Hotel City: de secta macabra a refugio para desahuciados
Por Germán Ronchi
Quien pasaba por Diagonal Alberdi Norte al 2500 podía encontrarse con la fachada del Hotel City, un establecimiento turístico, desde donde actuaba una organización criminal que, bajo la pantalla de un instituto de yoga, captaba y acogía fieles con la finalidad de explotarlos laboralmente y reducirlos a la servidumbre.
Las víctimas han sufrido abusos deshonestos y violaciones y todo tipo de tormentos por parte de Silvia Cristina Capossiello, Sinecio de Jesús Coronado Acurero y Luis Antonio Fanesi, que en mayo del año pasado fueron condenados a penas de 25, 14 y 6 años de prisión respectivamente.
De acuerdo a la investigación, Eduardo Nicosia -fallecido- resultó ser el fundador de la congregación, una suerte de guía espiritual, principal administrador y organizador de la actividad delictiva. Los imputados Capossiello, Coronado Acurero y Fanesi formaron parte de una secta criminal de naturaleza religiosa bajo la apariencia de un grupo de yoga, con influencia de filosofía hindú con la finalidad de captar y acoger a personas en situación vulnerabilidad, con la complicidad de un psicológo, Fernando Velázquez, fallecido en abril de 2022.
Asimismo, se descubrió que Nicosia sometió a integrantes de la congregación y a los miembros de su grupo familiar a delitos contra la integridad sexual. Esas conductas las llevó a cabo con la complicidad de su entonces pareja y condenada en este juicio, mediante engaños, falsas promesas, fuerza, violencia, abuso de situaciones de vulnerabilidad, y valiéndose de su figura de líder religioso y/o espiritual y obteniendo a partir de ellos un consentimiento viciado.
Y fruto de algunos de esos abusos, Nicosia tuvo catorce hijos. Doce de ellos con seis madres diferentes y los restantes con dos de sus propias hijas biológicas. Salvo un caso, fueron inscriptos o registrados como hijos biológicos de otros miembros de la congregación.
La secta, en resumen, captó y dio acogimiento a 32 personas, con la intención de reducirlas a la servidumbre y explotarlas económica, sexual y laboralmente. La misma funcionó desde la década del '70 en Venezuela, Capital Federal y a partir del 2013 y hasta el 3 de julio de 2018 en el mencionado hotel.
La Diócesis de Mar del Plata recibió la custodia provisoria del inmueble, otorgada por la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE) y transformó al Hotel City en una nueva sede de la “Noche de la Caridad”, cuya labor consiste en brindar comida y habitación a las personas que se encuentran en situación de calle en la ciudad.
A partir de hoy, esa “cueva de horror” tiene otro destino: se habilitará un sector de 12 camas mientras continúan los trabajos de refacción del inmueble que se encuentra deteriorado.
Luego de la recuperación del edificio, el obispado a través de los voluntarios de la pastoral de la Noche de la Caridad, a partir de ahora, ampliará su servicio de comida y habitación a las personas que se encuentran en situación de calle en la ciudad.
Del horror a la esperanza, del espanto a la tranquilidad, de la atrocidad a la creencia. De lo que fue monstruoso para quienes concurrían a este hotel a una nueva oportunidad de supervivencia para los que hoy comienzan a asistir.