Minecraft: por qué el videojuego más sencillo rompe récords
Primeros meses de confinamiento en Buenos Aires. El afuera está más lejos y el adentro es todo lo que hay. Fabio, un nene de 8 años del barrio de Balvanera, construye en su tablet, bloque por bloque, un camino enmarcado por una arboleda de cubos marrones y verdes. Es el detalle final de un trazado de 13 x 8 cuadras, con casas, negocios y una plaza, que tardó varios días en replicar.
En el cielo de píxeles azules, brilla un sol cuadrado sobre un cartel en el que escribió con letras blancas: Lucila del Mar. La ciudad donde quedó varada su abuela, a la que tanto extraña.
Basado en una estética simple y escenografías como de dibujito animado, el videojuego Minecraft recrea el instinto lúdico más básico, el de apilar para construir. Como si fuera un Lego, pero con el agregado tridimensional y con varias opciones de diversión.
Esos atributos –y la pandemia, que avivó las ganas de crear mundos virtuales que ayudaran a mitigar la nostalgia por el mundo real– fueron clave para que Minecraft rompiera un récord. Con más de 200 millones de copias, es el videogame más vendido de la historia.
El ingenio sueco
Para crear el prototipo de un videojuego, un entorno mínimo, con una computadora y un par de pantallas, es suficiente para arrancar.
Así empezó, en 2009, Markus Notch Persson, un sueco que hoy tiene 41 años y es una figura enigmática en el ámbito gamer. Cuando logró, tal vez a su pesar, sin imaginarlo, posicionar a su creación, Minecraft, como un videojuego aceptado y en crecimiento por el boca a boca, vendió todo en 2014 y desapareció de las grandes ligas.
Le quedó el dinero (se lo compró Microsoft por 2.500 millones de dólares) y un título imborrable. Es el hombre que revolucionó el mundo de los videojuegos.
Notch era de esos chicos inquietos que sorprendía por algunos logros inusuales y tempranos. A los 7 empezó a programar en la computadora de su papá, una Commodore 128, y a los 8 creó su primer videojuego. El camino estaba marcado.
Jens Bergensten, el desarrollador número 1 de Minecraft. Foto: gentileza Minecraft.
A los 25 tuvo uno de sus trabajos más destacados en la empresa que desarrollaba el Candy Crush. Ganó experiencia y seguía plasmando ideas hasta que se le ocurrió darle forma a un juego sandbox, como se denomina a los que permiten, entre otras cosas, crear mundos. Le llevó casi un año darle un aspecto final. Una inversión que sigue disfrutando.
Más ingenio sueco
Cuando Notch vendió su empresa, Mojang, y dejó todo en manos de Microsoft, otro sueco tomó la posta para seguir desarrollando el juego y hacerlo más amigable aún. Fue Jens Jeb Bergensten, que ya venía trabajando en su desarrollo y se ganó el lugar de cerebro al frente de las modificaciones que hicieron de este videojuego el más vendido del planeta.
Steve, uno de los personajes clásicos de Minecraft. Foto: Archivo Clarín.
Los cubos pueden seguir creando mundos, pero ahora también hay una amplia variedad de animales, y hasta recursos educativos para utilizar en las escuelas.
El caso de Jens, que hoy tiene 41, es un calco de lo que ocurre en varias casas de adolescentes. Encerrado en su cuarto durante horas, se dedicaba a craftear, dodgear, castear o dropear, algunas de las cosas que se pueden hacer frente a una pantalla gamer.
Su padre, Stigbjörn Bergensten, y su madre, Shanna Kolheden, estaban resignados. Vivían en Örebro, Suecia, y sabían que ese hijo pelirrojo, que a los 4 años ya estaba seducido por las pantallas, avanzaría en el mundo de las computadoras.
A los 11, Jens programó sus primeros videojuegos. Y con tropiezos, hits, fracasos y mucho esfuerzo, fue elegido por Time, en 2013, como una de las 100 personas más influyentes del planeta por estar al frente del desarrollo de Minecraft, junto con Notch, el creador.
Tímido hasta clavar la sonrisita nerviosa, de a poco va superando los temores y asiste a algunas convenciones del mundo gamer, pero las entrevistas le cuestan más.
Viva se comunicó con él vía mail, a su regreso de unos días de descanso en playas suecas, y conoció detalles de su camino al estrellato.
Frenar para avanzar
Jens está pasando la pandemia en Suecia, junto a su mujer, Jenny Thornell, y su hijo, Björn, de cuatro años. Desde allí tiene una teoría sobre el récord que rompió Minecraft. “Creo que es el más vendido porque su modelo de interacción es simple pero, a la vez, te deja ser libremente creativo. Permite a los jugadores explorar, vivir y protagonizar aventuras, y luego crear su propio mundo personal y una historia. Como desarrollador, puedo contar que también estamos siempre buscando maneras de evolucionar e introducir el juego a nuevas audiencias de diferentes maneras como Minecraft Earth y Minecraft Dungeons. Nosotros, tomamos las bases de lo que es Minecraft, su esencia, para re imaginar cómo podría verse”, comenta.
Jens Bergensten en la Argentina: vino hace 5 años y se reunió con desarrolladores de juegos y fans.
Y, por supuesto, reconoce que el nuevo coronavirus fue clave para este gran despegue: “La pandemia supone una situación terrible para mucha gente. Pero creo que Minecraft, y los videojuegos en general, consiguieron seguir en crecimiento dada su naturaleza digital. Y Minecraft lo ha hecho porque los videogames tienen el poder de unir a la gente, algo que es verdaderamente valioso en estas difíciles circunstancias”.
La vida de un desarrollador que se convierte en estrella tiene altibajos. “No es un camino fácil. En un momento de mi vida tomé un descanso de mi carrera en el desarrollo de juegos. Yo venía trabajando en distintos proyectos, algunos buenos y otros que no tuvieron éxito. Quise dejar todo porque pensaba que no estaba funcionando, que todo no era tan bueno como yo había pensado. Entonces atravesé una crisis: me detuve para obtener un título universitario en ciencias, estudié Ciencias de la Computación en la Universidad de Malmö, en Suecia. (N. de la R.: egresó en 2008, cuando ya tenía 29 años). En esa época, mientras estudiaba, volví a un trabajo como consultor en programación para sobrevivir”, detalla.
Dice que “practicar , practicar y estudiar” es una de las fórmulas que debería seguir todo adolescente que sueñe con convertirse en un pro del ámbito gamer. Un mundo que “no es extremadamente competitivo como se cree. El gran juego logrado por otro no empeora tu juego”, aclara. Y agrega que sigue sintiéndose extraño cuando le piden selfies: "Una vez, estaba en China y me dijeron que tuviera cuidado en la calle porque era una estrella. No lo podía creer”.
Fuente: Clarín