El volar es un placer: cómo es la experiencia de un instructor de vuelo en el Aeroclub Mar del Plata
Juan Pablo Biocca es un apasionado de los aviones desde muy chico. Ahora disfruta no sólo de volar, sino de preparar gente para que pueda cumplir su objetivo de pilotar un avión.
Juan Pablo Biocca vivía cerca del Aeródromo de Batán y uno de sus placeres de la infancia era ver pasar los aviones. Pero el hobby se convirtió en pasión y la posibilidad de pilotar se dio a través de los simuladores de vuelo. Sin embargo allá por 1999 su abuelo, que era piloto, le preguntó si no quería ir a volar y allí ya no hubo vuelta atrás, aunque tuvo que esperar hasta cumplir 17 para poder hacer el curso de piloto privado. Hoy, Biocca es jefe de instructores del Aeroclub Mar del Plata.
El piloto aseguró que nunca tiene miedo, porque siempre se llevó bien con las máquinas y lo acopló a su vida “como algo natural”. No obstante, reconoció que es algo que “uno tiene que enfocarse mucho, porque en el pilotaje no hay segundas chances: no es como que estás tomando una clase de auto y parás y te tirás a la banquina. El movimiento es constante, con lo cual el piloto tiene que ser disciplinado y entender la máquina”.
En charla con Los datos del día, por Radio Mitre Mar del Plata, el piloto confió que lo más gratificante es “ver cosas que no se ven desde abajo”, como por ejemplo “estar volando entre nubes, hacer vuelos nocturnos o ver el atardecer desde otra perspectiva. Incluso formar personas para que logren su objetivo. Empezás a ver avances en su curso y eso es muy gratificante”.
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Más allá de asegurar que no tiene miedo, sí reconoció que “donde más recaudos hay que tener” es al momento del “despegue”. Es en ese momento donde “estarías más vulnerable. En el aterrizaje ya uno viene con cierta altitud, con una actitud en planeo, es distinto. El despegue es la parte más más crucial”.
De todos modos reconoció que “con todo lo que es el chequeo, los controles, el riesgo se minimiza. Se hacen chequeos de los aviones cada 50 horas, se les hace todo un servicio”. Y además aseguró que la pista del Aeródromo de Batán “es como un portaviones” porque está rodeada del Parque Industrial y las canteras: “Es una pista que te entrena bastante”.
Biocca comentó que más allá del conocimiento que pueda tener el piloto, ser instructor te lleva a tener que tomar decisiones rápidas todo el tiempo. “Estás subiendo con gente a veces que no tiene experiencia en vuelo y para las personas es antinatural estar volando. Esto conlleva que a veces tengan cierto resquemor o se aferren a los comandos”.
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Igualmente el disfrute es constante: “A veces se pierde, porque uno está muy enfocado en el laburo que tiene que hacer. Pero muchas veces uno vuelve a disfrutar el vuelo también como la primera vez. De hecho, el primer vuelo no me lo olvido nunca y está siempre a flor de piel porque fue en el mismo lugar donde ahora trabajo. Y de hecho siempre paso por arriba de donde yo vivía, es como que estoy todos los días viviendo el primer día en que en que pude volar”.
CÓMO CONVERTIRSE EN PILOTO
Biocca contó que el curso de piloto privado consta de 40 horas de vuelo mínimo y que desde la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC) se indica que el curso se puede hacer en un plazo de entre tres meses y dos años. Para poder subirse a un avión hay que tener un psicofísico del Instituto Nacional de Medicina Aeronáutica y Espacial (INMAE), dependiente de la Fuerza Aérea, que tiene una duración como piloto privado de 3 años.
El instructor comentó que llegan a dar el curso “personas con distintas personalidades” y consideró que si bien hay quienes llegan con una personalidad “que es perfecta” también hay otras “que no son muy acordes al principio, pero después se van formando”. Por eso les indicó a aquellos que se creen “muy desbolados” que gracias a la instrucción se pueden formar para cumplir el objetivo.
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Una vez que el alumno llega al curso, se lo instruye en todo lo que es el vuelo, las aeronaves y se lo introduce en el mundo de la aeronáutica. Y luego de que hacen el psicofísico, se les toma una entrevista que es como una bienvenida a ese universo. “La parte práctica se les va impartiendo a medida que van administrando su tiempo. Básicamente el curso lo va haciendo uno a medida de sus posibilidades”, comentó Biocca.
Entre las nociones que tienen que aprender los futuros pilotos, el instructor comentó que se encuentran meteorología, parte de mecánica, grupo de motores, aerodinámica, legislación, elementos radioeléctricos y comunicaciones: “Más allá de la parte práctica está la parte teórica, que hay alrededor unas once materias”.
Claro que no todo termina cuando los estudiantes se reciben. Una vez que se tiene el título de piloto, para poder llevar gente tienen que cumplir 25 horas de vuelo. “Te recibís como piloto y tu conteo de horas es cero, pero ya tenés la licencia. Una vez que tengas las 25 horas, ahí ya sos chequeado por un instructor que te habilita para poder llevar a una persona que no sea piloto”, explicó el especialista.
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El instructor aseguró que eso es lo que busca la mayoría de la gente que hace el curso, recibirse y llevar a una pareja o un amigo en su vuelo de bautismo. Porque, como reconoció, “lo lindo de volar también es compartir. Está bueno compartirlo con alguien más. Podés volar solo, es divino, pero compartirlo con alguien más es hermoso”.
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