Señales que ayudarán a tener un invierno menos crudo en el puerto
A un año del hundimiento evitable del pesquero Rigel en aguas patagónicas, que se llevó la vida de 9 tripulantes en medio de un temporal grado 5 que figuraba en los radares de la Prefectura desde hacía cinco días, la semana que pasó en el puerto de Mar del Plata dejó un saldo que invita al optimismo de cara al invierno que se aproxima.
La misma Prefectura que realiza controles en avenidas, dentro del operativo de seguridad que desembarca en la ciudad en vísperas de cada elección, desplegó una brigada de inspectores para controlar de manera extraordinaria a los barcos que, como el Rigel el año pasado, se aprestaban a zarpar hacia aguas patagónicas para participar de la temporada de langostino.
La Prefectura tuvo dos meses como para realizar los controles en el casco, la máquina, los equipos de electricidad, dispositivos de salvamento y hasta recorrer la estructura del casco por dentro y por fuera ya que incluso hubo buzos que fiscalizaron chapa naval debajo de la línea de flotación.
Pero la orden de Patricia Bullrich de que no salga ningún barco al langostino sin antes ser reinspeccionado, llegó casi sobre la línea de largada de la temporada y generó un caos. Más de 50 barcos necesitando resolver los planteos del escuadrón de fiscalizadores, con un listado resumido de proveedores navales que no dieron abasto para atender el repentino pico de demanda.
En los muelles nadie se quejó de los controles pero sí del momento. Una vez despejado el mal humor podremos saber cuántos barcos finalmente migrarán del puerto para hacer base en terminales patagónicas. Hay quienes dicen que serán más que el año pasado, cuando se fueron más de sesenta, y también están los que creen que serán menos.
Los mismos muelles que hasta el 23 de mayo pasado recibieron 134 mil toneladas de productos pesqueros. La estadística no se actualiza desde esa fecha y no debe ser porque en Pesca estuvieron ocupados diseñando una prospección de langostino a contramano de las sugerencias del INIDEP.
Cuando se completen los números de mayo la cifra no alcanzará a lo desembarcado en los primeros cinco meses del año pasado cuando se contabilizaron 164 mil toneladas. La falta de calamar por la ausencia de incentivos y el cortocircuito entre la autoridad portuaria y el operador del servicio logístico recobra vigencia en cada comparación, junto a todo el trabajo perdido.
El guante que recogió el Subsecretario de Energía esta semana ante los planteos de las cámaras de la pesca por el avance de la exploración de hidrocarburos en el Programa Argentina Costa Afuera llevó cierta tranquilidad. Aunque haya 18 bloques ya adjudicados por 700 millones de dólares, las empresas no podrán comenzar con la explotación sin antes realizar los estudios de impacto ambiental. Estudios de verdad, no como hasta ahora.
La disponibilidad de merluza a pocas horas, al norte de Mar del Plata, con mareas de 5 días, que no demandan mucho combustible, genera esperanza entre los frigoríficos locales de mantener la regularidad en el acceso a la materia prima y que no se dispare el precio ante la falta de oferta. Los 27 pesos más IVA que pagan los frigoríficos exportadores parece conformar a todos.
La barrera que acaba de levantar la justicia brasileña para permitir el ingreso de langostino a dicho mercado también es una señal auspiciosa para pasar un mejor invierno en Mar del Plata. Cancelada esa posibilidad desde 2013 por el poder de lobby de los productores de camarón de cultivo, hasta ahora solo puede entrar langostino de contrabando y en Mar del Plata hay varios emprendedores, con la justicia patinada al óleo.
Si bien aún deben cumplirse algunos pasos y los camaroneros no se quedarán de brazos cruzados, la exportación de langostino a Brasil genera buenas chances de incrementar el volumen desde el puerto, con un producto que tiene demanda y el cual requiere horas de trabajo en tierra.
El salvavidas que Nación y Provincia le arrojaron esta semana a lo poco que todavía flota en la industria conservera llegó un poco tarde pero en medio del desierto, cualquier gota de agua es bien recibida.
Acá más bien parecen un par de fuentones: 36 millones de pesos a cada una de las cuatro para que entreguen entre 600 y 700 mil latas con merluza en agua y aceite que se destinará a cubrir el programa social que atiende a personas en situación de vulnerabilidad.
Las próximas semanas servirán para comprobar si todas estas señales terminan por fin de lograr el anhelo de las autoridades provinciales y nacionales. Después de 42 meses de fallidos intentos, al fin lograrían reactivar el empleo ligado al puerto y la pesca.