Recomiendan tomar medidas ante el fuerte impacto psicológico de la cuarentena
Un detallado informe desarrollado por investigadores y becarios del CONICET, en conjunto especialistas y docentes de la Universidad Nacional de Mar del Plata determinó que “la situación de cuarentena ha sido caracterizada como una experiencia displacentera, debido a que suele estar asociada a una separación de los seres queridos, a dificultades económicas, sumado a sentimientos de incertidumbre y aburrimiento por no poder realizar las actividades sociales habituales”.
El trabajo denominado “Evaluación del Impacto del aislamiento por COVID-19” marca una fuerte influencia de la cuarentena en situaciones de depresión, ansiedad y afecto negativo. Los datos provistos por esta investigación aportan evidencias empíricas de que “la medida de aislamiento social, preventivo y obligatorio tiene un impacto sobre el bienestar psicológico de la población, y especialmente sobre algunos grupos que pueden considerarse más vulnerables por su edad, género, ocupación o nivel socioeconómico: jóvenes, mujeres, personas muy afectadas económicamente por la pandemia, y quienes están aisladas en espacios cerrados y/o muy reducidos”.
En las recomendaciones generales, los especialistas explican que “desde el punto de vista sanitario, no hay dudas de que la cuarentena ha sido una de las mejores herramientas de prevención, recomendada por los expertos como medio para detectar, aislar y detener el avance del virus. Para ello se recomienda a la población, a modo preventivo, que mantenga el “distanciamiento social”.
Sin embargo – agrega el estudio - mientras que el aislamiento ha demostrado su efectividad para aplanar la curva de contagios, a medida que pasa el tiempo de aislamiento, pareciera que se van agravando las consecuencias para la salud mental de la población: la soledad, la reducción del contacto social y físico, el encierro (y los conflictos cotidianos que acarrea), la falta de privacidad, la pérdida de las rutinas cotidianas, también pueden enfermarnos y podrían conllevar importantes costos a nivel psíquico, físico y social.
La respuesta de estrés sostenida en el tiempo, como la que puede esperarse ante esta situación, tiene un impacto negativo no solamente sobre la salud mental sino también sobre el sistema inmunológico, haciendo a las personas más vulnerables tanto al contagio de COVID-19 como a otras enfermedades que requieran de atención médica, y, por lo tanto, de la utilización de los recursos sanitarios”.
Después de la pandemia
Con respecto a lo que pueda suceder después de la pandemia, “si bien no es posible anticiparlo, algunas investigaciones previas han presentado evidencias de la existencia de una alta prevalencia de síntomas de estrés postraumático en personas que han estado sometidas a cuarentena por enfermedades, lo que permitiría predecir la aparición de este efecto una vez finalizado el periodo de aislamiento obligatorio”.
Por este motivo, es que los investigadores, docentes y profesionales que realizaron este trabajo aseguran que “sin acciones efectivas de prevención, esto podría convertirse en una problemática para la salud pública, desbordando los recursos para su atención y contención; a la vez que impactaría negativamente sobre la productividad”.
Las recomendaciones preventivas
Considerando lo anterior, el estudio entiende razonable realizar las siguientes recomendaciones:
- Mantener el monitoreo de los niveles de ansiedad, depresión, malestar emocional y otros problemas relacionados a la salud mental de la población general.
- Continuar con los esfuerzos para brindar información oficial sobre el progreso de la pandemia en general y, específicamente, sobre los aspectos que más parecen preocupar a la población (como, por ejemplo, el impacto de la enfermedad en la salud pública y la situación económica nacional y personal). Hacerlo a través de canales oficiales, en momentos específicos del día, y fomentar dichos medios como fuentes principales de consulta sobre el tema. Desalentar el consumo excesivo de noticias, y la reproducción de información falsa y/o tendenciosa.
- Crear programas y distribuir información destinados a la promoción de la salud mental en la población, fomentando la adopción de hábitos asociados a un mayor bienestar (como mantener una alimentación saludable, rutinas, comunicarse con frecuencia con el círculo social, realizar actividades físicas e intelectuales diariamente) y prevenir el incremento de conductas desadaptativas (como el abuso de sustancias, la mala alimentación, la utilización excesiva de la tecnología, o el aislamiento social virtual). Especialmente en el grupo de los jóvenes, contar con campañas dirigidas particularmente de acuerdo a sus gustos e intereses (e.g. utilización de celebridades, redes sociales, etc.) podría resultar de eficacia para la adopción de comportamientos saludables.
- Si bien existen numerosos servicios de salud mental gratuitos distribuidos a lo largo de todo el territorio nacional, sería de utilidad sistematizar en un registro único de fácil acceso la información y las formas de consulta de los mismos.
- Reforzar los programas ya existentes -y de ser necesario diseñar e implementar nuevos- que brinden apoyo, contención y tratamiento específico para las personas más vulnerables frente a esta situación: es decir, el personal de salud, los jóvenes, los cuidadores a cargo de personas en grupo de riesgo, las personas pertenecientes a estratos socioeconómicos bajos, y las personas con trastornos mentales preexistentes.
- Garantizar la posibilidad de que la población pueda tener acceso a atención psicológica, online o presencial, mediante la regulación de los servicios de salud mental públicos y privados.
- Diseñar e implementar programas destinados trabajadores independientes como pertenecientes a instituciones públicas y privadas, orientados a fortalecer estrategias que permitan mejorar la adaptación del trabajador a sus tareas.
Infome Evaluación del Impacto Emocional del Aislamiento por COVID-19Sobre el informe
Se trata de un proyecto de investigación que tuvo por objetivo analizar el impacto emocional del aislamiento en las personas. Para esto, se diseñó un cuestionario que buscaba evaluar dimensiones psicológicas afectivas básicas (i.e., síntomas de Depresión, niveles de Ansiedad, Afecto negativo, Afecto positivo) que pudieran verse comprometidas en este contexto y factores que funcionen como explicativos de las variabilidades observadas en las anteriores (e.g., género, edad, pertenecer grupos de riesgo, etc.). El día 22 de marzo, es decir, dos días después de iniciado el aislamiento oficial, se lanzó la encuesta. Entre el segundo y quinto días de iniciada la cuarentena, contestaron 14.000 personas. Catorce días después de iniciado el aislamiento, se volvió a contactar y enviar una segunda versión de la encuesta a la totalidad de personas que completaron la primera. Aproximadamente 6000 personas respondieron entre los días 12 y 15 de enviada la primera encuesta. Este informe presenta un análisis de los datos recabados en ese grupo de personas y pretende ser un documento de carácter técnico, destinado a proveer información de valor para instituciones, organismos y profesionales sobre el impacto emocional del aislamiento, posibles factores explicativos del mayor o menor impacto –tanto anteriores (e.g. empleo, nivel de estudios), como durante el aislamiento (e.g. nivel de preocupaciones por cuestiones varias, hábitos y rutinas)- y algunas recomendaciones orientadas a “amortiguar” estos efectos en función de los resultados observados en este estudio y en otros similares.