Mar del Plata teñida de blanco, la postal inédita que cumple 27 años
Por Bruno Perrone
Si se pretende encontrar un conocimiento aún inaccesible, no hay que buscar más allá del origen que funda los tejidos impenetrables de la memoria. Quién puede jactarse de saber cómo funcionan los recuerdos; quién puede justificar la presencia y omisión de un detalle u otro; quién puede explicar la evocación permanente de determinadas personas, de algunos instantes, de fechas singulares, que forman parte de un pasado que invade con la fuerza de un presente eterno.
Quizás, debería legitimarse de una vez el poder autónomo de la memoria, esa capacidad independiente para distribuir, completar y reconstruir los fragmentos que aparecen confundidos bajo el manto de la nostalgia. No se trata tampoco de ninguna novedad: ya lo dijo y lo advirtió Cortázar, en una de las tantas sentencias desprevenidas pero inapelables que entrega en los relatos de Final del juego: “La memoria sabe lo que debe guardar entero”.
Y efectivamente, hay una jornada que se conserva entera, intacta, de principio a fin, en la memoria de miles de marplatenses. Permanece como un recuerdo nítido, tan nítido como la misma estela blanca que supo abrazar y cubrir cada rincón de la ciudad, por única vez pero para siempre, durante aquel primero de agosto de 1991.
Era una sorpresa que, en verdad, ya comenzaba a entrometerse en Mar del Plata, sin permiso ni aviso alguno, cuando asomaba la tarde del 31 de julio. Hay que decirlo: la nieve no había sido invitada a ninguna fiesta, pero el avance único y envolvente de sus pasos ya la convertía, para la medianoche, en la nueva protagonista indiscutida de “La Feliz”.
Sin embargo, la propuesta fue más ambiciosa de lo que ya era (o de lo que se creía que iba a ser). Mientras la ciudad dormía, la nevada no se detuvo y continuó su desfile por las calles a lo largo de la madrugada para montar un escenario inédito a los ojos inocentes del espectador marplatense, que no pudo no sentir otra cosa más que asombro y fascinación por el espectáculo de la naturaleza.
No era para menos, claro. Si bien Mar del Plata ya había abrazado la nieve en 1964, 1972 y 1975, ninguna fue tan profusa como la que aún hoy se rememora, al cumplirse 27 años del fenómeno histórico. Los datos oficiales que aporta el Servicio Meteorológico Nacional no dejan margen a la duda: la densidad de la nevada tuvo un promedio de 8,5 centímetros de nieve y la sensación térmica llegó a marcar los veinte grados bajo cero.
El carácter inesperado de la visita fue también motivo de distintos lamentos y condenas. Muchos se vieron imposibilitados de conservar un registro fotográfico del pintoresco paisaje blanco ante la falta de rollos, elemento prácticamente extinguido en la actualidad pero que resultaba indispensable para el funcionamiento de las cámaras de aquella época.
Pero nada evitó que fuera una fiesta única para Mar de Plata, lo cual se refleja, casi como una evidencia irrefutable, en la felicidad que atraviesa las fotos que diferentes lectores de El Marplatense compartieron sobre la nevada del ’91. Por supuesto: nadie faltó a esa obra inédita.
“ES MUY DIFÍCIL Y POCO PROBABLE QUE SE REPITA ALGO ASÍ”
José Ignacio López Amorín, difusor del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), aportó a este medio su mirada sobre el extraño fenómeno que conmovió a “La Feliz” y explicó las circunstancias que deben presentarse para que la ciudad pueda entregar otra vez un escenario natural de semejantes características.
El especialista reconoció que deben “combinarse varios factores” pero sostuvo que un primer aspecto “muy importante” está ligado a la presencia de temperaturas negativas en todo el perfil de la atmósfera hasta niveles medios, y que también haya precipitaciones. “Si no hay nubosidad que favorezca eso no puede caer nada”, aclaró.
“Cuando ese copito de nieve cae a la superficie, llega al suelo y la temperatura está por encima de los cero grados, se derrite. En la costa hay aguanieve por lo general, pero particularmente en una situación donde se da una nevada tan intensa es porque viene con una situación sinóptica previa”, indicó.
En este sentido, el vocero del organismo dijo que la copiosa nieve que cayó sobre Mar de Plata debió haber sido fruto “de varias semanas de frentes fríos”. “Se llega así a un sistema que inestabiliza la región y deja unas precipitaciones intensas o interesantes y eso es posiblemente lo que haya sucedido”, comentó.
Lopez Amorín dijo que la recurrente aparición de chaparrones costeros en la zona del mar argentino “está asociada a un aire frío” y, ante ello, señaló que también “muchas veces ocurre una nevada muy débil”. “Eso es más frecuente pero una nevada tan intensa es impresionante y eso alude a que fue una situación sinóptica de varios frentes fríos, con una atmósfera muy dinámica, que hacía que prácticamente esté asegurado ese perfil negativo de temperatura indispensable”, fundamentó.
Al ser consultado por la posibilidad de que se repita el fenómeno, el difusor del SMN reconoció que “deben pasar muchos años” para que vuelve a suceder y consideró que hay “bajas probabilidades” de que una caída de nieve tan intensa se produzca en el corto plazo, al trazar también la comparativa con la jornada que vivió Buenos Aires a principios de julio de 2007. “No es tan común. Como para dar una idea: en Buenos Aires la estadística marca que nieva una vez cada 98 años. En la costa se reduce ese margen pero también es muy importante”, aclaró.
En este marco, Lopez Amorín reconoció también que las temperaturas que se registran en el transcurso de esta época invernal son “bastante frías” para el centro y el norte del país, fundamentalmente, aunque sostuvo que no “igualan” el escenario que se visibilizó hace 11 años.