Namasté: el saludo especial de Yoga
La Instructora en Meditación y Astróloga Monika Correia Nobre nos explica de qué se trata este gesto que une las palmas de las manos a la altura del corazón utilizado como una reverencia a diario en zonas como India y Nepal.
El Yoga es una práctica física, mental y espiritual original de la India y que tiene una tradición muy antigua. «Yoga» es una palabra en sánscrito y significa unidad. Unidad entre el cuerpo y la mente, entre la conciencia y Dios, entre lo visible y lo invisible, es tan profunda su filosofía.
En su libro "Luz sobre el Yoga" B. K. S. Iyengar, uno de los mejores maestros que tiene esta práctica sublime, explica "El viaje del yoga nos guía desde nuestra periferia, el cuerpo, hacia el centro de nuestro ser, el alma" y "El trabajo de mi vida ha sido mostrar cómo, incluso desde sus humildes comienzos, este es un camino que puede conducir al practicante dedicado a la integración de cuerpo, mente y alma.".
Namasté
Entre los distintos universos sagrados, existe un gesto que se destaca por encima de todos por lo masivo de su uso en oriente y actualmente en auge también en occidente: es el mudra que acompaña la palabra Namasté.
Esta particular forma de saludar uniendo las palmas de las manos a la altura del corazón es una reverencia que se utiliza a diario en India y Nepal para saludar al otro en su aspecto más profundo e invisible: saludando a la divinidad escondida en la materia.
A lo largo del tiempo en el planeta, la humanidad ha creado gestos con carácter universal casi intuitivamente. Estos gestos comunicaban incluso antes de desarrollar el habla. La comunicación no verbal es la más simple y natural.
Como especie conocemos mucho de eso que se hace con las manos y que tiene un significado profundo que va más allá de las palabras y que en general cuando queremos describirlos necesitamos una larga lista de frases.
Estos movimientos con manos y dedos lo expresan todo: un pacto, un acuerdo, amor y pasión hasta vendettas, enojos o formas de protesta.
Pero qué pasa cuando lo que se quiere expresar habla de lo invisible. Cuando los dibujos que hacen los dedos en el aire no expresan lo una persona tiene que comunicarle a otra, sino que expresan un deseo profundo de comunicación con su propio interior, ahí nacen los Mudras, ese es el nombre que reciben los gestos sagrados habituales en la práctica del Yoga, disciplina que se practica hace prácticamente 5000 años.
El concepto dentro del Mudra es que una de las partes que se comunica es el espíritu, es el mismísimo Dios, interno o externo, conectándose con la persona a través del contacto de las yemas de los dedos, de las palmas de las manos.
Estos movimientos creados por las distintas posiciones de unión entre los dedos de las manos son intensamente utilizados en prácticas espirituales milenarias, para activar energías o propósitos del alma.
Usualmente en muchas partes del mundo y dentro del marco religioso y de la oración existe este gesto de unir las dos palmas a la altura del pecho que naturalmente se ha utilizado en señal de comunión. Es en ese encuentro de las dos palmas donde lo divino e intangible se une con lo terrenal tangible.
Una unión sagrada que representa todos los tipos de comunión posibles y en su enlace forma una puerta abierta a las muchas posibilidades del dialogo entre el hombre y la divinidad.
Volviendo al yoga, para este mudra de oración que recibe el nombre original de Pranam Mudra, la palabra de uso común que acompaña el gesto es Namasté, sumando el lenguaje corporal y el hablado, dándole una fuerza especial casi ceremonial al acto mismo.
Palabra de origen divino
Si analizamos la palabra, Namasté es un vocablo proveniente del sánscrito, una lengua antigua sagrada y muy compleja, que se podría traducir tomando dos partes: “Namas” que proviene de Namaha significa “saludar, reverenciar o adorar” y “te” que significa “tu”: es decir te saludo, te reverencio, te honro o te adoro. Claro que el término se está refiriendo a la parte divina del ser al que se saluda.
Por eso la podemos traducir como: “Lo divino en mí saluda a lo divino en ti”, o “mi espíritu saluda y honra al tuyo”, o “lo mejor de mi saluda a lo mejor de ti”.
En India, Nepal, en ambientes hinduistas o budistas se utiliza diariamente para saludar, decir hola o despedirse. Aunque también se usa mucho para agradecer, un simple movimiento que significa: gracias, honro tu presencia y percibo tu divinidad.
La forma más abundante se utiliza siempre uniendo las manos a la altura del pecho en el chakra del corazón al tiempo que se inclina levemente la cabeza y se entrecierran los ojos, creando así una conexión completa con el otro.
Para el hinduismo la acción de juntar las palmas tiene un significado simbólico entre el que reza, cuya mano está representada por la palma izquierda, y la divinidad, cuyo planta del pie está representada por la mano derecha. Así lo infinito y lo finito se funden en un abrazo. Otras veces, más comúnmente en el budismo, este gesto se realiza a la altura del entrecejo, en este caso se quiere demostrar más respeto aun.
Sin importar como se traduzca esta palabra, utilizar Namasté como saludo permite a las personas conectarse respetuosamente mas allá de los egos, honrando la existencia del otro desde lo mejor que tenemos. Es una manera de reconocer lo que nos une sobre las diferencias. Vemos en la otra persona a un ser espiritual y valorable, y estamos dispuestos a mostrar respeto y honorabilidad.
Reconocer en el otro la chispa de divinidad que invisiblemente une a todos los seres, permite que la reconozcamos también en nosotros mismos y nos habilita para hacer conexión desde un lugar genuino e infinito.