poco de ese pudor, de esa tal vez negación. Aunque cabe reconocer que lo que para otros es arte, para uno puede llamarse facilidad en una rama artística, o talento.
"Hice murales en bares, negocios de todo tipo y casas. Hace tres años que vengo laburando de eso. Con altibajos, pero he hecho de todo", comentó.
- ¿Hay uno en particular que te haya gustado de todos los que hiciste?
- El que más me gustó fue el de Güemes y Avellaneda, que es un fondo blanco con la planta de café en un proceso de fabricación.
Lejos de los berretines artísticos, confesó que al momento de desplegar su talento "trato de estar cómodo, a gusto, pero tuve trabajos que eran en exteriores de paredes o persianas con frío, lluvia y fue un horror. Pero me ha tocado ir a Rosario, Zárate, donde me alojaron o en casas que te ofrecen un mate, o bien las cervecerías, que te convidan una pinta".
Lo que sigue de la entrevista deja a las claras que, aunque no reconozca su trabajo como un arte o acontecimiento artístico, lo apasiona.
"Los denomino tatuajes en las paredes porque, a diferencia de un cuadro, estos murales no tienen marco. Entonces pueden ir para donde quieran. Además, por mi formación trato de respetar el espacio arquitectónico que fue concedido por el arquitecto. No es que hay una pared blanca y le cambio el color. Me adapto al espacio y trato de respetarlo", confesó Savino.
"Lo bueno de lo que hago es que resulta infinito. En lo único que me encierro es en la técnica y en lo monocromático, que vendría a ser mi sello. En cuanto al contenido, es libre. Me han llegado a pedir que dibuje a (Hugo) Moyano o una escena de la película Casablanca. Pero de todas maneras, tengo algunos hechos porque son cantantes que me gustan a mí también", aseguró y continuó: "Ahora estoy haciendo algo más estandarizado con artistas y frases. Es como la búsqueda de un producto con un sello propio y que salga con frecuencia. Hay muchas personas a las que les gusta Sabina y uno publicita eso, lo que te puede dar más continuidad, a la espera de laburos más grandes, que son más redituables".