“Hay una emergencia alimentaria que es permanente”
Así lo indicó María Victoria Sordini, doctora en Ciencias Sociales, licenciada en Sociología, y que en agosto publicó su última obra “Coman con Pan”, una obra editada por la Editorial de la Universidad Nacional de Mar del Plata.
María Victoria Sordini es doctora en Ciencias Sociales, licenciada en Sociología, Investigadora y docente en la Universidad Nacional de Mar del Plata – INHUS CONICET (Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales). En su último llibro “Coman con Pan”, aborda el trabajo sobre los programas alimentarios desde 1983 a la actualidad en Argentina.
Es una obra que invita a mirar el problema del hambre desde la política alimentaria, desde cómo el Estado la definió en estos 40 años, de qué manera dio respuesta a esa problemática y para quiénes fue esa política.
Sobre ello, Sordini destacó que “desde las últimas décadas del siglo XX la pobreza en Argentina siempre fue aumentando” y, pese a que han habido fluctuaciones en distintos períodos, estos programas alimentarios estuvieron presentes a lo largo de los años. “Siempre fue necesario que haya un complemento alimentario con una política estatal” sostuvo Sordini, y al mismo tiempo remarcó que “estos programas cada vez han ido teniendo una cobertura más masiva, cada vez más personas han requerido de esta asistencia”.
El libro, además, navega en la reconstrucción de diversas biografías en torno a todo lo que implica acceder a un programa, sostenerlo y qué tipo de prestaciones brindan, y por otro lado indaga en la entrega de alimentos para observar qué alimentos incluye, qué preparaciones se realizan con éstos y cómo, de esta manera, se van configurando el gusto y las comidas típicas de los hogares, cómo se van configurando, también, las comidas favoritas y cómo esas prácticas se van transmitiendo de generación en generación.“En estas cuestiones vinculadas al qué comer, cómo comer y con quién compartirlo aparecen los comedores comunitarios que han tenido un rol muy importante, muy central, en la organización diaria de la comida de estos sectores sociales”.
Sobre los comedores comunitarios y la pandemia
En el año 2020 la pandemia por coronavirus interrumpió de manera global la cotidianeidad de las personas, obligando a cambiar las formas de vida en cada rincón del planeta. En nuestro país, como en muchos otros, desde el sector económico hasta el de salud se vieron afectados. La disminución de fuentes laborales y el escaso acceso a recursos básicos como alimentos y salud, hicieron que se multipliquen los comedores comunitarios para brindar asistencia alimentaria a grandes cantidades de familias.
Consultada al respecto, Sordini sostuvo: “La pandemia fue, otra vez, una situación crítica, también de emergencia alimentaria, en la cual los comedores emergieron en múltiples tipos: en organizaciones comunitarias, en iglesias, en clubes, en casas particulares. Empezaron a proliferar comedores de todo tamaño”.
Además, destacó que en este contexto aparece un elemento como el distanciamiento social, que imposibilitaba la continuidad del consumo en los comedores, y las familias debían llevarse las viandas a los hogares. “Los vestigios de la pandemia dejaron que esta práctica de que la comensalidad sea en el hogar y que al comedor solo se vaya a buscar la comida, permanezca actualmente. De esta manera hubo transformaciones en los modos de comensalidad y lo que ha sucedido, sobre todo en las generaciones más jóvenes, es la disminución de estrategias de cocinar en la casa” destacó.
De la investigación a la concreción
“Soy graduada de la Universidad Nacional de Mar del Plata y gracias a la universidad pública accedí a una beca doctoral de CONICET” contó Sordini, quien desarrolló este trabajo investigativo durante aproximadamente ocho años. Es en el marco de este trabajo doctoral que abordó el tema seleccionado, el cual requirió de varios años, ya que “la reconstrucción de las políticas públicas es bastante compleja” sostuvo. A lo largo de la investigación se realizaron entrevistas a técnicos y profesionales de la gestión pública que actualmente trabajan o que ya se han jubilado y han participado en los años 80’ y 90’. Para saber qué es la política alimentaria para el Estado, cómo se construye, y cómo se implementa es que contactó técnicos y profesionales en Buenos Aires y en La Plata. Además, ante esta información surge la pregunta de quiénes reciben esta asistencia, qué impacto tiene en sus vidas y qué sensibilidades configura.
Sordini, además, recuerda el Programa Alimentario Nacional (PAN), la primera política masiva de asistencia alimentaria en nuestro país a poco tiempo del retorno de la democracia, en 1984. Al respecto, la autora sostiene que “hay una emergencia alimentaria que es permanente” ya que, más allá del lanzamiento de esa primera política masiva, hubo decretos que fueron prorrogando estos programas de asistencia alimentaria y que se sostienen hasta la actualidad.
En su recorrido investigativo, Victoria Sordini entrevistó a varias personas que recibieron programas alimentarios en algún momento de este período para construir las características que tenía que tener cada una de las generaciones. Cuenta que “en uno de los capítulos del libro hay una comparación entre la primera generación que son personas mayores de 55 años, la segunda personas entre 30 y 55 años y la tercera generación que son personas entre 18 y 30 años en la cual comparamos los programas que reciben, qué alimentos vienen en esos programas y qué preparaciones hacen en la casa o qué compran con las tarjetas”.
Una vez consolidados los grupos generacionales buscó nuevas personas para entrevistar y contar historias de vida, con quienes tuvo entre 5 y 8 encuentros para reconstruir sus biografías. De cada uno de estos grupos generacionales hizo historias de vida de dos personas por cada generación. Con todos estos actores consolidó su obra, que fue presentada el 15 de agosto en la Librería Universitaria de la Universidad Nacional de Mar del Plata. “Lo más importante es que sea un libro que nos permita comprender, discutir y problematizar el problema alimentario de hoy que tiene vestigios de mucho tiempo atrás y sobre todo el motor de por qué hacer esta investigación, por qué mirar el hambre, es justamente un un aliento a mirar al futuro” finalizó la autora.
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