Lunares: razones para controlarlos
Usar protección es fundamental para evitar la formación de nuevos nevos producto de la exposición solar.
Los lunares (o nevos melanocíticos) son comunes en todas las personas. Los nevos predominan en las zonas más expuestas al sol pero pueden localizarse en cualquier parte de la piel.
La Sociedad Argentina de Dermatología (SAD) afirma que suelen ser planos o de forma redondeada, simétricos, de bordes regulares y de un tamaño menor a 5-6 mm. Algunos comienzan como una mancha y con los años toman relieve de color más claro y se ablandan. En ocasiones pueden crecerles pelos.
Algunos nevos, llamados atípicos, tienen mayor riesgo de transformarse en una forma de cáncer de piel denominada melanoma.
¿Qué son los nevos atípicos?
Suelen ser de tamaño mayor a 6 mm, de forma levemente asimétrica y de varios tonos de marrón rosado y ser diferentes entre sí. Predominan en el pecho y en la espalda pero pueden ubicarse en cualquier parte de la piel y tienen mayor riesgo de transformación maligna.
Habitualmente aparecen en personas con gran cantidad de nevos (más de 100) y en ocasiones los presentan varios miembros de la misma familia.
Cómo controlarlos
- Consultar a un dermatólogo ante cualquier cambio que se note en un lunar o mancha, o ante heridas que no cicatrizan.
- Observar los lunares y manchas personalmente en forma periódica, con ayuda de espejos y de otra persona.
- No olvidar las palmas y plantas, la región genital, el cuero cabelludo, la boca, el interior del ombligo, las axilas, etc.
5 pautas para determinar si una lesión es sospechosa de melanoma:
- La asimetría: una parte de la lesión es diferente a la otra.
- Bordes irregulares.
- Coloración variada, cambio de color y picazón.
- Diámetro mayor a 5-6 mm
- Evolución en el tiempo, picazón, sangrado o costras.
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