Etcheverry no pudo contra la experiencia de Murray
El platense de 24 años cayó en set corridos ante el escocés ex N° 1 del mundo y se despidió del abierto de Miami.
Este sábado Tomás Etcheverry perdió por 7-6 y 6-3 ante Andy Murray en la continuidad del partido por la segunda ronda del Master 1000 de Miami, que en la noche del viernes había sido suspendido por lluvias cuando iban 3-3 en el primer set.
El argentino de 24 años, hizo un gran esfuerzo para estar en este certamen, ya que estuvo alejado de las canchas durante cinco semanas producto de un desgarro en el semimembranoso de la pierna derecha sufrido en los cuartos de final del ATP de Buenos Aires, que no le permitieron participar en Río de Janeiro, Santiago e Indian Wells.
Y esa falta de ritmo ante un rival de la jerarquía y experiencia de Andy Murray, se suele pagar caro. Porque el escocés que hoy ocupa el puesto 62 del ranking mundial pero que supo ser N° 1 del mundo, explotó al limite las limitaciones físicas del tenista platense, obligándolo a recorrer toda la cancha en cada punto.
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De todos modos, Etcheverry se hizo fuerte en su saque y se mantuvo en juego hasta el tiebreak del set inicial, momento en el que el dos veces campeón olímpico no cometió errores y se lo llevó sin ceder ni un punto.
Luego, el argentino de 24 años perdió el servicio en el sexto game de la segunda manga y ya no pudo descontar la ventaja a favor del británico a pesar de que contó con un 0/40 en el último juego del partido.
De esta manera, Murray se tomó revancha de la derrota sufrida en la primera ronda del Abierto de Australia el pasado 15 de enero.
El otro argentino que vio acción fue Sebastián Báez, N° 19 del mundo que no pudo ante el alemán Domink Koepfer (50°), al perder en set corridos por 6-3 y 6-2.
A diferencia de las últimas semanas donde había mostrado un nivel superlativo, que lo convirtieron en el mejor argentino del ranking mundial en la actualidad, Báez, no pudo hacer pie en todo el partido.
Estuvo errático en el saque, donde hubo games en los que cerro su servicio en 0 y otros en los que no pudo evitar el quiebre, tampoco pudo dar batalla desde la devolución, ni encontrar tiros ganadores; mientras que del otro lado el zurdo germano lo superaba en velocidad y en precisión, manejando los hilos del encuentro a su antojo, tanto así, que cuando decidió apretar el acelerador ya no hubo equivalencias entre ambos.
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