El chavismo y la oposición retoman el diálogo con las elecciones en la mira
El diálogo entre chavismo y oposición, auspiciado por el gobierno de Noruega, se retomó ayer en Barbados con las elecciones presidenciales sobre la mesa. Comicios que despiertan múltiples incógnitas y pocas esperanzas ante los incumplimientos históricos del gobierno de Nicolás Maduro, pero que al día de hoy son una posibilidad. Y con un elemento en común: las críticas contra el presidente encargado, Juan Guaidó, que se disparan desde la revolución y desde el bando más radical del antichavismo.
La agenda prevista por los facilitadores noruegos contempla 48 horas (ayer y hoy) de reuniones por separado para acercar posturas frente al encuentro cara a cara. Un diálogo directo que se llevaría a cabo mañana y al que se llega con críticas de ambos lados. La mayoría van dirigidas contra Guaidó, pese a que cuenta con el respaldo de sus aliados internacionales y de la inmensa mayoría del Parlamento democrático.
El presidente de la Asamblea Nacional (AN) habría promovido "la violencia, el insulto, la inconstitucionalidad y una retórica bipolar", según el comunicado hecho público ayer por la delegación chavista, que viajó temprano hasta Barbados. Incluso acusaron al líder opositor de violar las pautas presentadas por los facilitadores noruegos, solo unos minutos después de que el informe de la ONU acusara al gobierno de Caracas de ejecuciones, torturas, persecución política, violaciones sexuales y graves conculcaciones de los derechos sociales y económicos de los venezolanos.
Además de la andanada revolucionaria, todo un clásico en la propaganda chavista, Guaidó se encuentra en el centro de la diana de los más radicales de la oposición, que no desean ningún proceso negociador ni tampoco la celebración de unas elecciones. Y ello pese a que el líder opositor anunció este fin de semana que el Parlamento aprobará en breve el Tratado de Río de Janeiro (Tiar), insistente petición de los radicales, que promueve la asistencia militar en caso de invasión. Un tratado que durante la Guerra de las Malvinas ya fue cuestionado por su fragilidad. Tanto Estados Unidos como la Unión Europea (UE) y los países que integran el Grupo de Lima han apostado claramente por una salida negociada al derrumbe venezolano.
"La delegación del gobierno ha esperado (...) que las distintas facciones de la oposición resuelvan o atenúen las profundas divergencias existentes en su seno para continuar con el diálogo", aprovecharon para reseñar los tres enviados de Nicolás Maduro. Al frente de la delegación bolivariana repite el vicepresidente Jorge Rodríguez, mano derecha del "presidente del pueblo". Y, junto a él, el gobernador Héctor Rodríguez, el principal delfín de Maduro, y el canciller Jorge Arreaza.
En la isla caribeña también se encuentran desde ayer los cuatro enviados de Guaidó: el diputado Stalin González, vicepresidente segundo de la AN; el exalcalde Gerardo Blyde, y los asesores Fernando Martínez Mottola y Vicente Díaz.
Todos ellos, chavistas y opositores, se reunieron antes de salir con el hispanouruguayo Enrique Iglesias, enviado especial de la UE y antiguo presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), cuya principal misión en Venezuela es sumar esfuerzos y voluntades de cara al encuentro promovido por Oslo.
Pese a los obstáculos, la delegación opositora llega a la nueva reunión con cierta esperanza, tras los avances que la mediación noruega cree haber alcanzado desde mayo. Sobre la mesa se estaría negociando unas "nuevas elecciones con garantías" dentro de nueve meses. El principal escollo, según fuentes consultadas por la nacion, es que la delegación chavista propone que Maduro siga en el poder y sea candidato en ese proceso, algo que no acepta la oposición. También se debatió una especie de gobierno de transición durante un año, en el que estarían presentes los militares.
Ambas propuestas no encajan con los intereses del propio Maduro, que sabe que las elecciones libres las tiene perdidas por goleada. Incluso en el seno del equipo de Guaidó les cuesta creer que el gobierno vaya a ceder finalmente y convoque unas elecciones.
La historia reciente de Venezuela incrementa las dudas al máximo. El acuerdo alcanzado en 2016 entre gobierno y oposición, con el Vaticano como testigo, se incumplió desde el primer día, como confirmaron las misivas escritas a Maduro por el Papa Francisco y por su canciller, Pietro Parolin.
La negociación-trampa en Santo Domingo de 2018 tampoco llegó a buen puerto, pese a la cercanía del proceso presidencial. Un incumplimiento tras otro que han continuado en los últimos días, cuando los oficiales de derechos humanos de la ONU, que forman parte del equipo de Michelle Bachelet, no pudieron comprobar el estado físico de los militares detenidos en la operación iniciada durante la estancia de la alta comisionada en Caracas.
Fuente: La Nación