Los quesos de Barreal que nacen bajo las estrellas y al pie de la cordillera
El productor Juan Pablo Beltramino elabora quesos artesanales de cabra. Su proyecto combina saberes tradicionales, respeto por la tierra y una vida en armonía con la naturaleza.
En Barreal, una pequeña localidad sanjuanina al pie de la cordillera de los Andes, Juan Pablo Beltramino encontró el lugar perfecto para dar vida a una producción artesanal que ya empieza a ser reconocida por su sabor, su calidad y su historia. Hace nueve años comenzó a elaborar quesos de cabra, y hoy su marca Ylla es sinónimo de trabajo cuidado, identidad y territorio.
“Arrancamos casi de casualidad. Un amigo, Franco, productor caprino, me regaló mis primeras cabras y ahí empezó todo”, recuerda en diálogo con el programa De Boca en Boca que se emite por Radio Mitre Mar del Plata (FM 103.7). Lo que al principio fue una experiencia nueva, pronto se convirtió en un proyecto de vida. “El queso se transformó en una manera de contar nuestra historia, de poner en valor el lugar donde vivimos y lo que creemos”.
Quesos con identidad y origen
Ylla no es solo un nombre, sino la conjugación de momentos y decisiones. Cada queso lleva consigo parte del entorno donde se produce: el aire puro de la montaña, el agua de deshielo, el pasto natural que alimenta a las cabras, y la dedicación en cada etapa del proceso.
“La elaboración es completamente artesanal. Desde la alimentación de los animales hasta la maduración de los quesos, cuidamos cada detalle. Y todo está atravesado por la geografía y el clima de Barreal, que le da un carácter único al producto”, explica Juan Pablo.
El resultado son quesos suaves, intensos, con personalidad, que expresan el alma del lugar. “Los llamamos quesos bajo las estrellas, porque literalmente los hacemos en un entorno donde el cielo es protagonista. Es una forma poética de decirlo, pero también real: el contexto influye en todo”, dice.
Un proyecto en armonía con la tierra
Juan Pablo y su familia viven en Barreal desde hace 12 años. Allí apostaron por una vida simple, en contacto con la naturaleza, lejos del ritmo acelerado de las ciudades. “Acá uno se conecta con otra cosa. Con el silencio, con los tiempos propios de la tierra. Y eso se nota en lo que producimos”, cuenta.
El proyecto creció de boca en boca, con visitas al tambo, degustaciones y asados compartidos. “Hay algo muy lindo en que alguien pruebe tu queso y te diga que le hizo bien. Es un reconocimiento enorme. No es solo comida: es afecto, es historia, es paisaje”, resume.
Hoy, Ylla representa una forma de vivir y producir con sentido. En un mundo cada vez más industrializado, los quesos de Barreal son una invitación a volver al origen, al sabor auténtico y al vínculo directo entre productor y consumidor.
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