Sexo y Espiritualidad: ¿aliados o enemigos?
La Instructora en Meditación y Astróloga Mónica Correia Nobre nos explica la importancia de tener una buena sexualidad y como esto repercute con nuestro yo interior.
Espíritu y materia son amigos inseparables y no existen uno sin el otro.
Recuperar tu naturalidad te acerca mucho más a tu espiritualidad que volverte complicado. Es sencillo: cuando tengas hambre: comé, cuando tengas sueño: dormí y cuando ames a alguien: sencillamente disfruta del amor. Puede ser un desafío volvernos naturales después de tanta civilización.
La conexión y la espiritualidad
La espiritualidad podría entenderse como la capacidad que tenemos todos de vivir conectados de un modo natural a un sentido de trascendencia. Es la vivencia que da la certeza de la existencia de una eternidad dentro de cada uno, y la posibilidad de experimentarla en lo cotidiano.
Es un estado de conciencia en el que el Ser se reconoce a sí mismo y se experimenta por sí mismo como una porción de pura energía-conciencia que tiene su propio sentido de identidad y que se sabe incluida en otra energía-conciencia de identidad mayor.
La sensación de trascendencia se da de manera espontánea cuando conectamos con nuestro mundo interior. En el momento del orgasmo esta sensación de trascendencia aparece y podemos percibir claramente que no está en absoluto separada del cuerpo ni de las sensaciones corporales. El sexo revela la propia eternidad y es parte importante del sentido de continuidad de la conciencia. En cierto modo me eternizo en el sexo.
¿Por qué es importante tener una buena sexualidad?
Vivir una buena sexualidad es fundamental para el desarrollo del Espíritu.
Vivir la experiencia de un sexo espiritual no es algo que pueda ocurrir solo en Oriente. El cuerpo es la primera frontera conocida, es nuestro hogar. El sexo aparece muchas veces como una puerta para experimentar ese Espíritu que nos habita y al cual tenemos mejor acceso al momento del placer. Gracias al sexo de nuestros padres estamos viviendo esta experiencia material. Así como la conciencia-espíritu llega a la conciencia-materia de la mano del sexo de la misma manera la materia puede llegar al espíritu por el sexo.
Cuando hacemos el amor tenemos una oportunidad única para experimentar un estado ampliado de conciencia, un instante de totalidad. Este puede surgir espontáneamente en el momento del orgasmo y permanecer durante los minutos siguientes, para los que quieran comenzar con una rutina de meditación ese puede ser un buen momento para tratar de sostener y anclar en la conciencia estas experiencias de totalidad, observando en el interior eso que sentimos y tratando de mantenerse surfeando en el clímax.