San Cayetano: la fiesta perdida
Cada fiesta de San Cayetano promete multitudes en una procesión extensa con la imagen del santo a la cabeza. Pero no esta vez. El coronavirus afectó a cada rincón del mundo y no hay lugar para celebraciones de este tipo.
Con la iglesia cerrada y sin peregrinación se quedaron los fieles del patrono del pan y el trabajo, justamente en una época donde ambas cuestiones se necesitan más que nunca.
Y realmente cada año es una fiesta. Eclesiásticos, fieles peregrinos, vendedores ambulantes hacen de esta celebración un hito en cada una de las ciudades. En Mar del Plata, en torno a la parroquia ubicada en Moreno al 6800,se despliegan los puestos y la procesión de ocho cuadras congrega a miles de personas.
La pandemia evitó la fiesta de San Cayetano. Fieles en sus casas y vendedores ambulantes sin poder ofrecer sus servicios a la multitud porque no hay tal, solo algunos peregrinos que pasan rápido, piden, agradecen y siguen su camino.
Cristian vende espigas todos los años cada 7 de agosto y, a pesar de las circunstancias, fue este viernes a "su puesto de trabajo". "Venir todos los años y que no haya nadie, es muy extraño", dijo.
"Normalmente es una multitud, pero capaz que de a poco vaya llegando gente. Muchas personas pasan por la puerta. Vienen a pedir y a agradecer como todos los años. Pasan un minuto y siguen", explicó el vendedor.
"En mi caso vengo a agradecer un día más de trabajo. Algo se empezó a vender y en el transcurso del día va a ser mayor la venta", le confió Cristian a El Marplatense.
"Nunca pensé que podría ocurrir esto. Creo que nadie lo imaginó", finalizó el vendedor.