Falta de claridad en los acuerdos de divorcio: consecuencias para los hijos
Ileana Cóppolla, Magister en vínculos y licenciada en psicología, habló con El Marplatense sobre los problemas que puede ocasionar la carencia de claridad en los menores.
Cuando los acuerdos en un divorcio no son claros o quedan abiertos a interpretaciones, las consecuencias pueden extenderse en el tiempo y generar conflictos adicionales para las partes involucradas, incrementando situaciones traumáticas para los hijos y los propios ex cónyugues.
*Ileana Cóppolla, Magister en vínculos y licenciada en psicología explica que esta falta de claridad en los acuerdos hace que post divorcio continúen el malestar y las desavenencias.
Principales problemas:
1. Litigios prolongados: La ambigüedad en las cláusulas del acuerdo puede llevar a disputas judiciales posteriores, lo que incrementa los costos legales y extiende el estrés emocional de las partes.
2. Incumplimiento de obligaciones: la falta de especificidad en temas como el régimen de visitas, la división de bienes o el pago de pensiones alimenticias puede resultar en desacuerdos que dificultan el cumplimiento de lo pactado.
3. Impacto en los hijos: en casos donde hay hijos, los conflictos derivados de acuerdos imprecisos pueden afectar su estabilidad emocional y su desarrollo, al exponerlos a tensiones continuas entre los progenitores.
4. Deterioro de la comunicación: la necesidad de reinterpretar constantemente los términos puede empeorar la relación entre las partes, dificultando acuerdos futuros o modificaciones necesarias.
5. Inseguridad jurídica: la ambigüedad puede ser utilizada como una herramienta para retrasar o evitar obligaciones, afectando la confianza en el sistema judicial.
Para evitar estas consecuencias, es fundamental redactar acuerdos claros y detallados, con la asesoría de abogados especializados. Esto no solo protege los derechos de ambas partes, sino que también contribuye a garantizar una transición más ordenada hacia nuevas etapas de vida.
Si los acuerdos no están firmes ni claros, el divorcio puede convertirse en una extensión de los conflictos previos, pero con un agravante: ya no existe el marco de una relación matrimonial que facilite cierto nivel de cooperación o responsabilidad compartida.
En cambio, se ingresa en una dinámica post-divorcio en la que los problemas del pasado se “actualizan” bajo nuevas condiciones que muchas veces son más desventajosas para una o ambas partes.
En este contexto, la Lic. Ileana Cóppolla explica que la falta de acuerdos firmes genera:
1. Confusión y conflictos recurrentes: los temas que deberían haberse resuelto de manera definitiva vuelven a discutirse constantemente. Esto no solo perpetúa el malestar, sino que también consume tiempo, dinero y energía.
2. Mayor perjuicio económico y emocional: al estar en una nueva etapa de vida, las personas pueden enfrentar mayores desafíos financieros y emocionales, por lo que los desacuerdos post-divorcio pueden tener un impacto aún más negativo.
3. Dificultades para avanzar: en lugar de cerrar el capítulo, las disputas abiertas crean una sensación de estancamiento que impide a las partes reconstruir sus vidas con plenitud.
Por ello, es crucial buscar claridad y firmeza en los acuerdos desde el principio. Si esto no ocurrió, es importante recurrir a un abogado o mediador especializado que pueda garantizar la resolución definitiva de los conflictos y prevenir futuros perjuicios. De lo contrario, el divorcio puede terminar siendo una carga más pesada que el propio matrimonio.
La relación de los padres divorciados con los hijos
Uno de los principales objetivos al atravesar un divorcio, especialmente cuando hay hijos de por medio, es garantizar que la relación parental continúe en buenos términos por el bienestar de los chicos. Sin embargo, este propósito puede desdibujarse cuando lo que aparenta ser una intención de colaboración termina convirtiéndose en una forma de control o intromisión en la vida del otro.
Es fundamental comprender que:
1. La relación parental no justifica la invasión de la privacidad: mantener una comunicación cordial no debe implicar saber detalles innecesarios de la vida personal del otro, como sus decisiones, actividades o relaciones. Respetar los nuevos límites es clave para que ambos puedan avanzar hacia una vida independiente y saludable.
2. La “buena intención” no debe ser excusa para perpetuar el control: algunos comportamientos disfrazados de interés genuino pueden en realidad ser formas de monitorear o influir en la vida del ex cónyuge, generando tensiones y dificultando la autonomía post-divorcio.
3. El bienestar de los hijos no depende de una relación sin límites entre los padres: es posible preservar la colaboración parental sin caer en dinámicas que perpetúen viejos conflictos o desigualdades. Lo importante es centrarse en las necesidades de los chicos, dejando de lado las cuestiones personales.
Para evitar estas situaciones, es necesario establecer límites claros desde el inicio, tanto en términos legales como emocionales. La relación post-divorcio debe centrarse en la coparentalidad y no extenderse a aspectos que ya no corresponden al vínculo. Esto no solo ayuda a evitar conflictos innecesarios, sino que también permite a cada uno reconstruir su vida en libertad y con el respeto que merece.
Puede interesarte
*Lic. Ileana Coppolla MP 46246
Magister en Vínculos de Familia y Diversidad Cultural (IUHIBA)
Especialista en Terapia Cognitivo Conductual Individual y Grupal (AIGLE)
Especialista en Vínculos de Familia (IUHIBA)
Especialista en Neurociencias Cognitivas, Neuropsicología y Rehabilitación Cognitiva (Univ. Favaloro)
Especialista en Trastorno Bipolar (Univ. Favaloro)
Especialista en DBT (Fund. Favaloro)
Formación en Neuropsicología aplicada (IUHIBA)
Comentarios
Para comentar, debés estar registrado
Por favor, iniciá sesión