"No sé qué es Milei, sí sé que puso patas para arriba todo el sistema”
El periodista Luis Novaresio vino a Mar del Plata a presentar su primera novela, “Todo por amor, pero no tanto”. Habló de actualidad y de estos tiempos extremos: “En materia de críticas habito el peor de los mundos: me putean los de Milei y los kirchneristas”.
Lejos del análisis de la realidad, lo cual para él es “diferente y más grato”, el periodista Luis Novaresio se tomó un tiempo para acercarse al hecho artístico y publicó su primera novela, Todo por amor, pero no todo, que presentó hoy en la Villa Victoria como cierre de la primera edición del Festival Penguin Libros. Claro, queramos o no, la realidad siempre se filtra, más en un tiempo de posiciones extremas como el que se atraviesa en el presente. Por eso, no sin espíritu lúdico, reconoce: “En materia de críticas habito el peor de los mundos: me putean los de Milei y los kirchneristas”.
A la pregunta de por qué en este momento de su carrera decidió escribir su primera novela, Novaresio responde con una repregunta: “¿Por qué no?”. Y cuenta que desde que “tengo uso de razón” que escribe, cuentos, ficción, poesía: “Hace poco nos mudamos y encontré cosas que escribía a los 14 años en una caja. Yo creía que era Cortázar. No era. Era horrible lo que escribía. Siempre quise escribir, pero después el laburo me fue llevando hasta que finalmente apareció la novela”.
En diálogo con El Marplatense, el periodista cuenta que si bien el proceso de llegar a la novela “duró 50 años, desde que empecé a escribir”, en lo específico este texto nace hace más de veinte años, cuando viajaba de Rosario a Ciudad de Buenos Aires para participar de un curso de filosofía que dictaba José Pablo Feinmann, “un curso de divulgación, sin ninguna pretensión académica”. Allí le aparecieron los personajes que toman forma ahora. Pero pasaron varios años y varias reescrituras.
“Los personajes son los mismos. Pero la mirada cambió. Y yo que soy medio psico, pinté de negro una pared entera de mi viejo departamento, que la transformé en un pizarrón. Y con tiza escribí la historia de cada personaje. Y ahí ya sabía lo que les iba a pasar, lo que fue un avance enorme”, comenta Novaresio sobre el modo en el que fue llegando al texto.
-Todo por amor, pero no todo se llama la novela. Como la relación que hay que tener hoy con los políticos…
“Todo por amor, pero no todo” es una frase que dice uno de los personajes que se llama Uno. Y tiene un amigazo, que probablemente sea su mejor amigo, que se llama Felipe. Todos los personajes se enroscan, piensan en la filosofía, en la psicología, deambulan. Felipe es peluquero, es muy terrenal. Y hablando con Felipe, Uno está enamorado, está empezando una relación y le dice: “Yo estoy dispuesto a dar todo por amor, pero no todo”. Lo cual habla de una cosa saludable. Creo que no hay amores incondicionales sanos. Es de ahí la frase. Los políticos… bueno, tendríamos que discutir si tienen amor por alguna otra cosa que por sí mismos.
-Llegás a Mar del Plata en una semana compleja, donde se instala nuevamente el tema de la inseguridad. ¿Por qué creés que es un tema recurrente de nuestra sociedad más allá de lo que pasa fácticamente?
No tengo una respuesta sociológica. Pero sí tengo una respuesta más empírica: hay inseguridades que no se abordan. Hay un muy buen libro del legislador Emmanuel Ferrario, Coordenadas para antisistemas, y él dice que la crisis que se está dando en todo el mundo es porque no se da respuesta a lo que está reclamando la ciudadanía. Y no me quiero poner liberal. En la Argentina, seguridad y economía se alternan en la demanda. Creo que puede haber alguna cuestión sociológica de por qué nos obsesionamos con algunos casos, pero la demanda de esa seguridad no está satisfecha. La democracia no está siendo delivery de lo que está pidiendo la gente.
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-¿En algún momento dio la respuesta o la puede dar?
Creo que sí. Perdón el anacronismo, creo en la democracia, en la democracia liberal, soy decimonónico (risas). Me parece que lo que está en crisis es la inmediatez del reclamo. Yo aspiro a que sí. Hay países más razonables en la respuestas por la seguridad o por la economía. No tomamos nota del nivel de alienación en que estamos viviendo.
-Por ahí esos países no tienen la relación crítica que tiene la sociedad argentina con sus fuerzas de seguridad...
Bueno, uno escucha cosas como “hay que hacer una cárcel a lo Bukele”. ¿Eh? O “descolguémonos de la OMS como Estados Unidos”. Como si Argentina estuviera en todo tipo de capacidad análoga a los Estados Unidos. Es un momento muy difícil, donde hay que volver a explicar algunos principios básicos. Estoy un tanto preocupado.
-Bueno, la analogía con Trump no se estaría dando en el tema con los aranceles…
Uno escucha cosas como “tal político argentino se parece a Trump”. Es exactamente lo contrario…
-Lo raro es que Milei mismo lo proclama.
