Nora Vega, la deportista que encendió un fuego aún presente
La campeona mundial marplatense fue la encargada, hace 29 años, de encender el pebetero panamericano y contó anécdotas de uno de los días mas destacados de su vida: "Es el momento más importante de la historia deportiva de la ciudad"
El 11 de marzo no es una fecha más para el deporte de Mar del Plata. Ese día de 1995, un sábado por la tarde-noche, la ciudad vivió la Ceremonia Inaugural de los Juegos Deportivos Panamericanos, una gesta que cambió definitivamente la historia deportiva de la ciudad.
Sin embargo, ese día, estuvo marcado particularmente por una persona: Nora Alicia Vega. La campeona mundial de patín carrera fue la encargada del honor máximo de la ceremonia, encender el pebetero panamericano. Luego de 29 años de aquél suceso, la propia protagonista habló con Marca Deportiva Radio (FM 99.9) recordando lo que fue aquél día: "pasaron muchos años, ojalá el pebetero pueda estar aunque se hagan reformas en el Estadio, que siga quedando en el recuerdo. Es el momento más importante de la historia deportiva de la ciudad. Un montón de deportes en simultáneo a nivel panamericano, una fiesta terrible y como quedó en la memoria de la gente".
Hoy le sigue pasando, casi tres décadas después, que la gente le recuerda su participación en aquél día: "El otro día me encontré con un muchacho que me dijo que hizo un esquema en el payaso de la inauguración. Otro que me dice que estuvo adentro de la pelota cuando salían todos los nenes. Hay mucha gente que lo sigue recordando. El momento cuando entran las mamás con las pelotas grandotas y salen niños de adentro, la gente no lo podía creer. Yo lo ví después, porque en ese momento no vi nada. Fue realmente hermoso", repasó Nora.
Pero hay un antes y un después de ese momento. Su obsesión por hacer las cosas bien llevó a que se pudiera anticipar un problema que la patinadora habría tenido si quería encender el pebetero: "para mí eso comenzó mucho antes. Cuando me dicen que tengo que encenderlo, como soy muy obsesiva y tengo que saber que es lo que voy a hacer, pedí a los que estaban en la parte del encendido, que quería ver lo que tenía que hacer, qué recorrido íbamos a tener. Un día fuimos, hicimos el recorrido, subimos las escaleras y cuando llegué al último escalón, hago el gesto y la antorcha no llegaba al pebetero. Había otro escalón que tenía un caño cruzando, no podía subirme ahí. Mi obsesión por saber todo hizo que eso se modifique, cuando tuve acceso al escalón, podía llegar a encenderlo".
La tensión en la previa de semejante evento era plena y le afectó a Nora que además, unas pocas horas después de encender la llama panamericana, tenía que competir en el Patinódromo: "la noche anterior dormí bastante poco, en la mañana me levanté muy temprano, salí a caminar porque me despejaba y me hacía bien. Fueron momentos de mucha tensión y mucho nervios. Estuve en el estacionamiento muy temprano, pero no vi nada. Soy la única que no tiene la antorcha porque todos los que hicieron el recorrido tienen la suya y yo no la tengo". Dijo en modo risueño aunque parezca completamente ilógico. Incluso al día de hoy, nadie sabe que fue lo que pasó con el elemento original.
Para ella, simbólicamente ser la protagonista de la ceremonia tenía un valor extra: "En ese momento estaba en uno de mis mejores momentos deportivos, venía de ser campeona del mundo, tenía 34 años y estaba pensando en el retiro pero obtenía puestos importantes a nivel mundial. Me encanta verlo, ya no me emociona, no lloro, pero fueron momentos inolvidables".
Después fue campeona, recibió la ovación de un Patinódromo colmado y desde lo deportivo también fue una de las grandes figuras de los Panamericanos de 1995. Eso trajo sus consecuencias apenas unos meses después: "después de los juegos, agarré un verano muy difícil porque me llamaban a cualquier horario para hacer notas todos los medios de Buenos Aires que venían en temporada, 5 y media o seis de la mañana ya empezaba a sonar el teléfono. Tuve que ir a comprarme un teléfono con contestador automático porque me llamaban todos y no quería atender".
Fue un momento especial que quedará guardado en su corazón porque significó un lazo inquebrantable en el tiempo con todos los marplatenses que hoy le siguen demostrando su cariño cotidianamente. Fue "nuestra Nora" en lo más alto del Estadio "Minella" encendiendo la llama panamericana, ese fuego que sigue presente en el deporte de la ciudad cada vez que se recorre el Parque de los Deportes "Teodoro Bronzini".
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