Inteligencia artificial y trabajo: “El futuro no tiene por qué ser una distopía terrible”
El doctor en Economía Aplicada, Darío Judzik, aseguró que “todavía hay margen para que haya un mundo feliz o para que le saquemos provecho a lo que está por pasar”.
El uso de la inteligencia artificial genera diversión cuando se usa en un sentido lúdico, como en la creación de imágenes o canciones, pero también preocupación cuando se habla de cómo su avance puede reemplazar actividades productivas que realizan los seres humanos. Sin embargo, para el doctor en Economía Aplicada, Darío Judzik, la utilización de esta herramienta “no tiene por qué ser necesariamente una distopía terrible”.
El especialista fue categórico al asegurar que lo que estamos viendo “es que en el futuro va a haber menos trabajos”. De todos modos, consideró que “probablemente van a ser más productivos, ya que se van a complementar con una tecnología muy potente. Entonces van a haber menos personas trabajando, menos horas, pero en manera más productiva. Ahí se abren posibilidades, que todos trabajemos menos horas, pero todos sigamos trabajando. Que menos trabajen y que otros no trabajen y ahí algún tipo de sistema que tiene que garantizar el consumo básico de bienes”.
Estos temas son tratados por Judzik en el libro Automatizados: vida y trabajo en tiempos de inteligencia artificial que escribió junto al economista Eduardo Levy Yeyati. Por ejemplo, el autor se refiere en diálogo con Los datos del día por Radio Mitre Mar del Plata a que actualmente hay nociones nuevas que contradicen algunas ideas que existían en el pasado: “Hace un par de años pensábamos que los trabajaos del nivel de formación medio, más rutinarios, eran los más amenazados. Hoy sabemos que tareas más formadas, universitarias, están siendo reemplazadas por inteligencia artificial. Como que nadie está exento del proceso”.
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En ese sentido, Judzik consideró que para tareas como docencia, enfermería, cuidado de personas, cocineros, trabajaos que se hacen de forma más manual, algunas actividades relacionadas con la creatividad, actualmente “está muy lejos la inteligencia artificial de ser buena”. Y esto se puede observar en el hecho de que la inteligencia artificial “no crea cosas nuevas, como que hace un collage de toda la enorme base de datos que tiene. Todo esto que requiere creatividad, pensar diferente, darle vuelta un problema, son actividades que te mantienen menos vulnerable en un laburo”.
De todos modos, Judzik consideró que “hay una amenaza latente porque en el futuro habrá menos trabajos. Mucha de esta tecnología va a reemplazar gran parte de las tareas que realizan personas en los procesos de producción de bienes y servicios. Pero no tiene por qué ser necesariamente una distopia terrible, todavía hay margen para que haya un mundo feliz o para que le saquemos provecho a lo que está por pasar. Todavía hay tiempo para que lo logremos”.
¿MUNDO FELIZ VS DISTOPÍA?
La ciencia ficción, tanto en la literatura como en el cine, nos ha enseñado que la relación entre futuro y tecnología sólo conduce a la distopia. Sin embargo, Judzik mira esta posibilidad con más optimismo, especialmente por la capacidad del ser humano de distinguirse: “Lo primero es que nosotros como personas temeos un refugio humano al avance de la inteligencia artificial. Al menos en su estado existente la mayor parte de las funciones de inteligencia artificial no llegan a la empatía, el discernimiento moral, la inteligencia emocional, el trabajo en equipo, la coordinación, la improvisación a un montón de cuestiones que nosotros podemos hacer mejor que la máquina”.
Según su mirada, el desarrollo de esas habilidades es un punto importante que nos da versatilidad y adaptabilidad. Y eso llevaría a que “menos tareas sean reemplazadas por la automatización”.
Pero Judzik señaló además que seguramente habrá en el futuro un replanteo a lo que conocemos hoy como el mundo del trabajo. “Hablar de trabajadores y puestos de trabajo está más desactualizado como término. Hoy hablamos de serie de competencias, de habilidades y de una serie de tareas. Puede que la inteligencia artificial reemplace algunas de esas tareas, pero difícilmente te anule completamente como persona. Está en vos darle la vuelta a buscar qué espacios hay para seguir manteniéndote vigente”.
Bajo esa mirada el mundo del trabajo como lo conocemos, el especialista consideró es que “tenemos que aflojar un poco con el mandato de que el trabajo es lo que identifica a las personas. Esto que, cuando llegás a una reunión, lo primero que se pregunta es a qué se dedica una persona, como si eso la definiera ontológicamente. Acá hay un punto más filosófico. En el futuro habrá menos trabajos, habrá más actividades no remuneradas, habrá otro tipo de ocio creativo donde la sociedad va a tener que distribuir sus tareas y donde el trabajo nos va a identificar menos”.
CÓMO SOSTENER EL CAMBIO
Otra de las dudas que surge de este universo que plantea Judzik es cómo se podrá sostener una sociedad donde menos gente trabaje. “Un problema es cómo aseguramos el consumo de bienes y servicios de la mayor parte de la sociedad: un ingreso básico universal financiado como parte de la rentabilidad que generan estas nuevas tecnologías”.
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En ese sentido, Judzik consideró que “recién ahora los sectores públicos están empezando a despertarse con potencial regulación y participación en poner las reglas de juego. Pero hay un problema cultural y un problema económico muy complejo por resolver”.
Claro está, cuando se habla de estas cuestiones relacionadas con la tecnología, desde Argentina, con sus problemas sociales y económicos históricos, todos nos parece lejano. Mucho más, una sociedad con un mundo laboral regido por la inteligencia artificial. “Creo que no estamos haciendo mucho al respecto -dijo Judzik- Lo estamos procrastinando bastante, es como con el cambio climático”.
De todos modos, el economista consideró que con el avance de la inteligencia artificial “tenemos margen para hacer cosas, para la investigación, pero no creo que esté sucediendo”. Y auguró que un país como Argentina “tiene un pro y una contra: como todo se implementa más lento, no va a haber inteligencia artificial masiva en nuestro proceso de producción por unos años. Eso nos da una chance para pensar cosas. Lo malo es que el día que esté acá nuestra masa laboral, nuestros trabajadores, en promedio, están menos formados, entonces somos más vulnerables”.
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