El consumo de alcohol en los adolescentes
La palabra de los especialistas para moderar el consumo y alertar a los jóvenes sobre los problemas que genera la dependencia a esta sustancia.
De acuerdo con la Fundación Inter-Americana del Corazón Argentina el consumo problemático de alcohol es uno de los principales factores de riesgo prevenibles de las enfermedades no transmisibles (cardio y cerebro vasculares, trastornos metabólicos, etc). En el 2012, el 5,9% de las muertes en el mundo y el 5,1% de la carga de enfermedades y lesiones fueron atribuibles al consumo nocivo de alcohol. Esta es la principal causa de muerte en la población de entre 15 y 49 años.
Además de ser un factor de riesgo de las ENT, el consumo de alcohol se asocia también a muertes y discapacidad por accidentes de tránsito -entre el 20% y el 50% de las muertes por accidentes de tránsito en el continente americano están asociadas al alcohol-, lesiones intencionales y no intencionales, violencia interpersonal, enfermedades infecciosas, enfermedades psiquiátricas, daño cognitivo y cáncer.
Se estima que en la Argentina más de 8000 personas mueren cada año por enfermedades vinculadas al consumo problemático de alcohol.
Según la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) se trata de una droga de gran capacidad adictiva cuyo abuso genera importantes problemas sociales y de salud. Sin embargo, su consumo goza de una tolerancia social muy elevada tanto entre los adultos como entre los adolescentes y jóvenes y está muy extendido en todas las edades.
Las personas que beben durante la adolescencia tienen mayor propensión a consumir alcohol con un patrón de riesgo y son más vulnerables al consumo de alcohol y a sus efectos que las personas adultas. En este sentido, se ha detectado que quienes comienzan a beber antes de los 15 años de edad tienen cuatro veces más probabilidades de convertirse en dependientes del alcohol, y casi siete veces más probabilidades de sufrir lesiones en un accidente de vehículo o una pelea física.
De acuerdo con datos aportados por SEDRONAR el alcohol es la sustancia psicoactiva más consumida por estudiantes de secundaria en todo el país
Casi no hay diferencias en los patrones de consumo de alcohol entre varones y mujeres tal como se observaba en el pasado. Esto muestra que la brecha entre sexos tiende a reducirse y marca un crecimiento del problema entre las adolescentes.
Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la abstinencia completa de alcohol en menores de 18 años, debido a que el riesgo de dependencia en la edad adulta puede disminuir cuanto más tarde sea la incorporación del joven al consumo de bebidas alcohólicas.
“Si bien el consumo de alcohol es en la actualidad un problema de salud pública complejo, es fundamentalmente un comportamiento social. En nuestro país, en las últimas décadas, el tradicional modelo de consumo de ingestión regular de vino y vinculado a la alimentación (característico de los inmigrantes italianos y españoles) fue dando paso progresivamente a un consumo episódico excesivo o intermitente. Situación que se da con mayor frecuencia los fines de semana por fuera del marco de la alimentación y de la situación familiar, prevalentemente en espacios vinculados con la nocturnidad”, sostiene un estudio publicado por el Ministerio de Salud de la Nación.
El problema del consumo de bebidas alcohólicas en las/los adolescentes es tan grave que según la OMS: “una de cada cinco muertes de jóvenes está relacionada con el alcohol”.
Entre los efectos que el consumo excesivo de esta sustancia produce en el organismo se destacan: los mareos, la fatiga, impulsividad, subestimación de los riesgos, mayor afectación psicomotriz, pérdida de la visión, etc.
Para reducir la carga de ENT asociadas al consumo de alcohol, las principales recomendaciones de la OMS son aumentar los precios de las bebidas alcohólicas mediante impuestos para reducir su asequibilidad; establecer una prohibición total de toda forma de publicidad, promoción y patrocinio de bebidas alcohólicas; limitar el acceso al alcohol de los menores de edad y fortalecer la respuesta de los servicios de salud. De acuerdo a la evidencia científica, estas políticas son las más costo-efectivas para reducir el consumo de alcohol en la población, especialmente en jóvenes.