"Mamá no te asustes, estoy bien, pero mañana no me esperes"
Por Lucía Falchini
Fotos Diego Izquierdo
Eran las 22.30 del domingo 15 de diciembre. Cuando todo parecía indicar que sería una noche más de guardia para el cuerpo de Bomberos, con eventuales salidas, incendios de autos o algún que otro cortocircuito, se transformó en un suceso que quedaría en la historia de Mar del Plata.
La distribuidora Torres y Liva ardió en llamas, hasta su total destrucción. El edificio que conectaba con el local comercial también. Como resultado, cientos de personas evacuadas y familias enteras que se quedaron en la calle, presas de la melancolía, envueltas en el recuerdo de lo que alguna vez fue su hogar.
Micaela Ortola, Oficial Inspectora de Bomberos, estaba de guardia esa noche en el Cuartel Central de Bomberos de Mar del Plata. Una semana después del incendio en Rivadavia y 20 de Septiembre, nos recibió en su lugar de trabajo.
“Fuimos por un medidor eléctrico”
“Eran las 22.30 y nos entró un llamado por un incendio de una caja eléctrica”, cuenta Micaela y explica que para ese tipo de intervenciones, aparentemente menores, suelen proceder enviando una las camionetas con dos extintores. El Jefe de Servicio y el chofer, salieron rumbo a extinguir lo que se trataría un habitual cortocircuito. Pero no fue así.
“09 y 91, bajen”, escucharon por radio el resto del cuerpo de bomberos de guardia que permanecía en el cuartel. “Se pudrió todo” fue lo primero que pensaron. El galpón de Torres y Liva ya se había declarado.
Mientras tanto, no había entrado un solo llamado de ningún vecino de la zona pidiendo por auxilio. “Cuando se prende fuego un auto entran alrededor de 15 llamados, o cuando se incendia una casa, 50. Acá no entró ninguno”, detalla.
Al estar a unas pocas cuadras, el cuerpo entero partió rumbo al lugar del hecho. Fueron los primeros en llegar. “Había tanto material combustible y plástico que todo se declaró adentro, pero cuando salió y tomó aire, ya estaba el techo de las distribuidora tomado”, explica Micaela.
En ese mismo instante, dieron aviso al Jefe de Bomberos, quien instantáneamente indicó: “Evacuen, saquen a la gente”. La coordinación, el entrenamiento y el profesionalismo del cuerpo, se sumó al multitudinario operativo que incluyó el despliegue de todas las fuerzas de seguridad de la ciudad, Defensa Civil, Cruz Roja, Bomberos Voluntarios y bomberos jubilados y de franco.
-¿Cuándo llegaron se dieron cuenta que se estaba descontrolando todo?
-El fuego se declaró en menos de 7 minutos. No nos dio tiempo a cortar todo eso. Esto fue grande por la cantidad de gente que afectó. Hubo más de 50 edificios involucrados. Lo mejor fue que se pudo evacuar a todos. Es increíble. Gracias a Dios no fue a las 3 de la mañana cuando todos duermen. Podría haber sido terrible. Salió todo medio perfecto dentro de todo lo malo.
La adrenalina del momento hacía no pensar en el resto. A las 23, Micaela llamó a su mamá quien cuida a su hijo mientras ella trabaja. "Mamá no te asustes, estoy bien, pero mañana no me esperes", le dijo. "No sabes cuando vas a volver a casa. La presión del momento no te hace dar cuenta y no medimos el peligro", agrega.
Estuvieron más de 30 horas trabajando sin parar: "La gente nos abrazaba llorando". El shock les dura hasta este momento. "Hay historias muy fuertes, porque no solo eran casas. Son vidas, anécdotas, recuerdos. Se me pone la piel de gallina cada vez que lo pienso", desliza.
"Esto es el cuerpo de Bomberos. Si uno no anda, el resto tampoco"
El funcionamiento del cuerpo de bomberos, quizás sea diferente a como se desenvuelven otras fuerzas. Tanto para Micaela, como para el resto de sus compañeros, ellos funcionan como una familia: "Decimos que somos el "cuerpo de bomberos" porque si uno no anda, el resto tampoco".
"Nos movemos juntos porque nos necesitamos el uno con el otro" considera. Necesitan que el chofer los lleve y necesitan que un compañero les de agua para no quemarse. También necesitan que otro esté observando desde afuera para que no se caiga nada: "Todos nos necesitamos y todos somos importantes".
El 24 de diciembre hará guardia. La pasará junto al resto del cuerpo. "Es muy probable que salgamos porque es raro no tener intervenciones en esta fecha", cuenta finalmente.
Cuando nos estábamos yendo, se prepararon para salir nuevamente a donde fue el foco del incendio hace una semana atrás. "Vamos a ir a enfriar la zona porque sigue habiendo vapor caliente".
La temperatura, en las cenizas de Torres y Liva, sigue a 40 grados.
Y ellos, seguirán siendo nuestros héroes anónimos.