Bueno… yo leía azorado que Trump propone ocupar la Franja de Gaza, expulsar a los palestinos. Es el presidente del país más poderoso (después discutimos las definición) y se discute sobre ese tema. Tengo una posición particular a favor de la democracia israelí, ¿pero se puede decir esto sin que nadie se ponga colorado?
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-Hoy en Argentina estamos más alineados con los temas que se discuten a nivel global. ¿Esto se debe a las redes sociales?
La híper-conexión global es como que lleva a la discusión análoga. Pero si escarbás un poquito no pueden aplicarse algunas soluciones en lugares tan distintos.
-¿No nos hace perder de vista también algunas cosas que suceden hacia adentro?
Me confieso un ignorante sobre el conflicto árabe-israelí, que tiene milenios. Ahora, en algunas circunstancias decido plantarme. Un atentado como el del 7 de octubre no podés no repudiarlo sin peros. Que secuestren 2000 personas, que torturen personas, que secuestren bebés. No puedo no repudiar eso.
-Antes la sociedad lo hubiese repudiado sin un pero.
Me parece que no se discuten ideas si no personas. Se ha, y permítase el neologismo, religionizado la discusión. Es favor o en contra. Estás en mi contra, sos mi enemigo. Lo bajás a la política nacional y es igual, no hay discusión de ideas, hay discusión de personas o de posiciones. Y con la vocación de destruir al tipo que está enfrente.
-¿Milei es una consecuencia de todo esto?
Seguro. En materia de críticas habito el peor de los mundos, porque me putean los de Milei y me putean los kirchneristas. Es como unánime. Cuando la entrevisté a Cristina en 2017 en Infobae, Daniel Hadad me preguntó si estaba dispuesto. Obvio. Sospecho de la gente que dice “a este no lo entrevisto por…”. Hadad me dijo “te va a matar el 30% por derecha y el 30% por izquierda. Laburás para el 40% del medio”. Me pareció muy interesante. Así que en el ámbito de la crítica estoy en el peor de los mundos. Pero estoy convencido que el mayor jefe de campaña de Milei, que le permitió ser presidente, fue Alberto Fernández, fue Cristina, fue Massa, que hicieron un gobierno espantoso. Y en algunos casos hasta le brindaron estructura para desfavorecer a Juntos por el Cambio. Sí es una consecuencia. No creo que haya habido un enamoramiento por Rothbard, no me imagino que la gente haya salido corriendo a las librerías para leer a Rothbard y Von Mises.
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-¿Es un presidente que llega para quedarse o algo que la sociedad necesitaba y va a descartar?
Tengo un dudosísimo récord de pifiarla, y la queridísima Beatriz Sarlo me decía que éramos los dos que reconocíamos estos pifies. He tenido un sostenido nivel de pifiarla: “Cristina terminó en la política”. Fue vicepresidente, armó un gobierno. No hago más pronósticos. No sé qué va a pasar, no sé qué es Milei. Sí sé que puso patas para arriba todo el sistema, desconcertó, están todos desconcertados. El peronismo no sabe bien por dónde. Había una cosa llamada radicalismo que están ahí. El PRO está partido en tres cuanto menos. Patricia que es más mileísta que Karina; Larreta que está afuera; y Macri que está viendo dónde se ubica.
-¿A veces no se analiza a Milei con argumentos viejos?
Total. Esto me lo dijo hace meses Jaime Durán Barba, que es cualquier cosa menos poco inteligente. Dijo “quememos los manuales, se terminó, estamos usando categorías viejas para analizar algo”. Nos equivocamos. Pero nos equivocamos fiero. Me acuerdo cuando Larreta, que ya parecía presidente, repartía ministerios. Se sacaba fotos con todos. Lo alejó definitivamente. El otro. Milei, que ni fue a un montón de lugrares, hizo otra campaña, pusló una cuerda distina. Estoy de acuerdo con eso, estamos mirando con categorías viejas.
-Y eso le pasa al periodismo…
¡Re! Primero en la lista. Alguna vez deberíamos animarnos a hacer alguna autocrítica de algunas cosas. Somos jodidos: cuando nos critican gritamos “censura”. Saltamos enseguida. Me parece que alguna autocrítica deberíamos tener.
-¿Hay algún sector de la sociedad que haga autocrítica?
No, no hay nadie. El progresismo no entiende. Una vez alguien del kirchnerismo me decía que no lograba entender por qué ganó Milei. Le dije: “¿Tenés 15 minutos? Te cuento…”. Somos bastante narcisistas en general.
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-¿Qué rol le queda hoy al periodismo cuando la gente insulta por las redes, Milei descalifica constantemente?
Entender que están las redes, dejar de enojarnos. El agua moja, va a llover. Hay un cosa de reflexión, de pensamiento, de cuestiones que circulan en las redes y de pronto seguís chequeando a los periodistas en los que tenés confianza de rigurosidad. Hay un espacio muy interesante que deberíamos transitar sin tener que enojarnos con la existencia de los otros.
-¿Las nuevas generaciones confían en el periodismo?
Sí, hay otros modos, el streaming por ejemplo, pero es un modo de comunicación. Ellos lograron descontracturarse. Nosotros creíamos que la solemnidad nos daba un carnet de serios. Buenos, deberíamos salir de eso.
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